Nuestra Seora de los Dolores - lavando los pecados de la humanidad con sus lgrimas
Nuestra Seora de los Dolores
Padre Francisco Cuthbert Doyle, 1896
I. Una de las exhortaciones ms patticas del Sabio es que un hijo nunca debe olvidar el dolor y los dolores de su madre. Por lo tanto, para que tengamos en cuenta la amarga angustia que lacer el corazn de nuestra Seora, debemos reflexionar hoy sobre aquella escena de afliccin en la que culmin su dolor de siete veces, en el que las aguas se elevaban a su alrededor, su cabeza en un mar de angustia, tal como nunca antes inund el corazn del hombre mortal.
Jess colg en la Cruz, el proscrito de su nacin - una marca en la que la vil chusma, y sus lderes an ms viles, lanz sus burlas amargas, y apunt su desprecio torpe. Una gruesa corona de espinas circundaba su cabeza; Sus ojos estaban llenos de sangre; Sus manos y pies clavados firmemente contra la madera cruel. La maldad de un mundo pecaminoso se apoder fuertemente de l, y su pesado peso y casi aplast A El que sostiene el universo.
Durante su agona de muerte, los hombres se burlaban y abucheaban de l, insultanolo a l con impotencia, y blasfemando de l vilmente; y todo el tiempo all estaba parado por ese lecho de muerte de vergenza, Mara Su Madre! l era su hijo; su sangre flua en Sus venas; Su corazn lata al unsono con el suyo. Aquellas caractersticas sagradas, ahora tan tristemente azotadas y desfiguradas, eran la contrapartida exacta de la suya. Aquella cabeza, ahora coronada de espinas, a menudo se haba acurrucado en su pecho. Aquella lengua que de vez en cuando hablaba a travs de la oscuridad, le haba enseado a cantar sus primeros acentos.
Entre l y ella haba pasado todo ese intercambio de cario afectuoso y amor tierno que tiene lugar entre una madre y el hijo de su pecho. Aada a esto el amor intenso con que ella lo am como su Dios, y podemos decir de verdad, nunca podra haber amor entre el hombre mortal y Dios mayor que el amor que exista entre Jess y Mara.
Si, pues, el efecto natural del amor es la unin, y si cuanto mayor sea el amor cuanto ms cerca est la unin, podremos formar alguna idea de la agona que los sufrimientos de Jess la caus en su corazn. Las espinas que hacan latir Sus templos con dolor agudo eran como un crculo de fuego en su frente. Los clavos que traspasaron Sus manos y pies la sujetaron tambin a Su Cruz. El lenguaje asqueroso, las injurias, las burlas, las blasfemias proferidas contra l, eran como granizo de fuego sobre su corazn. Verdaderamente estaba llena de sus reproches, y los maldices de los que le reprochaban caan sobre ella. A qu la compararemos, o a qu vamos a comparar la tristeza de esta virgen hija de Sin? Es tn! grande como el mar. Quin la sanar? Oh! todos los que pasis por el camino, y veid si hay dolor como su dolor.
Nuestra Seora de los Dolores
Padre Francisco Cuthbert Doyle, 1896
I. Una de las exhortaciones ms patticas del Sabio es que un hijo nunca debe olvidar el dolor y los dolores de su madre. Por lo tanto, para que tengamos en cuenta la amarga angustia que lacer el corazn de nuestra Seora, debemos reflexionar hoy sobre aquella escena de afliccin en la que culmin su dolor de siete veces, en el que las aguas se elevaban a su alrededor, su cabeza en un mar de angustia, tal como nunca antes inund el corazn del hombre mortal.
Jess colg en la Cruz, el proscrito de su nacin - una marca en la que la vil chusma, y sus lderes an ms viles, lanz sus burlas amargas, y apunt su desprecio torpe. Una gruesa corona de espinas circundaba su cabeza; Sus ojos estaban llenos de sangre; Sus manos y pies clavados firmemente contra la madera cruel. La maldad de un mundo pecaminoso se apoder fuertemente de l, y su pesado peso y casi aplast A El que sostiene el universo.
Durante su agona de muerte, los hombres se burlaban y abucheaban de l, insultanolo a l con impotencia, y blasfemando de l vilmente; y todo el tiempo all estaba parado por ese lecho de muerte de vergenza, Mara Su Madre! l era su hijo; su sangre flua en Sus venas; Su corazn lata al unsono con el suyo. Aquellas caractersticas sagradas, ahora tan tristemente azotadas y desfiguradas, eran la contrapartida exacta de la suya. Aquella cabeza, ahora coronada de espinas, a menudo se haba acurrucado en su pecho. Aquella lengua que de vez en cuando hablaba a travs de la oscuridad, le haba enseado a cantar sus primeros acentos.
Entre l y ella haba pasado todo ese intercambio de cario afectuoso y amor tierno que tiene lugar entre una madre y el hijo de su pecho. Aada a esto el amor intenso con que ella lo am como su Dios, y podemos decir de verdad, nunca podra haber amor entre el hombre mortal y Dios mayor que el amor que exista entre Jess y Mara.
Si, pues, el efecto natural del amor es la unin, y si cuanto mayor sea el amor cuanto ms cerca est la unin, podremos formar alguna idea de la agona que los sufrimientos de Jess la caus en su corazn. Las espinas que hacan latir Sus templos con dolor agudo eran como un crculo de fuego en su frente. Los clavos que traspasaron Sus manos y pies la sujetaron tambin a Su Cruz. El lenguaje asqueroso, las injurias, las burlas, las blasfemias proferidas contra l, eran como granizo de fuego sobre su corazn. Verdaderamente estaba llena de sus reproches, y los maldices de los que le reprochaban caan sobre ella. A qu la compararemos, o a qu vamos a comparar la tristeza de esta virgen hija de Sin? Es tn! grande como el mar. Quin la sanar? Oh! todos los que pasis por el camino, y veid si hay dolor como su dolor.
II. Al mirar a ese ocano de dolor, cuyas amargas aguas inundan su alma, nos vemos obligados a reconocer que las palabras humanas no son sino smbolos dbiles e insuficientes para indicar su profundidad y amplitud. Sin embargo, aunque quizs no podamos hacer esto, podemos por lo menos mirarla con compasiva ternura sobre ella, mientras ella est debajo de la Cruz, para ver cmo se lleva bajo su peso aplastante, para que tambin podamos aprender cmo sufrir.
Hay algunos a quienes la desgracia da un golpe tan terrible que estn aturdidos y deslumbrados por ella. La insensibilidad que su violencia produce, los protege de sentir la pungencia del dolor. No fue as con Mara. Aunque la magnitud de su pena sobrepasaba todas las dems penas humanas, no permita que ella la dominara para hacerla desmayarse y as no sentir la agudeza de la espada que la hiri y tortur. Su pena, tranquila y poseda, era precisamente por eso ms terrible, tanto ms amarga, porque su mente adverta todas las circunstancias que la agravaban y la acercaban ms a su corazn. Ninguna circunstancia de esas tres horas crueles, durante las cuales el Salvador del mundo muri lentamente ante sus ojos sobre Su Cruz de vergenza, escap a su conocimiento. Su cliz era de hecho un profundo y amargo, pero la dren hasta la hez. Ella estaba debajo de esa cruz!
Sin embargo, no era ni dura ni insensible. Suspir y llor, y no se sentira consolada; pero su dolor no la abrum. Los hombres fuertes haban huido de ese espectculo. Algunos haban dado vuelta a sus ojos, para no ser testigos de la terrible angustia que soport esa vctima mutilada. Pero Mara permaneci junto a l hasta el final, y sus lgrimas miraron hacia Su rostro plido mientras se hunda en la muerte sobre Su pecho.
Oh, madre quebrantada de corazn! por la tristeza que entonces arrastr tu corazn maternal, por la fidelidad que te hizo permanecer junto a la Cruz de Jess, y te asocias valerosamente con l en Su hora de ignominia y dolor, ruega por nosotros a Dios, para que nuestros corazones se desgarren con verdadera contricin por nuestros pecados. Puedes estar a nuestro lado en la ltima hora de nuestra vida, y darnos coraje para pasar por los portales de la muerte a los pies de Nuestro Juez.
II. Al mirar a ese ocano de dolor, cuyas amargas aguas inundan su alma, nos vemos obligados a reconocer que las palabras humanas no son sino smbolos dbiles e insuficientes para indicar su profundidad y amplitud. Sin embargo, aunque quizs no podamos hacer esto, podemos por lo menos mirarla con compasiva ternura sobre ella, mientras ella est debajo de la Cruz, para ver cmo se lleva bajo su peso aplastante, para que tambin podamos aprender cmo sufrir.
Hay algunos a quienes la desgracia da un golpe tan terrible que estn aturdidos y deslumbrados por ella. La insensibilidad que su violencia produce, los protege de sentir la pungencia del dolor. No fue as con Mara. Aunque la magnitud de su pena sobrepasaba todas las dems penas humanas, no permita que ella la dominara para hacerla desmayarse y as no sentir la agudeza de la espada que la hiri y tortur. Su pena, tranquila y poseda, era precisamente por eso ms terrible, tanto ms amarga, porque su mente adverta todas las circunstancias que la agravaban y la acercaban ms a su corazn. Ninguna circunstancia de esas tres horas crueles, durante las cuales el Salvador del mundo muri lentamente ante sus ojos sobre Su Cruz de vergenza, escap a su conocimiento. Su cliz era de hecho un profundo y amargo, pero la dren hasta la hez. Ella estaba debajo de esa cruz!
Sin embargo, no era ni dura ni insensible. Suspir y llor, y no se sentira consolada; pero su dolor no la abrum. Los hombres fuertes haban huido de ese espectculo. Algunos haban dado vuelta a sus ojos, para no ser testigos de la terrible angustia que soport esa vctima mutilada. Pero Mara permaneci junto a l hasta el final, y sus lgrimas miraron hacia Su rostro plido mientras se hunda en la muerte sobre Su pecho.
Oh, madre quebrantada de corazn! por la tristeza que entonces arrastr tu corazn maternal, por la fidelidad que te hizo permanecer junto a la Cruz de Jess, y te asocias valerosamente con l en Su hora de ignominia y dolor, ruega por nosotros a Dios, para que nuestros corazones se desgarren con verdadera contricin por nuestros pecados. Puedes estar a nuestro lado en la ltima hora de nuestra vida, y darnos coraje para pasar por los portales de la muerte a los pies de Nuestro Juez.
III. De los dolores de la Santsima Madre de Dios, aprende que toda pena es el efecto del pecado. Las primeras lgrimas que cayeron de los ojos del hombre fueron arrancadas de l por la amarga prdida que sufra por causa del pecado; y cada lgrima que ha cado, y ha ido a hinchar la marea de la afliccin humana, ha tenido su origen en el pecado. Mara nunca haba sido culpable de pecado. Pero el pecado tom y asesin a su nico Hijo; y por lo tanto el pecado la hizo llorar, casi podramos decir, lgrimas de sangre, sobre el lugar teido con la sangre que le haba dado a Jesucristo.
Mira hacia atrs en tu vida, y recuerda las innumerables veces en que has pecado contra tu Seor. Cada uno de estos pecados tena su parte en provocar las lgrimas amargas de Mara. Ayudaron a derribar esa espinosa corona sobre la frente de Jess; para manejar el cruel azote; para cavar a travs de las delicadas manos y pies; para matarlo en la Cruz. Le dieron nervios al brazo del verdugo, y malicia al escriba hipcrita, y palabras de desprecio a la chusma que gritaba y aullaba alrededor de la Cruz.
Cuando, pues, contemplas los dolores de nuestra querida Madre, cae de rodillas delante de ella, mira hacia el rostro de tu Salvador, golpea tu pecho, pide perdn por haber sido causa de los sufrimientos de l y de los suyos y, promete que resistiendo el mal para el futuro, y viviendo una vida santa, tratars de borrar el mal del pasado. Si la misericordiosa pero justa mano de Dios debe castigarte por tus pecados, envindote tristeza para torcer tu corazn con angustia y para sacar lgrimas amargas de tus ojos - Oh! Levanta esos ojos a la Cruz sobre la cual Jess cuelga, debajo de la cual Mara se encuentra, y aprenda pacientemente a soportar el juicio. Llorad con ella por la obra que vuestras manos han hecho. Esas lgrimas son un dulce blsamo para las heridas de Jess; son un consuelo para el corazn de su Madre; son una fuente saludable que lavar la inmundicia del pecado, y sanar el golpe de su herida.
III. De los dolores de la Santsima Madre de Dios, aprende que toda pena es el efecto del pecado. Las primeras lgrimas que cayeron de los ojos del hombre fueron arrancadas de l por la amarga prdida que sufra por causa del pecado; y cada lgrima que ha cado, y ha ido a hinchar la marea de la afliccin humana, ha tenido su origen en el pecado. Mara nunca haba sido culpable de pecado. Pero el pecado tom y asesin a su nico Hijo; y por lo tanto el pecado la hizo llorar, casi podramos decir, lgrimas de sangre, sobre el lugar teido con la sangre que le haba dado a Jesucristo.
Mira hacia atrs en tu vida, y recuerda las innumerables veces en que has pecado contra tu Seor. Cada uno de estos pecados tena su parte en provocar las lgrimas amargas de Mara. Ayudaron a derribar esa espinosa corona sobre la frente de Jess; para manejar el cruel azote; para cavar a travs de las delicadas manos y pies; para matarlo en la Cruz. Le dieron nervios al brazo del verdugo, y malicia al escriba hipcrita, y palabras de desprecio a la chusma que gritaba y aullaba alrededor de la Cruz.
Cuando, pues, contemplas los dolores de nuestra querida Madre, cae de rodillas delante de ella, mira hacia el rostro de tu Salvador, golpea tu pecho, pide perdn por haber sido causa de los sufrimientos de l y de los suyos y, promete que resistiendo el mal para el futuro, y viviendo una vida santa, tratars de borrar el mal del pasado. Si la misericordiosa pero justa mano de Dios debe castigarte por tus pecados, envindote tristeza para torcer tu corazn con angustia y para sacar lgrimas amargas de tus ojos - Oh! Levanta esos ojos a la Cruz sobre la cual Jess cuelga, debajo de la cual Mara se encuentra, y aprenda pacientemente a soportar el juicio. Llorad con ella por la obra que vuestras manos han hecho. Esas lgrimas son un dulce blsamo para las heridas de Jess; son un consuelo para el corazn de su Madre; son una fuente saludable que lavar la inmundicia del pecado, y sanar el golpe de su herida.
15 de Septiembre - Nuestra Seora de los Dolores - lavando los pecados de la humanidad con sus lgrimas
Este sitio es dedicado a Nuestro Seor Jesucristo
en la Santsima Virgen Mara
para la Gloria de Dios
La Bendicin Apostlica de la Santa Sede en Roma se imparta (28 de Octubre, 2013)
Cooperatores Veritatis
Cooperatores Veritatis
Omnia ad majoren Dei Gloriam!
(Todo para la mayor gloria de Dios!)
Contctanos/escrbanos via email a [email protected]
El diseo y algunos materiales son ©2013-2022 por VerdadCatolica.Net - Todos los Derechos Reservados
Algunas obras rigen bajo licencia pblica o abierta - otras estn protegidas por derechos de propiedad intelectual de copyright de sus dueos.