EN TI, SEÑOR, yo me refugio en ti.
¡Que nunca me vea defraudado!
Líbérame en tu justicia.
inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.
Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
ya que Tú eres mi Roca y mi baluarte:
por Tu Nombre, guíame y condúceme.
Sácame de la red que me han tendido,
porque Tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en Tus manos:
Tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Yo detesto a los que veneran ídolos vanos
y confío en el Señor.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!
Cuando Tú viste mi aflicción
y supiste que mi vida peligraba.
El Libro de los Salmos 31: 2-8
ÁGUEDA era una virgen Siciliana de noble extracción.
Quinciano, gobernador de Sicilia, llegó a estar
profundamente enamorado de ella, pero ella rechazó
sus avances. Como resultado, ella fue acusada de ser
Cristiana y fue llevada ante su tribunal. A la pregunta
relativa a su origen le respondió: "Yo soy nacida de nobleza,
de una família distinguida, como todos mis parientes que
podrán constar." Cuando se le preguntó por qué ella vivió
la vida servil de una Cristiana, ella respondió: "Soy una
sirvienta de Cristo y es por eso que doy la apariencia
externa de una esclava. Sin embargo esta es la más alta
nobleza, el ser una esclava de Cristo". El gobernador
la amenazó con las torturas más terribles si no renunciaba
a Cristo. Águeda respondió: "Si me amenaza con las fieras,
sabe que en el nombre de Cristo serán mansas; si se utiliza
el fuego, de los ángeles celestiales caerá rocío que me curará."
Después de haber sido torturada, "Águeda fue a la cárcel radiante
de alegría y con la frente en alto como si fue invitada a un festivo
banquete. Encomendó su agonía al Señor en la oración". Al día
siguiente, mientras de nuevo se puso de pie ante el juez,
declaró: "Si no causa que mi cuerpo sea despedazado por
los verdugos, mi alma no puede entrar en el paraiso de los mártires
del Señor." Fue entonces estirada en el atormentador, quemada
con hierros al rojo vivo, y despojada de sus senos. Durante
estas torturas rezaba: "Por amor a la castidad me hicieron
colgar de un riel. Ayúdame, Señor, Dios mío, mientras acuchillan
mis pechos." Águeda reprendió al gobernador por su barbarie: "Sin
Dios, cruel, infame tirano, ¿no tiene vergüenza de despojar a una
mujer de aquello con lo cual su propia madre lo amamantó?"
De regreso a la cárcel, ella rezaba: "Has visto, oh Señor, mi lucha, cómo
he luchado en el lugar del combate; pero porque yo no obedecía las órdenes
de los gobernantes, mis senos fueron lacerados." Luego, en la noche
la apreció un hombre venerable, el apóstol Pedro, con remedios curativos.
Águeda, siempre delicadamente modesta, dudó en mostrarle sus heridas.
"Yo soy el apóstol de Cristo, no desconfies de mi, hija mía."
A lo que ella respondió: "Nunca he usado medicamentos terrenales con mi cuerpo.
Me aferro al Señor Jesucristo, quien renueva todas las cosas con su
palabra." Ella fue milagrosamente curada por San Pedro: "Padre de
mi Señor Jesucristo, Yo te alabo porque por Su apóstol Ha restaurado
mis pechos." A lo largo de la noche una luz iluminó la mazmorra. Cuando los
guardias huyeron aterrorizados, sus compañeros prisioneros la instaron a
escapar, pero ella se negó: "Habiendo recibido la ayuda del Señor,
voy a perseverar en Confesarlo a Él que me sanó y me consoló."
Cuatro días más tarde fue llevada de nuevo ante el juez. Él, por supuesto,
fue sorprendido sobre su cura. No obstante, insistió en que ella adorara a
los dioses, lo cual provocó otra confesión de fe en Cristo. Entonces,
por orden del gobernador, Águeda fue rodada sobre pedazos de vidrio afilado
y carbones encendidos. Fue en ese momento que repentinamente, toda la ciudad fue sacudida por un
violento terremoto. Dos paredes colapsaron, enterrando dos de los amigos
del gobernador en los escombros. Temiendo un levantamiento popular, ordenó a
Águeda, media muerta, que fuese devuelta a la cárcel. Ahí ella ofreció su
oración final antes de morir: Bendita Águeda, parada en medio de la prisión extendió sus brazos
y oró al Señor: "Oh Señor Jesucristo, bondadoso Maestro, te doy gracias
porque Tú me has concedido la victoria sobre las torturas de los verdugos. Concede
ahora que yo pueda felizmente morar en Tu gloria sin fin." Acabando con esta
plegaria, ella entonces murió.
Un año después de su muerte la ciudad de Catania estuvo en gran peligro de una
erupción en el Monte Etna. Los paganos, también, fueron contados entre los que
huyeron despavoridos a la tumba de la santa. Su velo fue retirado y sostenido
contra las llamas irrumpientes y, de repente, el peligro cesó. Su tumba se venera
en Catania, Sicilia.
Extracto del Año de la Gracia de la Iglesia, por Pío Parsch
"Jesucristo, Señor de todas las cosas!
Usted ve mi corazón, usted sabe mis
deseos. Tomad posesión de todo lo que soy - solo Usted.
Yo soy su oveja; hágame digno
de superar todos los males."
Santa Águeda
"Que mi valor y mi pensamiento sean tan firmemente
fundados sobre la piedra firme de Jesucristo."
Santa Águeda
Oh Dios, que entre otras maravillas de tu poder, supiste dar
fuerzas aún al sexo más frágil para conseguir la victoria del
martirio, concédenos la gracia de que celebrando la victoria de
tu virgen y mártir santa Águeda, caminemos hacia ti, por la
imitación de sus ejemplos. Por Jesucristo, nuestro Señor, Amén.
Oración por la Sanación
Santa Águeda, tu sufriste el asalto e indignidad a
causa de tu fe y confiaste únicamente en Jesucristo
para tu valentía. Oh Señor, por intercesión de la
Santísima Virgen María y Santa Águeda, te pedimos
que sanes a todas las víctimas del
abuso y el asalto; protege a todos quienes están
en peligro y recíbalos en Tu tierno abrazo,
por medio de Jesucristo, nuestro Señor,
que vive y reina en el Espíritu Santo, Amén
Santa Águeda de Carlo Dolci; (b. 1616- d.1687)
San Pedro Curando a Santa Águeda de Giovanni Lanfranco; 1614; Galleria Nazionale, Parma, Italia;
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Santa Águeda de Bernardino Luini; 1510-1515; Galeria Borghese, Roma, Italia
5 de Febrero - Fiesta de Santa Águeda de Catania, Mártir - Victoriosa sobre todo abuso con Jesucristo
Este sitio está dedicado a Nuestro Señor Jesucristo
en la Santísima Virgen María
para la Gloria de Dios
se imparta (28 de Octubre, 2013)
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