El apstol Pablo, recordando la dicha de la salvacin restaurada, exclama: Del mismo modo que por Adn la muerte entr en el mundo, as tambin por Cristo ha sido restablecida la salvacin en el mundo; y tambin: El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo es del Cielo.

Y aun aade: Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, esto es, del hombre viejo, pecador, seremos tambin imagen del hombre celestial, esto es, del reconocido por Dios, del redimido, del restaurado. Esforcmonos, por tanto, en conservar la salvacin que nos viene de Cristo, ya que el mismo Apstol dice: Primero, Cristo, esto es, el autor de la resurreccin y la vida; despus, los de Cristo, esto es, los que, imitando el ejemplo de su vida ntegra, tendrn una esperanza cierta, basada en la resurreccin del Seor, de la futura posesin de la misma gloria celestial que l posee, como dice el mismo Seor en el Evangelio: El que me sigue no perecer, sino que pasar de la muerte a la vida.

As, pues, la pasin del Salvador es la salvacin de la vida humana. Para esto quiso morir por nosotros, para que nosotros, creyendo en l, viviramos para siempre. Quiso hacerse como nosotros en el tiempo, para que nosotros, alcanzando la eternidad que l nos promete, viviramos con l para siempre.

ste, digo, es aquel don gratuito de los misterios celestiales, esto es lo que nos da la Pascua, esto significa la ansiada solemnidad anual, ste es el principio de la nueva creacin.

Por esto los nefitos que la santa Iglesia ha dado a luz mediante el bao de vida hacen resonar los balidos de una conciencia inocente con sencillez de recin nacidos. Por esto unos castos padres y unas madres honestas alcanzan por la fe una nueva e innumerable progenie.

Por esto, bajo el rbol de la fe, brilla el resplandor de los cirios en la fuente bautismal inmaculada. Por esto los que han nacido a esta nueva vida son santificados con el don celestial y alimentados con el solemne misterio del sacramento espiritual.

Por esto la comunidad de los fieles, alimentada en el regazo maternal de la Iglesia, formando un solo pueblo, adora al Dios nico en tres personas, cantando el salmo de la festividad por excelencia: ste es el da en que actu el Seor: sea l nuestra alegra y nuestro gozo.

De qu da se trata? De aquel que nos da el principio de vida, que es el origen y el autor de la luz, esto es, el mismo Seor Jesucristo, quien afirma de s mismo: Yo soy el da; quien camina de da no tropieza, esto es, quien sigue a Cristo en todo llegar, siguiendo sus huellas, hasta el trono de la luz eterna; segn aquello que l mismo pidi al Padre por nosotros, cuando viva an en su cuerpo mortal: Padre, quiero que todos los que han credo en m estn conmigo all donde yo est; para que, as como t ests en m y yo en ti, estn ellos en nosotros.


ORACIN

Dios nuestro, que todos los aos nos alegras con la solemnidad de la resurreccin del Seor, concdenos que la celebracin de estas fiestas aqu en la tierra nos lleve a gozar de la eterna alegra en el cielo. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn.