Arrepintete y convirtete
Convertos
De la carta a los Corintios de Papa San Clemente I de Roma (35-100)
(Cap. 7,7-8,3; 8,5-9,1;13,1-4;19,2: Funk 1, 71-73,77-78)
(Cap. 7,7-8,3; 8,5-9,1;13,1-4;19,2: Funk 1, 71-73,77-78)
Fijmonos atentamente en la sangre de Cristo y dmonos cuenta de cun valiosa es a los ojos del Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvacin, ofreci a todo el mundo la gracia de la conversin.
Recorramos todas las etapas de la historia y veremos cmo en cualquier poca el Seor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a l. No predic la penitencia, y los que le hicieron caso se salvaron. Jons anunci la destruccin a los ninivitas, pero ellos, haciendo penitencia de sus pecados, aplacaron la ira de Dios con sus plegarias y alcanzaron la salvacin, a pesar de que no pertenecan al pueblo de Dios.
Los ministros de la gracia divina, inspirados por el Espritu Santo, hablaron acerca de la conversin. El mismo Seor de todas las cosas habl tambin de la conversin, avalando sus palabras con juramento: Por mi vida -dice el Seor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta, aadiendo adems aquellas palabras tan conocidas: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la grana y rojos como escarlata, si os converts a m de todo corazn y decs: "Padre", os escuchar como a m pueblo santo que sois.
Queriendo, pues, que todos los que l ama se beneficien de la conversin, confirm aquella sentencia con su voluntad omnipotente.
Sometmonos, pues, a su esplndida y gloriosa voluntad, e, implorando humildemente su misericordia y benignidad, refugimonos en su clemencia, abandonando las obras vanas, las rias y la envidia, cosas que llevan a la muerte. Seamos, pues, hermanos, humildes de espritu; abandonemos toda soberbia y altanera, toda insensatez, y pongamos por obra lo que est escrito, pues dice el Espritu Santo: No se glore el sabio de su sabidura, no se glore el fuerte de su fortaleza, no se glore el rico de su riqueza, quien se glore, que se glore en el Seor, buscndolo a l y obrando el derecho y la justicia, recordando sobre todo las palabras del Seor Jess, con las que ensea la equidad y la bondad.
En efecto, l dijo: Sed misericordiosos y alcanzaris misericordia; perdonad y seris perdonados; como vosotros hagis, as se os har a vosotros; dad y se os dar; no juzguis y no seris juzgados; en la medida en que seis benignos, experimentaris la benignidad; con la medida con que midis se os medir a vosotros.
Ajustemos nuestra conducta a estos mandatos y as, obedeciendo a sus palabras, comportmonos siempre con toda humildad. Dice, en efecto, la palabra de Dios: En se pondr mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.
De este modo, imitando las obras de tantos otros, grandes e ilustres, corramos de nuevo hacia la meta que se nos ha propuesto desde el principio y que es la paz; no perdamos de vista al que es Padre y Creador de todo el mundo, y tengamos puesta nuestra esperanza en la munificencia y exuberancia del don de la paz que nos ofrece.
ORACIN
Al empezar esta Cuaresma, te pedimos, Seor, que nos des un verdadero espritu de conversin: as la austeridad de la penitencia de estos das nos servir de ayuda en nuestra lucha contra el espritu del mal. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn.
Convertos
De la carta a los Corintios de Papa San Clemente I de Roma (35-100)
(Cap. 7,7-8,3; 8,5-9,1;13,1-4;19,2: Funk 1, 71-73,77-78)
(Cap. 7,7-8,3; 8,5-9,1;13,1-4;19,2: Funk 1, 71-73,77-78)
Fijmonos atentamente en la sangre de Cristo y dmonos cuenta de cun valiosa es a los ojos del Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvacin, ofreci a todo el mundo la gracia de la conversin.
Recorramos todas las etapas de la historia y veremos cmo en cualquier poca el Seor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a l. No predic la penitencia, y los que le hicieron caso se salvaron. Jons anunci la destruccin a los ninivitas, pero ellos, haciendo penitencia de sus pecados, aplacaron la ira de Dios con sus plegarias y alcanzaron la salvacin, a pesar de que no pertenecan al pueblo de Dios.
Los ministros de la gracia divina, inspirados por el Espritu Santo, hablaron acerca de la conversin. El mismo Seor de todas las cosas habl tambin de la conversin, avalando sus palabras con juramento: Por mi vida -dice el Seor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta, aadiendo adems aquellas palabras tan conocidas: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la grana y rojos como escarlata, si os converts a m de todo corazn y decs: "Padre", os escuchar como a m pueblo santo que sois.
Queriendo, pues, que todos los que l ama se beneficien de la conversin, confirm aquella sentencia con su voluntad omnipotente.
Sometmonos, pues, a su esplndida y gloriosa voluntad, e, implorando humildemente su misericordia y benignidad, refugimonos en su clemencia, abandonando las obras vanas, las rias y la envidia, cosas que llevan a la muerte. Seamos, pues, hermanos, humildes de espritu; abandonemos toda soberbia y altanera, toda insensatez, y pongamos por obra lo que est escrito, pues dice el Espritu Santo: No se glore el sabio de su sabidura, no se glore el fuerte de su fortaleza, no se glore el rico de su riqueza, quien se glore, que se glore en el Seor, buscndolo a l y obrando el derecho y la justicia, recordando sobre todo las palabras del Seor Jess, con las que ensea la equidad y la bondad.
En efecto, l dijo: Sed misericordiosos y alcanzaris misericordia; perdonad y seris perdonados; como vosotros hagis, as se os har a vosotros; dad y se os dar; no juzguis y no seris juzgados; en la medida en que seis benignos, experimentaris la benignidad; con la medida con que midis se os medir a vosotros.
Ajustemos nuestra conducta a estos mandatos y as, obedeciendo a sus palabras, comportmonos siempre con toda humildad. Dice, en efecto, la palabra de Dios: En se pondr mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.
De este modo, imitando las obras de tantos otros, grandes e ilustres, corramos de nuevo hacia la meta que se nos ha propuesto desde el principio y que es la paz; no perdamos de vista al que es Padre y Creador de todo el mundo, y tengamos puesta nuestra esperanza en la munificencia y exuberancia del don de la paz que nos ofrece.
ORACIN
Al empezar esta Cuaresma, te pedimos, Seor, que nos des un verdadero espritu de conversin: as la austeridad de la penitencia de estos das nos servir de ayuda en nuestra lucha contra el espritu del mal. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn.
"Desde entonces, todas las cosas son vistas y escuchadas por Dios, temedmos de l, y abandonemos esas obras perversas que proceden de los malos deseos."
"Debemos dejar que Dios sea el que nos elogie y no elogiemos a nosotros mismos.
Porque Dios detesta a los que se recomiendan a s mismos.
Permita que otros aplaudan nuestras buenas obras."
Papa San Clemente I de Roma
"Desde entonces, todas las cosas son vistas y escuchadas por Dios, temedmos de l, y abandonemos esas obras perversas que proceden de los malos deseos."
"Debemos dejar que Dios sea el que nos elogie y no elogiemos a nosotros mismos.
Porque Dios detesta a los que se recomiendan a s mismos.
Permita que otros aplaudan nuestras buenas obras."
Papa San Clemente I de Roma
Arrepintanse y convirtanse a ustedes mismos - De una carta a los Corintios por el Papa San Clemente I de Roma (35-100)
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