Qu debemos hacer para ser admitidos con los Santos en el Cielo?

Qu debemos hacer para ser admitidos con los santos en el Cielo?
de Rev. John Evangelist Zollner, 1884
"Si algn hombre viene tras de m, que se niegue a s mismo, que tome su cruz y me siga."
San Mateo 16: 24
En los santos se han cumplido las palabras de Cristo: Gozaos y alegraos mucho, porque tu recompensa es muy grande en el Cielo. Quin puede describir las alegras que experimentan en ese pas celestial? Dios ha limpiado todas las lgrimas de sus ojos, estn libres de todo luto, llanto y pena, y de todos los sufrimientos y tribulaciones de esta vida mortal (Apoc. 21: 4); estn ms ntimamente unidos a Dios y disfrutan de la felicidad de la que habla el Apstol: "El ojo no ha visto, ni el odo ha odo, ni ha entrado en el corazn del hombre, lo que Dios ha preparado para los que lo aman". -- I Cor. 2:9. Este gozo, esta felicidad, dura para siempre, sin interrupcin, mientras Dios sea Dios. Tan indeciblemente felices y bendecidos como nuestros hermanos y hermanas glorificados son tambin debemos llegar a ser; porque es la voluntad de Dios que todos seamos salvos. Pero, qu debemos hacer para ser admitidos con los santos en el Cielo? Segn las palabras de nuestro Seor Jesucristo debemos:
Parte I. - Negarnos a nosotros mismos,
Parte II. - Tomar nuestra cruz, y
Parte III. - Seguirlo.
Parte I. Negarnos a nosotros mismos
La abnegacin o la mortificacin consiste en frenar nuestras inclinaciones, deseos y sentidos malvados, como los ojos, los odos y la lengua, y renunciar valientemente a todo lo que sea un obstculo para la salvacin. Esta mortificacin es necesaria para nuestra salvacin, porque sin ella no podemos evitar el mal ni hacer el bien.
1. No podemos evitar el mal sin mortificacin.
(a) La historia sagrada nos convence de esto. Qu le sucedi a Can cuando ignor la admonicin de Dios? "La lujuria del pecado estar debajo de ti, y tendrs dominio sobre ella". Gen. 4:7. Cometi el delito de fratricidio. Qu le pas a David cuando le dio alcance a sus ojos? Se convirti en un adltero y un asesino. Cul fue el final de Judas, cuando no resisti su deseo excesivo de dinero? Traicion y vendi a su Seor y Maestro por treinta piezas de plata, despus de lo cual, desesperado, se ahorc.
(b) Experiencia. Hay muchos cristianos que estn infectados con los vicios del orgullo, la avaricia, la impureza, la embriaguez, la ira, etc., que ofenden a Dios con mayor gravedad. De dnde viene? Simplemente porque no se mortifican. Dan plena libertad a sus sentidos, permiten que los deseos malvados crezcan en sus corazones, como las malas hierbas, y nunca piensan en contenerlos. Nuevamente vemos cristianos que, encadenados por sus malos hbitos, viven en pecado por aos; maldicen y blasfeman repetidamente, pecan contra la castidad, se emborrachan, se ausentan de sus hogares hasta altas horas de la noche y viven en contiendas y enemistades con sus vecinos. Cul es la causa de todo esto? Porque no se violan a s mismos y no consienten en abandonar sus hbitos pecaminosos y en frenar sus lujurias.
(c) El ejemplo de los santos. Ellos saban bien que sin abnegacin uno no puede evitar el mal; por esta razn, a menudo sufran las mayores austeridades y practicaban las mortificaciones ms asombrosas. San Pablo dice de s mismo: "Castigo mi cuerpo y lo pongo en sujecin: no sea que, tal vez, cuando haya predicado a otros, yo mismo me convierta en un reprobado". I Cor. 9:27. San Jernimo se lacer el pecho con piedras. San Benito se enrollaba con zarzas y espinas. San Bernardo se hundi en un lago helado para vencer las tentaciones impuras. San Francisco Borgia hizo continuamente guerra contra la carne, y solo pens en mortificarse a s mismo; lo que fuera doloroso para su naturaleza sensual lo llamaba su amigo. Cuando hizo un largo viaje a mediados del verano y fue quemado por el calor del sol, dijo: "Qu admirable me ayuda mi amigo". Sola decir lo mismo del fro, de la lluvia, del reumatismo y de calumniadores. A menudo pona pequeas piedras en sus zapatos para causarle dolor; en invierno, cuando haca mucho fro, caminaba ms despacio. Aprende de los ejemplos de los santos que tambin debes practicar, si no es extraordinario, al menos menor, las mortificaciones para preservarte del pecado.
2. No podemos hacer el bien sin mortificacin.
(a) Todo hombre est naturalmente inclinado al mal; Hacer el bien le cuesta ms o menos trabajo, porque su naturaleza sensual se opone a ello. Adems de esto, hay otros dos enemigos de nuestra salvacin, el mundo y el diablo, que se esfuerzan por todos los medios posibles para desviarnos. Debemos orar, porque la oracin no solo es una buena obra, sino tambin una de las condiciones de las que depende nuestra salvacin, y al ser un don gratuito de Dios, tiene un derecho incuestionable a establecer las condiciones sobre las cuales se obtendr. Pero cunto cuesta orar atentamente y con devocin! No estamos cada momento perturbados por pensamientos mundanos y asaltados por varias tentaciones, que debemos desterrar? Deberamos amar dar limosna. Con qu frecuencia sucede que nuestros hijos, o nuestras relaciones, o quizs pensamientos avariciosos nos sugieren: no tiene una abundancia de bienes temporales, no puede ahorrar nada, puede necesitar cada centavo que tenga, an puede terminar sus das en la casa pobre. Debemos reconciliarnos con nuestro prjimo y perdonarlo de corazn, pero: el amor propio surge, nos recuerda vvidamente las heridas y las ofensas que recibimos y nos dice: Cmo es posible que perdones a esta persona que te ha mal tratado? Tan mal Sera una vergenza para ti humillarte ante l y hablarle. Por lo tanto, todo ejercicio de virtud, toda buena obra est relacionada con varias dificultades, ya que los tres enemigos de nuestra salvacin trabajan infatigablemente para impedirnos hacer el bien, para atraernos al pecado y la condenacin eterna. "Como la vid he trado un olor agradable". - Eccles. 24:23. La vid necesita ser podada con frecuencia, si es para llevar no solo hojas, sino tambin uvas. De la misma manera, debemos frenar nuestras emociones e inclinaciones sensuales, para que no nos impidan dar frutos de justicia.
(b) Los ejemplos de los santos tambin nos convencen de esto. Leemos de ellos que se distinguieron en virtud y alcanzaron un alto grado de perfeccin. Eran extremadamente humildes, mansos, pacientes y misericordiosos; vivan tan castamente que llevaban su tnica de inocencia sin mancha hasta la tumba; eran tan devotos que pasaban noches enteras en oracin; tan liberales que distribuyeron toda su sustancia entre los pobres. Cmo llegaron a un grado tan extraordinario de virtud y santidad? Principalmente por la negacin propia, que practicaban continuamente. San Aloysio era un ngel en forma humana; sabemos que l siempre frunci los ojos y ni siquiera mir a su propia madre. San Francisco de Sales fue tan dcil que ni siquiera la mayor ofensa pudo excitarlo; pero l mismo confiesa que obtuvo esta mansedumbre solo por mltiples mortificaciones. San Juan el Almirn era tan infatigable para otorgar beneficios que antes de su muerte haba entregado incluso la cama en la que muri, pero lleg a este grado de benevolencia solo combatiendo toda inclinacin excesiva a los bienes terrenales, que venci con obras de misericordia y caridad a los pobres. Sigan el ejemplo de los santos y nguense a s mismos, para que con la gracia de Dios se les permita evitar el mal y hacer el bien.
Parte II. Tomar nuestra cruz
1. Tomar la cruz es para la mayora de las personas absolutamente necesario para la salvacin.
(a) Es necesario para muchos pecadores. Dios da a los pecadores innumerables gracias para la conversin. l les habla a travs de la voz de la conciencia, por las palabras de los sacerdotes en el plpito y en el confesionario, les enva temporadas especiales de gracia, como misiones y jubileos, y busca causarles una impresin saludable sobre ellos por varios eventos, como la muerte de un conocido... pero todo en vano; permanecen inconvertidos. Entonces, en su larga animosidad y misericordia, Dios acta como un buen padre, que si sus hijos no se benefician de sus amonestaciones y reprimendas, recurre a la vara y los castiga severa y sensiblemente; enva al pecador a la escuela de los sufrimientos, infligindole pobreza y necesidad, enfermedad y dolor, desprecio y otras aflicciones. He aqu, esto abre los ojos del pecador y suaviza su corazn duro, percibe el error de su camino, se arrepiente de sus pecados y se convierte a Dios. Ejemplos: Manasses. Este rey haba sido culpable de mucha maldad, e incluso haba inducido a su pueblo a la idolatra. Por orden de Dios, a menudo se le amonestaba al arrepentimiento, pero en vano. Se le hicieron grandes castigos, perdi la corona y el cetro, y fue llevado a Babilonia en cadenas. Esto hizo que se arrepintiera de sus crmenes y prometiera enmiendas. Mantuvo su palabra y, cuando volvi a tomar posesin de su reino, restaur la adoracin del verdadero Dios en toda la tierra y vivi la vida de un prncipe piadoso hasta el final de sus das . II. Crnicas 33. El hijo prdigo, que fue devuelto a sus sentidos y obligado a volver arrepentido a su padre, solo por las grandes desgracias en que se haba sumido por sus libertinajes. (Lucas, 15:ii y siguientes). Aun as, en nuestros das, las cruces y las aflicciones son a menudo el nico medio para la conversin del pecador.
(b) Incluso para muchos justos. Apenas hay alguien tan sano que a veces no necesita medicamentos para eliminar algn trastorno y continuar con buena salud. De la misma manera, hay pocos cristianos que conserven su fervor por la virtud, si siempre tienen das de prosperidad. La continua prosperidad es con frecuencia la causa de que se vuelvan tibios, de poner su mente y su corazn en algo terrenal, e incluso de su profunda cada. Ejemplos: David, quien no cometi los dos delitos de adulterio y asesinato en el momento en que fue perseguido por un suegro envidioso, o cuando fue forzado a vivir en las cuevas y cavernas del desierto para ocultarlo, o cuando fue despreciado y burlado por su propia esposa, perseguido y deshonrado por su propio hijo, insultado por sus propios sirvientes y gravemente oprimido por todos lados, pero solo cuando pasaba sus das en el ocio en el palacio. Salomn, cuyo corazn estaba tan corrompido por los placeres de todo tipo durante una larga paz, que se convirti en culpable de idolatra. Los primeros cristianos, que llevaron una vida de santidad, durante el tiempo de persecucin, pero cuando se obtuvo la paz, degeneraron de muchas maneras e incluso apostataron de la verdadera fe. Reflexionemos sobre nosotros mismos. Qu pronto nos volvemos tibios, cun fcilmente olvidamos a Dios, si vivimos un tiempo sin problemas y sin cuidado! Cun perceptiblemente disminuye nuestro deseo por el Cielo a medida que aumentan las alegras terrenales! Cun fcilmente podra suceder que nos apartramos de Dios y pecramos gravemente, si nuestros das de prosperidad duraran mucho tiempo. Por lo tanto, si Dios a veces nos visita con aflicciones, no lo consideremos un mal, porque tal vez sean necesarios para la salvacin de nuestra alma.
2. Tomar la cruz es conveniente para todos..
(a) Para satisfacer los castigos temporales debidos al pecado. Muchos de los que ahora caminan en el camino de la virtud, anteriormente cometieron grandes y graves pecados; es cierto, confesaron sinceramente estos pecados y obtuvieron la remisin de ellos, junto con el castigo eterno, pero el castigo temporal permanece, por lo que deben brindar satisfaccin aqu o en el purgatorio. Todava cometen pecados veniales, que igualmente incurren en castigos temporales. Tenemos varios medios para cancelar estos castigos temporales, tales como indulgencias, mortificaciones interiores y exteriores, obras de misericordia y la recepcin frecuente de los Sacramentos. Pero cun tibios y descuidados la mayora de nosotros estamos en el empleo de estos medios. Si bien podemos estar contados entre los justos, no es, por lo tanto, lo ms provechoso para nosotros si Dios, al enviarnos tribulaciones, nos brinda la oportunidad de sufrir nuestros dolores purgatoriales en este mundo? No deberamos aceptar con gratitud estos sufrimientos y orar con san Agustn: Seor, aqu corta, aqu quema, pero perdname en la eternidad?
(b) Por el aumento de nuestra felicidad futura. El Apstol nos asegura esto: "Nuestra tribulacin actual, que es momentnea y ligera, trabaja para nosotros por encima de todo un peso eterno de gloria". II. Cor. 4:17. Y el mismo Cristo dice en el Evangelio: Bienaventurados, cuando os engaen, y os persigan, y hablen todo lo que es malo contra vosotros, por mi causa; regocjate y estad felices, porque tu recompensa es muy grande en el Cielo. No debemos sorprendernos, por lo tanto, que los Santos durante el tiempo de su peregrinacin terrenal llevaron su cruz no solo con paciencia, sino tambin con alegra, y la anhelaron con un deseo ms grande que los nios del mundo anhelan honores y disfrutes sensuales. As, Santa Teresa dijo: "Seor, djame sufrir o morir". Santa Magdalena de Pazzi: "Seor, no para morir, sino para sufrir". Lleva, entonces, la cruz que Dios pone sobre tus hombros con paciencia, porque es la llave que abre el Cielo para ti.
Parte III. Sguelo.
La abnegacin y la mortificacin son necesarias para la salvacin, pero no son suficientes; Tambin debemos seguir a Cristo. Ahora, lo seguimos:
1. Cuando creemos en l, es decir, creer sin dudar, todo lo que Dios ha revelado y todo lo que la Iglesia Catlica propone a nuestra fe. La necesidad de la fe se expresa innumerables veces en la Sagrada Escritura. "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna, pero el que no cree en el Hijo, no ver la vida, sino que la ira de Dios permanecer sobre l". Juan 3:36. "El que cree, y es bautizado, ser salvo; pero el que no cree, ser condenado". - Marcos, 16:16. El apstol escribe:" Sin fe es imposible agradar a Dios". Heb. 11:6. Los santos estaban convencidos de la necesidad de la fe; por esta razn, los apstoles y sus sucesores lo predicaron con gran celo tanto a judos como a gentiles; por esta razn millones de ellos sacrificaron su vida por la fe bajo las torturas ms crueles. No se dejen llevar por el mal camino de los hombres que dicen que no importa si uno cree o no cree, si uno tiene esto o lo que tiene fe, siempre que sea honesto. El que habla as, contradice la revelacin divina, y no est en el camino de la salvacin sino de la condenacin. Adhirase firmemente a la fe catlica y siga el ejemplo de los santos, quienes en esta fe encontraron el consuelo ms dulce en la vida y en la muerte, y no lo renunciaran por todos los tesoros del mundo.
2. Cuando lo amamos con todo nuestro corazn. La caridad tambin es absolutamente necesaria para la salvacin, ya que sin caridad la fe no tiene virtud santificadora. Esto nos lo ensea la parbola del hombre que apareci en el banquete de bodas sin una prenda de matrimonio .- Mateo 22. Sin caridad, incluso el don de hacer milagros, y las virtudes ms hermosas, no son nada: "Si hablo en lenguas de hombres y de ngeles, y no tengo caridad, me convierto en un latn sonoro o en un cmbalo de platillo". Y si tuviera profeca, y debera conocer todos los misterios; y si tuviera toda la fe para poder remover montaas y no tener caridad, no soy nada. Y si debo distribuir todos mis bienes para alimentar a los pobres, y si debo entregar mi cuerpo para ser quemado, y no tener caridad, no me beneficia nada". I Cor. 13:1-3. Los santos llegaron a ser santos y obraron por su salvacin, no por los milagros que hicieron, no por medio de las buenas obras individuales que practicaron, sino solo a travs del amor de Dios, de donde proceden sus virtudes y buenas obras. A medida que los planetas reciben su luz del sol y permanecen oscuros si el sol no muestra su luz, todas las virtudes reciben su valor de la caridad, sin la cual no tienen ningn mrito ante Dios.
PERORATA
Ahora sabes lo que debes hacer para ser admitido entre los santos en el Cielo. Negate a ti mismo, mortifica los deseos de la carne y todos los deseos pecaminosos, refuerza tus sentidos y con constancia rehsate todo lo que es pecaminoso y todo lo que lleva al pecado. Toma tu cruz, acepta alegremente todos los sufrimientos y tribulaciones que recibes de la mano de Dios, porque son gracias que te guiarn en el camino de la salvacin, te confirmarn en el bien, expiarn el castigo temporal debido a tus pecados y aumentarn tu gloria en el Cielo. Sguelo a Cristo. Afrrate a la fe y ten caridad, y manifiesta ambos con un fervor incesante en la prctica de las virtudes cristianas y las buenas obras. A pesar de que la abnegacin, la mortificacin, el hecho de llevar tu cruz y seguir a Cristo estn conectados con dificultades, no dejes que tu coraje falle; Dios est contigo y, ayudado por su gracia puedes hacer todas las cosas. Trabaja, lucha y sufre con los santos en la tierra, para que puedas triunfar con ellos en el Cielo. Amn.
Qu debemos hacer para ser admitidos con los santos en el Cielo?
de Rev. John Evangelist Zollner, 1884
"Si algn hombre viene tras de m, que se niegue a s mismo, que tome su cruz y me siga."
San Mateo 16: 24
En los santos se han cumplido las palabras de Cristo: Gozaos y alegraos mucho, porque tu recompensa es muy grande en el Cielo. Quin puede describir las alegras que experimentan en ese pas celestial? Dios ha limpiado todas las lgrimas de sus ojos, estn libres de todo luto, llanto y pena, y de todos los sufrimientos y tribulaciones de esta vida mortal (Apoc. 21: 4); estn ms ntimamente unidos a Dios y disfrutan de la felicidad de la que habla el Apstol: "El ojo no ha visto, ni el odo ha odo, ni ha entrado en el corazn del hombre, lo que Dios ha preparado para los que lo aman". -- I Cor. 2:9. Este gozo, esta felicidad, dura para siempre, sin interrupcin, mientras Dios sea Dios. Tan indeciblemente felices y bendecidos como nuestros hermanos y hermanas glorificados son tambin debemos llegar a ser; porque es la voluntad de Dios que todos seamos salvos. Pero, qu debemos hacer para ser admitidos con los santos en el Cielo? Segn las palabras de nuestro Seor Jesucristo debemos:
Parte I. - Negarnos a nosotros mismos,
Parte II. - Tomar nuestra cruz, y
Parte III. - Seguirlo.
Parte I. Negarnos a nosotros mismos
La abnegacin o la mortificacin consiste en frenar nuestras inclinaciones, deseos y sentidos malvados, como los ojos, los odos y la lengua, y renunciar valientemente a todo lo que sea un obstculo para la salvacin. Esta mortificacin es necesaria para nuestra salvacin, porque sin ella no podemos evitar el mal ni hacer el bien.
1. No podemos evitar el mal sin mortificacin.
(a) La historia sagrada nos convence de esto. Qu le sucedi a Can cuando ignor la admonicin de Dios? "La lujuria del pecado estar debajo de ti, y tendrs dominio sobre ella". Gen. 4:7. Cometi el delito de fratricidio. Qu le pas a David cuando le dio alcance a sus ojos? Se convirti en un adltero y un asesino. Cul fue el final de Judas, cuando no resisti su deseo excesivo de dinero? Traicion y vendi a su Seor y Maestro por treinta piezas de plata, despus de lo cual, desesperado, se ahorc.
(b) Experiencia. Hay muchos cristianos que estn infectados con los vicios del orgullo, la avaricia, la impureza, la embriaguez, la ira, etc., que ofenden a Dios con mayor gravedad. De dnde viene? Simplemente porque no se mortifican. Dan plena libertad a sus sentidos, permiten que los deseos malvados crezcan en sus corazones, como las malas hierbas, y nunca piensan en contenerlos. Nuevamente vemos cristianos que, encadenados por sus malos hbitos, viven en pecado por aos; maldicen y blasfeman repetidamente, pecan contra la castidad, se emborrachan, se ausentan de sus hogares hasta altas horas de la noche y viven en contiendas y enemistades con sus vecinos. Cul es la causa de todo esto? Porque no se violan a s mismos y no consienten en abandonar sus hbitos pecaminosos y en frenar sus lujurias.
(c) El ejemplo de los santos. Ellos saban bien que sin abnegacin uno no puede evitar el mal; por esta razn, a menudo sufran las mayores austeridades y practicaban las mortificaciones ms asombrosas. San Pablo dice de s mismo: "Castigo mi cuerpo y lo pongo en sujecin: no sea que, tal vez, cuando haya predicado a otros, yo mismo me convierta en un reprobado". I Cor. 9:27. San Jernimo se lacer el pecho con piedras. San Benito se enrollaba con zarzas y espinas. San Bernardo se hundi en un lago helado para vencer las tentaciones impuras. San Francisco Borgia hizo continuamente guerra contra la carne, y solo pens en mortificarse a s mismo; lo que fuera doloroso para su naturaleza sensual lo llamaba su amigo. Cuando hizo un largo viaje a mediados del verano y fue quemado por el calor del sol, dijo: "Qu admirable me ayuda mi amigo". Sola decir lo mismo del fro, de la lluvia, del reumatismo y de calumniadores. A menudo pona pequeas piedras en sus zapatos para causarle dolor; en invierno, cuando haca mucho fro, caminaba ms despacio. Aprende de los ejemplos de los santos que tambin debes practicar, si no es extraordinario, al menos menor, las mortificaciones para preservarte del pecado.
2. No podemos hacer el bien sin mortificacin.
(a) Todo hombre est naturalmente inclinado al mal; Hacer el bien le cuesta ms o menos trabajo, porque su naturaleza sensual se opone a ello. Adems de esto, hay otros dos enemigos de nuestra salvacin, el mundo y el diablo, que se esfuerzan por todos los medios posibles para desviarnos. Debemos orar, porque la oracin no solo es una buena obra, sino tambin una de las condiciones de las que depende nuestra salvacin, y al ser un don gratuito de Dios, tiene un derecho incuestionable a establecer las condiciones sobre las cuales se obtendr. Pero cunto cuesta orar atentamente y con devocin! No estamos cada momento perturbados por pensamientos mundanos y asaltados por varias tentaciones, que debemos desterrar? Deberamos amar dar limosna. Con qu frecuencia sucede que nuestros hijos, o nuestras relaciones, o quizs pensamientos avariciosos nos sugieren: no tiene una abundancia de bienes temporales, no puede ahorrar nada, puede necesitar cada centavo que tenga, an puede terminar sus das en la casa pobre. Debemos reconciliarnos con nuestro prjimo y perdonarlo de corazn, pero: el amor propio surge, nos recuerda vvidamente las heridas y las ofensas que recibimos y nos dice: Cmo es posible que perdones a esta persona que te ha mal tratado? Tan mal Sera una vergenza para ti humillarte ante l y hablarle. Por lo tanto, todo ejercicio de virtud, toda buena obra est relacionada con varias dificultades, ya que los tres enemigos de nuestra salvacin trabajan infatigablemente para impedirnos hacer el bien, para atraernos al pecado y la condenacin eterna. "Como la vid he trado un olor agradable". - Eccles. 24:23. La vid necesita ser podada con frecuencia, si es para llevar no solo hojas, sino tambin uvas. De la misma manera, debemos frenar nuestras emociones e inclinaciones sensuales, para que no nos impidan dar frutos de justicia.
(b) Los ejemplos de los santos tambin nos convencen de esto. Leemos de ellos que se distinguieron en virtud y alcanzaron un alto grado de perfeccin. Eran extremadamente humildes, mansos, pacientes y misericordiosos; vivan tan castamente que llevaban su tnica de inocencia sin mancha hasta la tumba; eran tan devotos que pasaban noches enteras en oracin; tan liberales que distribuyeron toda su sustancia entre los pobres. Cmo llegaron a un grado tan extraordinario de virtud y santidad? Principalmente por la negacin propia, que practicaban continuamente. San Aloysio era un ngel en forma humana; sabemos que l siempre frunci los ojos y ni siquiera mir a su propia madre. San Francisco de Sales fue tan dcil que ni siquiera la mayor ofensa pudo excitarlo; pero l mismo confiesa que obtuvo esta mansedumbre solo por mltiples mortificaciones. San Juan el Almirn era tan infatigable para otorgar beneficios que antes de su muerte haba entregado incluso la cama en la que muri, pero lleg a este grado de benevolencia solo combatiendo toda inclinacin excesiva a los bienes terrenales, que venci con obras de misericordia y caridad a los pobres. Sigan el ejemplo de los santos y nguense a s mismos, para que con la gracia de Dios se les permita evitar el mal y hacer el bien.
Parte II. Tomar nuestra cruz
1. Tomar la cruz es para la mayora de las personas absolutamente necesario para la salvacin.
(a) Es necesario para muchos pecadores. Dios da a los pecadores innumerables gracias para la conversin. l les habla a travs de la voz de la conciencia, por las palabras de los sacerdotes en el plpito y en el confesionario, les enva temporadas especiales de gracia, como misiones y jubileos, y busca causarles una impresin saludable sobre ellos por varios eventos, como la muerte de un conocido... pero todo en vano; permanecen inconvertidos. Entonces, en su larga animosidad y misericordia, Dios acta como un buen padre, que si sus hijos no se benefician de sus amonestaciones y reprimendas, recurre a la vara y los castiga severa y sensiblemente; enva al pecador a la escuela de los sufrimientos, infligindole pobreza y necesidad, enfermedad y dolor, desprecio y otras aflicciones. He aqu, esto abre los ojos del pecador y suaviza su corazn duro, percibe el error de su camino, se arrepiente de sus pecados y se convierte a Dios. Ejemplos: Manasses. Este rey haba sido culpable de mucha maldad, e incluso haba inducido a su pueblo a la idolatra. Por orden de Dios, a menudo se le amonestaba al arrepentimiento, pero en vano. Se le hicieron grandes castigos, perdi la corona y el cetro, y fue llevado a Babilonia en cadenas. Esto hizo que se arrepintiera de sus crmenes y prometiera enmiendas. Mantuvo su palabra y, cuando volvi a tomar posesin de su reino, restaur la adoracin del verdadero Dios en toda la tierra y vivi la vida de un prncipe piadoso hasta el final de sus das . II. Crnicas 33. El hijo prdigo, que fue devuelto a sus sentidos y obligado a volver arrepentido a su padre, solo por las grandes desgracias en que se haba sumido por sus libertinajes. (Lucas, 15:ii y siguientes). Aun as, en nuestros das, las cruces y las aflicciones son a menudo el nico medio para la conversin del pecador.
(b) Incluso para muchos justos. Apenas hay alguien tan sano que a veces no necesita medicamentos para eliminar algn trastorno y continuar con buena salud. De la misma manera, hay pocos cristianos que conserven su fervor por la virtud, si siempre tienen das de prosperidad. La continua prosperidad es con frecuencia la causa de que se vuelvan tibios, de poner su mente y su corazn en algo terrenal, e incluso de su profunda cada. Ejemplos: David, quien no cometi los dos delitos de adulterio y asesinato en el momento en que fue perseguido por un suegro envidioso, o cuando fue forzado a vivir en las cuevas y cavernas del desierto para ocultarlo, o cuando fue despreciado y burlado por su propia esposa, perseguido y deshonrado por su propio hijo, insultado por sus propios sirvientes y gravemente oprimido por todos lados, pero solo cuando pasaba sus das en el ocio en el palacio. Salomn, cuyo corazn estaba tan corrompido por los placeres de todo tipo durante una larga paz, que se convirti en culpable de idolatra. Los primeros cristianos, que llevaron una vida de santidad, durante el tiempo de persecucin, pero cuando se obtuvo la paz, degeneraron de muchas maneras e incluso apostataron de la verdadera fe. Reflexionemos sobre nosotros mismos. Qu pronto nos volvemos tibios, cun fcilmente olvidamos a Dios, si vivimos un tiempo sin problemas y sin cuidado! Cun perceptiblemente disminuye nuestro deseo por el Cielo a medida que aumentan las alegras terrenales! Cun fcilmente podra suceder que nos apartramos de Dios y pecramos gravemente, si nuestros das de prosperidad duraran mucho tiempo. Por lo tanto, si Dios a veces nos visita con aflicciones, no lo consideremos un mal, porque tal vez sean necesarios para la salvacin de nuestra alma.
2. Tomar la cruz es conveniente para todos..
(a) Para satisfacer los castigos temporales debidos al pecado. Muchos de los que ahora caminan en el camino de la virtud, anteriormente cometieron grandes y graves pecados; es cierto, confesaron sinceramente estos pecados y obtuvieron la remisin de ellos, junto con el castigo eterno, pero el castigo temporal permanece, por lo que deben brindar satisfaccin aqu o en el purgatorio. Todava cometen pecados veniales, que igualmente incurren en castigos temporales. Tenemos varios medios para cancelar estos castigos temporales, tales como indulgencias, mortificaciones interiores y exteriores, obras de misericordia y la recepcin frecuente de los Sacramentos. Pero cun tibios y descuidados la mayora de nosotros estamos en el empleo de estos medios. Si bien podemos estar contados entre los justos, no es, por lo tanto, lo ms provechoso para nosotros si Dios, al enviarnos tribulaciones, nos brinda la oportunidad de sufrir nuestros dolores purgatoriales en este mundo? No deberamos aceptar con gratitud estos sufrimientos y orar con san Agustn: Seor, aqu corta, aqu quema, pero perdname en la eternidad?
(b) Por el aumento de nuestra felicidad futura. El Apstol nos asegura esto: "Nuestra tribulacin actual, que es momentnea y ligera, trabaja para nosotros por encima de todo un peso eterno de gloria". II. Cor. 4:17. Y el mismo Cristo dice en el Evangelio: Bienaventurados, cuando os engaen, y os persigan, y hablen todo lo que es malo contra vosotros, por mi causa; regocjate y estad felices, porque tu recompensa es muy grande en el Cielo. No debemos sorprendernos, por lo tanto, que los Santos durante el tiempo de su peregrinacin terrenal llevaron su cruz no solo con paciencia, sino tambin con alegra, y la anhelaron con un deseo ms grande que los nios del mundo anhelan honores y disfrutes sensuales. As, Santa Teresa dijo: "Seor, djame sufrir o morir". Santa Magdalena de Pazzi: "Seor, no para morir, sino para sufrir". Lleva, entonces, la cruz que Dios pone sobre tus hombros con paciencia, porque es la llave que abre el Cielo para ti.
Parte III. Sguelo.
La abnegacin y la mortificacin son necesarias para la salvacin, pero no son suficientes; Tambin debemos seguir a Cristo. Ahora, lo seguimos:
1. Cuando creemos en l, es decir, creer sin dudar, todo lo que Dios ha revelado y todo lo que la Iglesia Catlica propone a nuestra fe. La necesidad de la fe se expresa innumerables veces en la Sagrada Escritura. "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna, pero el que no cree en el Hijo, no ver la vida, sino que la ira de Dios permanecer sobre l". Juan 3:36. "El que cree, y es bautizado, ser salvo; pero el que no cree, ser condenado". - Marcos, 16:16. El apstol escribe:" Sin fe es imposible agradar a Dios". Heb. 11:6. Los santos estaban convencidos de la necesidad de la fe; por esta razn, los apstoles y sus sucesores lo predicaron con gran celo tanto a judos como a gentiles; por esta razn millones de ellos sacrificaron su vida por la fe bajo las torturas ms crueles. No se dejen llevar por el mal camino de los hombres que dicen que no importa si uno cree o no cree, si uno tiene esto o lo que tiene fe, siempre que sea honesto. El que habla as, contradice la revelacin divina, y no est en el camino de la salvacin sino de la condenacin. Adhirase firmemente a la fe catlica y siga el ejemplo de los santos, quienes en esta fe encontraron el consuelo ms dulce en la vida y en la muerte, y no lo renunciaran por todos los tesoros del mundo.
2. Cuando lo amamos con todo nuestro corazn. La caridad tambin es absolutamente necesaria para la salvacin, ya que sin caridad la fe no tiene virtud santificadora. Esto nos lo ensea la parbola del hombre que apareci en el banquete de bodas sin una prenda de matrimonio .- Mateo 22. Sin caridad, incluso el don de hacer milagros, y las virtudes ms hermosas, no son nada: "Si hablo en lenguas de hombres y de ngeles, y no tengo caridad, me convierto en un latn sonoro o en un cmbalo de platillo". Y si tuviera profeca, y debera conocer todos los misterios; y si tuviera toda la fe para poder remover montaas y no tener caridad, no soy nada. Y si debo distribuir todos mis bienes para alimentar a los pobres, y si debo entregar mi cuerpo para ser quemado, y no tener caridad, no me beneficia nada". I Cor. 13:1-3. Los santos llegaron a ser santos y obraron por su salvacin, no por los milagros que hicieron, no por medio de las buenas obras individuales que practicaron, sino solo a travs del amor de Dios, de donde proceden sus virtudes y buenas obras. A medida que los planetas reciben su luz del sol y permanecen oscuros si el sol no muestra su luz, todas las virtudes reciben su valor de la caridad, sin la cual no tienen ningn mrito ante Dios.
PERORATA
Ahora sabes lo que debes hacer para ser admitido entre los santos en el Cielo. Negate a ti mismo, mortifica los deseos de la carne y todos los deseos pecaminosos, refuerza tus sentidos y con constancia rehsate todo lo que es pecaminoso y todo lo que lleva al pecado. Toma tu cruz, acepta alegremente todos los sufrimientos y tribulaciones que recibes de la mano de Dios, porque son gracias que te guiarn en el camino de la salvacin, te confirmarn en el bien, expiarn el castigo temporal debido a tus pecados y aumentarn tu gloria en el Cielo. Sguelo a Cristo. Afrrate a la fe y ten caridad, y manifiesta ambos con un fervor incesante en la prctica de las virtudes cristianas y las buenas obras. A pesar de que la abnegacin, la mortificacin, el hecho de llevar tu cruz y seguir a Cristo estn conectados con dificultades, no dejes que tu coraje falle; Dios est contigo y, ayudado por su gracia puedes hacer todas las cosas. Trabaja, lucha y sufre con los santos en la tierra, para que puedas triunfar con ellos en el Cielo. Amn.

Octava de Todos los Santos - Qu debemos hacer para ser admitidos con los Santos en el Cielo?
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La Bendicin Apostlica de la Santa Sede en Roma se imparta (28 de Octubre, 2013)
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