San Pablo Miki, Sacerdote y Compaeros - Mrtires Cristianos de Japn
Sern mis testigos
De la Historia del martirio de los santos Pablo Miki y compaeros, escrita por un autor contemporneo
(Cap. 14, 109-110: Acta Sanctorum Februarii 1, 769)
(Cap. 14, 109-110: Acta Sanctorum Februarii 1, 769)
Una vez crucificados, era admirable ver la constancia de todos, a la que los exhortaban, ora el padre Pasio, ora el padre Rodrguez. El padre comisario estaba como inmvil, con los ojos fijos en el cielo. El hermano Martn cantaba salmos en accin de gracias a la bondad divina, intercalando el versculo: En tus manos, Seor. Tambin el hermano Francisco Blanco daba gracias a Dios con voz inteligible. El hermano Gonzalo rezaba en voz alta el padrenuestro y el avemara.
Pablo Miki, nuestro hermano, vindose colocado en el plpito ms honorable de los que hasta entonces haba ocupado, empez por manifestar francamente a los presentes que l era japons, que perteneca a la Compaa de Jess, que mora por haber predicado el Evangelio y que daba gracias a Dios por un beneficio tan insigne; a continuacin aadi estas palabras:
"Llegado a este momento crucial de mi existencia, no creo que haya nadie entre vosotros que piense que pretendo disimular la verdad. Os declaro, pues, que el nico camino que lleva a la salvacin es el que siguen los cristianos. Y, como este camino me ensea a perdonar a los enemigos y a todos los que me han ofendido, perdono de buen grado al rey y a todos los que han contribuido a mi muerte, y les pido que quieran recibir la iniciacin cristiana del bautismo."
Luego, vueltos los ojos a sus compaeros, comenz a darles nimo en aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se vea una alegra especial, sobre todo en el de Luis; ste, al gritarle otro cristiano que pronto estara en el paraso, atrajo hacia s las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo con los dedos y con todo su cuerpo. Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, despus de haber invocado el santsimo nombre de Jess y de Mara, se puso a cantar el salmo: Alabad, siervos del Seor, que haba aprendido en la catequesis de Nagasaki, ya que en ella se ensea a los nios algunos salmos. Otros, finalmente, iban repitiendo con rostro sereno:
Jess, Mara!
Algunos tambin exhortaban a los presentes a una vida digna de cristianos; con estas y otras semejantes acciones demostraban su pronta disposicin ante la muerte. Entonces los cuatro verdugos empezaron a sacar lanzas de las fundas que acostumbraban usar los japoneses; ante aquel horrendo espectculo todos los fieles se pusieron a gritar:
Jess, Mara!
Y, lo que es ms, prorrumpieron en unos lamentos capaces de llegar hasta el mismo cielo. Los verdugos asestaron a cada uno de los crucificados una o dos lanzadas con lo que, en un momento, pusieron fin a sus vidas.
Oracin
Seor Dios, fortaleza de los mrtires, que quisiste que san Pablo Miki y sus compaeros alcanzaran la vida eterna, muriendo en cruz por confesar la fe verdadera, concdenos, por su intercesin, proclamar con valenta nuestra fe hasta derramar por ella, si es preciso, nuestra propia sangre. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn
Sern mis testigos
De la Historia del martirio de los santos Pablo Miki y compaeros, escrita por un autor contemporneo
(Cap. 14, 109-110: Acta Sanctorum Februarii 1, 769)
(Cap. 14, 109-110: Acta Sanctorum Februarii 1, 769)
Una vez crucificados, era admirable ver la constancia de todos, a la que los exhortaban, ora el padre Pasio, ora el padre Rodrguez. El padre comisario estaba como inmvil, con los ojos fijos en el cielo. El hermano Martn cantaba salmos en accin de gracias a la bondad divina, intercalando el versculo: En tus manos, Seor. Tambin el hermano Francisco Blanco daba gracias a Dios con voz inteligible. El hermano Gonzalo rezaba en voz alta el padrenuestro y el avemara.
Pablo Miki, nuestro hermano, vindose colocado en el plpito ms honorable de los que hasta entonces haba ocupado, empez por manifestar francamente a los presentes que l era japons, que perteneca a la Compaa de Jess, que mora por haber predicado el Evangelio y que daba gracias a Dios por un beneficio tan insigne; a continuacin aadi estas palabras:
"Llegado a este momento crucial de mi existencia, no creo que haya nadie entre vosotros que piense que pretendo disimular la verdad. Os declaro, pues, que el nico camino que lleva a la salvacin es el que siguen los cristianos. Y, como este camino me ensea a perdonar a los enemigos y a todos los que me han ofendido, perdono de buen grado al rey y a todos los que han contribuido a mi muerte, y les pido que quieran recibir la iniciacin cristiana del bautismo."
Luego, vueltos los ojos a sus compaeros, comenz a darles nimo en aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se vea una alegra especial, sobre todo en el de Luis; ste, al gritarle otro cristiano que pronto estara en el paraso, atrajo hacia s las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo con los dedos y con todo su cuerpo. Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, despus de haber invocado el santsimo nombre de Jess y de Mara, se puso a cantar el salmo: Alabad, siervos del Seor, que haba aprendido en la catequesis de Nagasaki, ya que en ella se ensea a los nios algunos salmos. Otros, finalmente, iban repitiendo con rostro sereno:
Jess, Mara!
Algunos tambin exhortaban a los presentes a una vida digna de cristianos; con estas y otras semejantes acciones demostraban su pronta disposicin ante la muerte. Entonces los cuatro verdugos empezaron a sacar lanzas de las fundas que acostumbraban usar los japoneses; ante aquel horrendo espectculo todos los fieles se pusieron a gritar:
Jess, Mara!
Y, lo que es ms, prorrumpieron en unos lamentos capaces de llegar hasta el mismo cielo. Los verdugos asestaron a cada uno de los crucificados una o dos lanzadas con lo que, en un momento, pusieron fin a sus vidas.
Oracin
Seor Dios, fortaleza de los mrtires, que quisiste que san Pablo Miki y sus compaeros alcanzaran la vida eterna, muriendo en cruz por confesar la fe verdadera, concdenos, por su intercesin, proclamar con valenta nuestra fe hasta derramar por ella, si es preciso, nuestra propia sangre. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn
San Pablo Miki
"Y as te digo claramente: no hay forma de salvarse, excepto la manera Cristiana."
San Pablo Miki
San Pablo Miki
Peregrino al Cerro de los Mrtires
El mensaje del Papa Juan Pablo II en Nagasaki, (1981)
1. Queridos amigos: Hoy, deseo ser uno de los muchos peregrinos que vienen a la colina de Los Mrtires aqu en Nagasaki, al lugar en donde los cristianos sellaron su fidelidad a Cristo con el sacrificio de sus vidas. Triunfaron sobre muerte en un acto insuperable de la alabanza al Seor. En la reflexin ante el monumento de Los Mrtires, quisiera penetrar el misterio de sus vidas, que nos hablan a m y a la Iglesia entera, y escuchar su mensaje que todava est vivo despus de centenares de aos. Como Cristo, fueron trados a un lugar en donde ejecutaban a los criminales comunes. Como Cristo, dieron sus vidas de modo que nos invitan a todos a creer en el amor del Padre, en la misin salvfica del Hijo, en la Gracia del Espritu. En Nishizaka, el 5 de febrero de 1597, veintisis Mrtires atestiguaron el poder de la Cruz; eran los primeros de una rica cosecha de Mrtires, porque muchos ms santificaran posteriormente esta tierra con su sufrimiento y muerte.
2. No hay mayor amor que este: "Dar la vida por sus amigos"(Jn 15:13). "A menos que el grano de trigo caiga en la tierra, permanece solo, pero si muere, produce mucho fruto" (Jn 12:24). Muchos cristianos murieron en Nagasaki, pero la Iglesia de Nagasaki no muri. Ella tuvo que vivir subterrneamente, y el mensaje cristiano fue pasado de padres a los nios hasta que la Iglesia volvi a la vida pblica. Arraigada en la colina de este Mrtires, la Iglesia en Nagasaki crecera y florecera, convirtindose, en un ejemplo de fe y fidelidad para los cristianos de todas partes, una expresin de la esperanza fundada en el Cristo Resucitado.
3. Hoy, vengo a este lugar como un peregrino, a dar las gracias a la Bondad de Dios por las vidas y la muerte de Los Mrtires de Nagasaki, de los veintisis y todos los otros que los siguieron, incluyendo a los recientemente beatificados hroes de la tolerancia de Cristo. Agradezco a Dios por las vidas de todos ellos, dondequiera que puedan estar, que sufren por su fe en Dios, por su lealtad a Cristo el Salvador, por su fidelidad a la Iglesia. Cada edad -- el pasado, el presente y el futuro -- produce, para edificacin de todos, brillantes ejemplos del poder de Jesucristo. Hoy, vengo a la colina de Los Mrtires a testimoniar la primaca del Amor en el mundo. En este lugar santo, la gente de distintos pueblos dio la prueba de que el amor es ms fuerte que la muerte. Ellos incorporaron la esencia del mensaje cristiano, la escencia de las bienaventuranzas, para poder inspirar a todos los que miren hacia ellos, y dejaron que sus vidas fueran transformadas por el amor desinteresado a Dios y al prjimo. Hoy, Yo, Juan Pablo II, el Obispo de Roma y el sucesor de Pedro, vengo a Nishizaka para rogar que este Monumento pueda hablar al hombre moderno, como las cruces en esta colina hablaron a los que eran testigos presenciales hace siglos. Que este Monumento hable al mundo por siempre sobre el amor, sobre Cristo!
Hoy, vengo a la Colina de los Mrtires a testimoniar la primaca del Amor en el mundo. En este lugar santo, la gente de distintos pueblos dio la prueba de que el amor es ms fuerte que la muerte. Ellos incorporaron la esencia del mensaje cristiano, el espritu de las bienaventuranzas, para poder inspirar a todos los que los miren hacien ellos, y dejaron que sus vidas fueran transformadas por el amor desinteresado a Dios al prjimo.
Hoy, yo, Juan Pablo II, el Obispo de Roma y sucesor de Pedro, vengo a Nishizaka para rogar que este Monumento pueda hablarle al hombre moderno, como las cruces en esta colina hablaron a los que eran testigos presenciales hace siglos. Que este monumento le hable al mundo para siempre sobre el amor, sobre Cristo!
Nagasaki, Nishizaka Iglesia (Iglesia de San Felipe), 26 de febrero de 1981
www.26martyrs.com
- publicado con permiso previo
Peregrino al Cerro de los Mrtires
El mensaje del Papa Juan Pablo II en Nagasaki, (1981)
1. Queridos amigos: Hoy, deseo ser uno de los muchos peregrinos que vienen a la colina de Los Mrtires aqu en Nagasaki, al lugar en donde los cristianos sellaron su fidelidad a Cristo con el sacrificio de sus vidas. Triunfaron sobre muerte en un acto insuperable de la alabanza al Seor. En la reflexin ante el monumento de Los Mrtires, quisiera penetrar el misterio de sus vidas, que nos hablan a m y a la Iglesia entera, y escuchar su mensaje que todava est vivo despus de centenares de aos. Como Cristo, fueron trados a un lugar en donde ejecutaban a los criminales comunes. Como Cristo, dieron sus vidas de modo que nos invitan a todos a creer en el amor del Padre, en la misin salvfica del Hijo, en la Gracia del Espritu. En Nishizaka, el 5 de febrero de 1597, veintisis Mrtires atestiguaron el poder de la Cruz; eran los primeros de una rica cosecha de Mrtires, porque muchos ms santificaran posteriormente esta tierra con su sufrimiento y muerte.
2. No hay mayor amor que este: "Dar la vida por sus amigos"(Jn 15:13). "A menos que el grano de trigo caiga en la tierra, permanece solo, pero si muere, produce mucho fruto" (Jn 12:24). Muchos cristianos murieron en Nagasaki, pero la Iglesia de Nagasaki no muri. Ella tuvo que vivir subterrneamente, y el mensaje cristiano fue pasado de padres a los nios hasta que la Iglesia volvi a la vida pblica. Arraigada en la colina de este Mrtires, la Iglesia en Nagasaki crecera y florecera, convirtindose, en un ejemplo de fe y fidelidad para los cristianos de todas partes, una expresin de la esperanza fundada en el Cristo Resucitado.
3. Hoy, vengo a este lugar como un peregrino, a dar las gracias a la Bondad de Dios por las vidas y la muerte de Los Mrtires de Nagasaki, de los veintisis y todos los otros que los siguieron, incluyendo a los recientemente beatificados hroes de la tolerancia de Cristo. Agradezco a Dios por las vidas de todos ellos, dondequiera que puedan estar, que sufren por su fe en Dios, por su lealtad a Cristo el Salvador, por su fidelidad a la Iglesia. Cada edad -- el pasado, el presente y el futuro -- produce, para edificacin de todos, brillantes ejemplos del poder de Jesucristo. Hoy, vengo a la colina de Los Mrtires a testimoniar la primaca del Amor en el mundo. En este lugar santo, la gente de distintos pueblos dio la prueba de que el amor es ms fuerte que la muerte. Ellos incorporaron la esencia del mensaje cristiano, la escencia de las bienaventuranzas, para poder inspirar a todos los que miren hacia ellos, y dejaron que sus vidas fueran transformadas por el amor desinteresado a Dios y al prjimo. Hoy, Yo, Juan Pablo II, el Obispo de Roma y el sucesor de Pedro, vengo a Nishizaka para rogar que este Monumento pueda hablar al hombre moderno, como las cruces en esta colina hablaron a los que eran testigos presenciales hace siglos. Que este Monumento hable al mundo por siempre sobre el amor, sobre Cristo!
Hoy, vengo a la Colina de los Mrtires a testimoniar la primaca del Amor en el mundo. En este lugar santo, la gente de distintos pueblos dio la prueba de que el amor es ms fuerte que la muerte. Ellos incorporaron la esencia del mensaje cristiano, el espritu de las bienaventuranzas, para poder inspirar a todos los que los miren hacien ellos, y dejaron que sus vidas fueran transformadas por el amor desinteresado a Dios al prjimo.
Hoy, yo, Juan Pablo II, el Obispo de Roma y sucesor de Pedro, vengo a Nishizaka para rogar que este Monumento pueda hablarle al hombre moderno, como las cruces en esta colina hablaron a los que eran testigos presenciales hace siglos. Que este monumento le hable al mundo para siempre sobre el amor, sobre Cristo!
Nagasaki, Nishizaka Iglesia (Iglesia de San Felipe), 26 de febrero de 1981
www.26martyrs.com
- publicado con permiso previo
El Museo y Monumento de los 26 Mrtires, ubicado en la colina Nishizaka, de
Nagasaki, Japn, se inauguraron en junio de 1962 para conmemorar el centenario
de la canonizacin de los 26 mrtires de Japn ejecutados por crucifixin en ese
sitio el 5 de febrero de 1597; ellos eran entre clrigos y laicos una mezcla de
nativos cristianos japoneses y sacerdotes europeos (20 japoneses, 4 espaoles, 1 mexicano
y 1 indio) los cuales fueron arrestados en Kioto y Osaka por orden de Toyotomi Hideyoshi,
el gobernante nacional, por practicar el cristianismo catlico. Ellos fueron forzados a
marchar sobre la nieve hasta Nagasaki para que su ejecucin sirviera como escarmiento a
esa gran poblacin cristiana. Fueron atados a 26 cruces con cadenas y cuerdas siendo
lanceados para morir frente a una multitud en esa colina. San Pablo Miki predic a la
muchedumbre desde su cruz.
El Museo y Monumento de los 26 Mrtires, ubicado en la colina Nishizaka, de
Nagasaki, Japn, se inauguraron en junio de 1962 para conmemorar el centenario
de la canonizacin de los 26 mrtires de Japn ejecutados por crucifixin en ese
sitio el 5 de febrero de 1597; ellos eran entre clrigos y laicos una mezcla de
nativos cristianos japoneses y sacerdotes europeos (20 japoneses, 4 espaoles, 1 mexicano
y 1 indio) los cuales fueron arrestados en Kioto y Osaka por orden de Toyotomi Hideyoshi,
el gobernante nacional, por practicar el cristianismo catlico. Ellos fueron forzados a
marchar sobre la nieve hasta Nagasaki para que su ejecucin sirviera como escarmiento a
esa gran poblacin cristiana. Fueron atados a 26 cruces con cadenas y cuerdas siendo
lanceados para morir frente a una multitud en esa colina. San Pablo Miki predic a la
muchedumbre desde su cruz.
6 de Febrero - San Pablo Miki, Sacerdote Jesuita (1562-1597) y Compaeros, Veintisis mrtires cristianos de Japn (+1597)
Este sitio es dedicado a Nuestro Seor Jesucristo
en la Santsima Virgen Mara
para la Gloria de Dios
La Bendicin Apostlica de la Santa Sede en Roma se imparta (28 de Octubre, 2013)
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(Todo para la mayor gloria de Dios!)
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