Su fe estaba en Jess, la Voz de la Verdad
Evangelio segn san Marcos 10:46-52
Entonces vienen Jeric: y saliendo l de Jeric y sus discpulos y una gran
compaa, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
Y oyendo que era Jess el Nazareno, comenz dar voces y decir: Jess, Hijo de David,
ten misericordia de m. Y muchos le rean, que callase: mas l daba mayores voces:
Hijo de David, ten misericordia de m. Entonces Jess parndose, mand llamarle: y
llaman al ciego, dicindole: Ten confianza: levntate, te llama. El entonces, echando
su capa, se levant, y vino Jess. Y respondiendo Jess, le dice: Qu quieres que
haga oir ti? Y el ciego le dice: Maestro, que recupere la vista. Y Jess le dijo: Ve, tu fe te ha
salvado. Y luego cobr la vista, y sigui Jess en el camino.
Trigsimo domingo del ao: Homila del Padre John Tokaz, O.F.M. Cap., basado en el Evangelio segn san Marcos 10:46-52; Parroquia de Mara Immaculate de Lourdes, Newton, Massachusetts; 28 de Octubre, 2018
Todos tenemos fe o, de lo contrario, no estaramos en esta iglesia esta maana. Entonces no es una cuestin para nosotros tener fe o no tener fe. Dios nos ha dotado de fe. La fe es un don de Dios. No es algo que podamos fabricar nosotros mismos. No podemos hacernos creer. O bien recibimos el don de Dios de fe o no lo tenemos. Y ese es el misterio de la fe.
El Santo Evangelio de esta maana nos recuerda un hecho muy importante de la vida espiritual: que los que tenemos fe debemos usarla. Debemos utilizarla.
El ciego en el Santo Evangelio de hoy es un ejemplo de alguien que realmente crey. Realmente crea que Jess de Nazaret poda ayudarlo. Y, as es que se sienta al lado del camino mendigando, sin ver, pero creyendo, sin ver pero creyendo y grita: Ten piedad de m, Hijo de David, ten piedad de m, Jess de Nazaret!
Y estn los discpulos de Jess que quieren que se calme; que pare de gritar queriendo ayuda; para que deje de hacer peticiones al Seor. Quieren que se quede callado, silencioso, y se detenga. Y sin embargo contina: ten piedad de m.
Finalmente, Jess lo escucha, lo llama, le pregunta qu necesita y le dice: tu fe te ha salvado. Tu fe te ha salvado y, el milagro sucede.
Nosotros tambin, con el don de la fe, podemos usar nuestra fe para salvarnos de diferentes maneras, en diferentes circunstancias, en diferentes tiempos, con respecto a diferentes personas. Nuestra fe nos levantar y nos salvar.
El problema consiste en esas voces que a veces escuchamos en nuestra cabeza, como las voces de los discpulos que queran que el hombre se callara.
A veces, t y yo, tan llenos de fe como lo somos con el don de la fe, todava tenemos esas voces en nuestras cabezas. Y esas voces nos dicen cosas como: Dios tiene cosas ms importantes que cuidar que yo, y mis pequeos e insignificantes problemas. Dios tiene naciones hambrientas. Dios tiene miles de millones de personas pobres. Dios tiene gente que est realmente enferma. Y, Dios tiene cosas ms importantes que hacer luego de escucharme a m y a mis pequeas oraciones. Esa es una voz. Tenemos que silenciar esa voz porque, eso no es verdad!
Dios es todopoderoso. Y cuando decimos que Dios es todopoderoso, significa que Dios puede cuidar a todos, no hay lmite para el poder de Dios!
Y entonces s, hay personas con problemas ms serios en este mundo que yo; eso no me excluye de ser un beneficiario del poder y la ayuda salvadora de Dios. Y as, esa voz, es como la voz de los discpulos que le dicen al hombre que guarde silencio, no haga eso, no diga eso, no ore eso. Esas voces tienen que ser silenciadas.
A veces podemos pensar: no soy digno de la ayuda de Dios. Simplemente no valgo la pena. Y aunque podra decir una oracin o pedir ayuda, en el fondo no creo que valga la ayuda de Dios, que valga la bendicin de Dios. Y esa es una voz muy peligrosa que dice: no mereces la pena. Dios es demasiado bueno y grande para ti y no lo mereces; eso tambin es una mentira, porque Dios nos ama a todos y cada uno de nosotros.
Y a veces cuando oramos a Dios y pedimos ayuda con fe, y la ayuda no se acerca mucho, o si no obtenemos la respuesta que esperamos, creemos que Dios se ha olvidado de m y por eso dejamos de orar. Nos desanimamos y nos detenemos. No, esa es la voz en nuestras cabezas; una voz que es infiel; esa voz nos dice: Dios te ha olvidado, as que deja de orar, no necesitas orar; nada va a cambiar de todos modos.
A veces podemos sentir que Dios nos ha olvidado. Dios no parece escuchar nuestras oraciones y es como si Dios nos olvidara. Y as dejamos de pedir ayuda. Dejamos de rezar. Y cuando esa vocecita dice: Dios te ha olvidado; Dios no sabe quin eres; eso no es cierto, porque Dios lo sabe todo, Dios es todo sabio. Dios no olvida Dios no puede olvidar. Dios es perfecto. Cmo puede Dios olvidar? Y as Dios nunca nos olvida.
Y al mirar el crucifijo en nuestra fe catlica, Dios nos ama hasta la muerte. Y as lo valemos. Realmente valemos la pena. Jesucristo nos lo demostr en la cruz, que valemos la pena.
Por ltimo y no menos importante, y quizs esta sea la voz ms peligrosa de todas. A veces hay una voz en nuestras mentes racionales, en nuestras mentes educadas que nos dice: probablemente puedas encargarte de este problema por ti mismo, si te tomas un tiempo y lo solucionas. Probablemente puedas resolver este problema; as que hazlo t mismo. Slo confa en ti mismo. Descbrelo t mismo, realmente no necesitas a Dios. Dios est muy ocupado de todos modos. No necesitas a Dios. Descbrelo.
Especialmente para nosotros, los estadounidenses del siglo XXI que aprendimos a resolverlo a partir de los cuatro aos; esta es una voz muy peligrosa que nos puede distraer del uso de nuestra fe; Porque en la vida espiritual, no podemos resolver todo. Simplemente no podemos. Hay algunas cosas que estn ms all de nosotros, que estn ms all de nuestra comprensin. No podemos resolver todo. Y, sin embargo, est esa vocecita que dice: oh, simplemente descifraslo t solo; esto es demasiado importante para que lo hagas, cudalo; te diste cuenta; no necesitas a Dios.
Esas son las voces simbolizadas en el Evangelio de hoy por las voces de las personas que estn alrededor, que le dijeron al hombre: calla.
El hombre persisti. l no se rindi. Estaba lleno de Dios, entusiasta: en theos, dos palabras griegas que significan: en Dios. El estaba en Dios. Su fe estaba en Dios. Y, Dios estaba en l. Y no par de gritar. No dej de preguntar. l no se rindi.
Y Jess lo llama. Y le dice: Qu necesitas? Establece lo que necesita. Y Jess dice: tu fe te ha salvado.
Tu fe te ha salvado porque no dejaste de creer. No te detuviste a pesar de que haba voces a tu alrededor que te decan que te detengas, no te detuviste. Eres entusiasta, ya que nunca te has rendido.
El Evangelio de hoy es un hermoso recordatorio para nosotros, quienes estamos llenos de fe, para nunca dejar de creer. Nunca rendirse. Y, sobre todo, nunca escuchar esas voces que a veces tenemos en nuestras cabezas y que quieren distraernos de la fuente de toda bondad, todo poder y todo amor: DIOS!
Esas voces son mentiras. Y no debemos creerles, o escucharlos, o prestarles atencin porque simplemente nos sacarn de la pista. Y nos dirn: no uses tu fe, no vale la pena.
Vale la pena! Y lo valemos! Y creemos que: todo lo que tenemos que hacer es recordarnos lo valioso que somos, al mirar el Crucifijo.
Evangelio segn san Marcos 10:46-52
Entonces vienen Jeric: y saliendo l de Jeric y sus discpulos y una gran
compaa, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
Y oyendo que era Jess el Nazareno, comenz dar voces y decir: Jess, Hijo de David,
ten misericordia de m. Y muchos le rean, que callase: mas l daba mayores voces:
Hijo de David, ten misericordia de m. Entonces Jess parndose, mand llamarle: y
llaman al ciego, dicindole: Ten confianza: levntate, te llama. El entonces, echando
su capa, se levant, y vino Jess. Y respondiendo Jess, le dice: Qu quieres que
haga oir ti? Y el ciego le dice: Maestro, que recupere la vista. Y Jess le dijo: Ve, tu fe te ha
salvado. Y luego cobr la vista, y sigui Jess en el camino.
Trigsimo domingo del ao: Homila del Padre John Tokaz, O.F.M. Cap., basado en el Evangelio segn san Marcos 10:46-52; Parroquia de Mara Immaculate de Lourdes, Newton, Massachusetts; 28 de Octubre, 2018
Todos tenemos fe o, de lo contrario, no estaramos en esta iglesia esta maana. Entonces no es una cuestin para nosotros tener fe o no tener fe. Dios nos ha dotado de fe. La fe es un don de Dios. No es algo que podamos fabricar nosotros mismos. No podemos hacernos creer. O bien recibimos el don de Dios de fe o no lo tenemos. Y ese es el misterio de la fe.
El Santo Evangelio de esta maana nos recuerda un hecho muy importante de la vida espiritual: que los que tenemos fe debemos usarla. Debemos utilizarla.
El ciego en el Santo Evangelio de hoy es un ejemplo de alguien que realmente crey. Realmente crea que Jess de Nazaret poda ayudarlo. Y, as es que se sienta al lado del camino mendigando, sin ver, pero creyendo, sin ver pero creyendo y grita: Ten piedad de m, Hijo de David, ten piedad de m, Jess de Nazaret!
Y estn los discpulos de Jess que quieren que se calme; que pare de gritar queriendo ayuda; para que deje de hacer peticiones al Seor. Quieren que se quede callado, silencioso, y se detenga. Y sin embargo contina: ten piedad de m.
Finalmente, Jess lo escucha, lo llama, le pregunta qu necesita y le dice: tu fe te ha salvado. Tu fe te ha salvado y, el milagro sucede.
Nosotros tambin, con el don de la fe, podemos usar nuestra fe para salvarnos de diferentes maneras, en diferentes circunstancias, en diferentes tiempos, con respecto a diferentes personas. Nuestra fe nos levantar y nos salvar.
El problema consiste en esas voces que a veces escuchamos en nuestra cabeza, como las voces de los discpulos que queran que el hombre se callara.
A veces, t y yo, tan llenos de fe como lo somos con el don de la fe, todava tenemos esas voces en nuestras cabezas. Y esas voces nos dicen cosas como: Dios tiene cosas ms importantes que cuidar que yo, y mis pequeos e insignificantes problemas. Dios tiene naciones hambrientas. Dios tiene miles de millones de personas pobres. Dios tiene gente que est realmente enferma. Y, Dios tiene cosas ms importantes que hacer luego de escucharme a m y a mis pequeas oraciones. Esa es una voz. Tenemos que silenciar esa voz porque, eso no es verdad!
Dios es todopoderoso. Y cuando decimos que Dios es todopoderoso, significa que Dios puede cuidar a todos, no hay lmite para el poder de Dios!
Y entonces s, hay personas con problemas ms serios en este mundo que yo; eso no me excluye de ser un beneficiario del poder y la ayuda salvadora de Dios. Y as, esa voz, es como la voz de los discpulos que le dicen al hombre que guarde silencio, no haga eso, no diga eso, no ore eso. Esas voces tienen que ser silenciadas.
A veces podemos pensar: no soy digno de la ayuda de Dios. Simplemente no valgo la pena. Y aunque podra decir una oracin o pedir ayuda, en el fondo no creo que valga la ayuda de Dios, que valga la bendicin de Dios. Y esa es una voz muy peligrosa que dice: no mereces la pena. Dios es demasiado bueno y grande para ti y no lo mereces; eso tambin es una mentira, porque Dios nos ama a todos y cada uno de nosotros.
Y a veces cuando oramos a Dios y pedimos ayuda con fe, y la ayuda no se acerca mucho, o si no obtenemos la respuesta que esperamos, creemos que Dios se ha olvidado de m y por eso dejamos de orar. Nos desanimamos y nos detenemos. No, esa es la voz en nuestras cabezas; una voz que es infiel; esa voz nos dice: Dios te ha olvidado, as que deja de orar, no necesitas orar; nada va a cambiar de todos modos.
A veces podemos sentir que Dios nos ha olvidado. Dios no parece escuchar nuestras oraciones y es como si Dios nos olvidara. Y as dejamos de pedir ayuda. Dejamos de rezar. Y cuando esa vocecita dice: Dios te ha olvidado; Dios no sabe quin eres; eso no es cierto, porque Dios lo sabe todo, Dios es todo sabio. Dios no olvida Dios no puede olvidar. Dios es perfecto. Cmo puede Dios olvidar? Y as Dios nunca nos olvida.
Y al mirar el crucifijo en nuestra fe catlica, Dios nos ama hasta la muerte. Y as lo valemos. Realmente valemos la pena. Jesucristo nos lo demostr en la cruz, que valemos la pena.
Por ltimo y no menos importante, y quizs esta sea la voz ms peligrosa de todas. A veces hay una voz en nuestras mentes racionales, en nuestras mentes educadas que nos dice: probablemente puedas encargarte de este problema por ti mismo, si te tomas un tiempo y lo solucionas. Probablemente puedas resolver este problema; as que hazlo t mismo. Slo confa en ti mismo. Descbrelo t mismo, realmente no necesitas a Dios. Dios est muy ocupado de todos modos. No necesitas a Dios. Descbrelo.
Especialmente para nosotros, los estadounidenses del siglo XXI que aprendimos a resolverlo a partir de los cuatro aos; esta es una voz muy peligrosa que nos puede distraer del uso de nuestra fe; Porque en la vida espiritual, no podemos resolver todo. Simplemente no podemos. Hay algunas cosas que estn ms all de nosotros, que estn ms all de nuestra comprensin. No podemos resolver todo. Y, sin embargo, est esa vocecita que dice: oh, simplemente descifraslo t solo; esto es demasiado importante para que lo hagas, cudalo; te diste cuenta; no necesitas a Dios.
Esas son las voces simbolizadas en el Evangelio de hoy por las voces de las personas que estn alrededor, que le dijeron al hombre: calla.
El hombre persisti. l no se rindi. Estaba lleno de Dios, entusiasta: en theos, dos palabras griegas que significan: en Dios. El estaba en Dios. Su fe estaba en Dios. Y, Dios estaba en l. Y no par de gritar. No dej de preguntar. l no se rindi.
Y Jess lo llama. Y le dice: Qu necesitas? Establece lo que necesita. Y Jess dice: tu fe te ha salvado.
Tu fe te ha salvado porque no dejaste de creer. No te detuviste a pesar de que haba voces a tu alrededor que te decan que te detengas, no te detuviste. Eres entusiasta, ya que nunca te has rendido.
El Evangelio de hoy es un hermoso recordatorio para nosotros, quienes estamos llenos de fe, para nunca dejar de creer. Nunca rendirse. Y, sobre todo, nunca escuchar esas voces que a veces tenemos en nuestras cabezas y que quieren distraernos de la fuente de toda bondad, todo poder y todo amor: DIOS!
Esas voces son mentiras. Y no debemos creerles, o escucharlos, o prestarles atencin porque simplemente nos sacarn de la pista. Y nos dirn: no uses tu fe, no vale la pena.
Vale la pena! Y lo valemos! Y creemos que: todo lo que tenemos que hacer es recordarnos lo valioso que somos, al mirar el Crucifijo.
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