San Benito - No antepongan nada absolutamente a Cristo
No antepongan nada absolutamente a Cristo
De la Regla de San Benito, abad
(Prlogo 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75, 2-5, 162-163)
(Prlogo 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75, 2-5, 162-163)
Cuando emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir constantemente a Dios que sea l quien la lleve a trmino, y as nunca lo contristaremos con nuestras malas acciones, a l, que se ha dignado contarnos en el nmero de sus hijos, ya que en todo tiempo debemos someternos a l en el uso de los bienes que pone a nuestra disposicin, no sea que algn da, como un padre que se enfada con sus hijos, nos desherede, o, como un amo temible, irritado por nuestra maldad, nos entregue al castigo eterno, como a servidores perversos que han rehusado seguirlo a la gloria.
Por lo tanto, despertmonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace la Escritura: Ya es hora de despertarnos del sueo. Y, abiertos nuestros ojos a la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada da la voz de Dios: Si escuchis hoy su voz, no endurezcis el corazn; y tambin: Quien tenga odos que oiga lo que dice el Espritu a las Iglesias.
Y qu es lo que dice? Venid, hijos, escuchadme: os instruir en el temor del Seor. Caminad mientras tenis luz, antes que os sorprendan las tinieblas de la muerte.
Y el Seor, buscando entre la multitud de los hombres a uno que realmente quisiera ser operario suyo, dirige a todos esta invitacin: Hay alguien que ame la vida y desee das de prosperidad? Y, si t, al or esta invitacin, respondes: Yo, entonces Dios te dice: Si amas la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; aprtate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Si as lo hacis, mis ojos estarn sobre vosotros y mis odos atentos a vuestras plegarias; y, antes de que me invoquis, os dir: Aqu estoy.
Qu hay para nosotros ms dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Seor que nos invita? Ved cmo el Seor, con su amor paternal, nos muestra el camino de la vida.
Ceida, pues, nuestra cintura con la fe y la prctica de las buenas obras, avancemos por sus caminos, tomando por gua el Evangelio, para que alcancemos a ver a aquel que nos ha llamado a su reino. Porque, si queremos tener nuestra morada en las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar all hemos de caminar aprisa por el camino de las buenas obras.
As como hay un celo malo, lleno de amargura, que separa de Dios y lleva al infierno, as tambin hay un celo bueno, que separa de los vicios y lleva a Dios y a la vida eterna. ste es el celo que han de practicar con ferviente amor los monjes, esto es: estimando a los dems ms que a uno mismo; soporten con una paciencia sin lmites sus debilidades, tanto corporales como espirituales; pongan todo su empeo en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el bien de los dems, antes que el suyo propio; pongan en prctica un sincero amor fraterno; vivan siempre en el temor y amor de Dios; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo, el cual nos lleve a todos juntos a la vida eterna.
ORACIN
Seor, Dios nuestro, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la escuela del divino servicio, concdenos, por su intercesin, que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazn. Por nuestro Seor Jesucristo. Amn.
corazones.org
No antepongan nada absolutamente a Cristo
De la Regla de San Benito, abad
(Prlogo 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75, 2-5, 162-163)
(Prlogo 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75, 2-5, 162-163)
Cuando emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir constantemente a Dios que sea l quien la lleve a trmino, y as nunca lo contristaremos con nuestras malas acciones, a l, que se ha dignado contarnos en el nmero de sus hijos, ya que en todo tiempo debemos someternos a l en el uso de los bienes que pone a nuestra disposicin, no sea que algn da, como un padre que se enfada con sus hijos, nos desherede, o, como un amo temible, irritado por nuestra maldad, nos entregue al castigo eterno, como a servidores perversos que han rehusado seguirlo a la gloria.
Por lo tanto, despertmonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace la Escritura: Ya es hora de despertarnos del sueo. Y, abiertos nuestros ojos a la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada da la voz de Dios: Si escuchis hoy su voz, no endurezcis el corazn; y tambin: Quien tenga odos que oiga lo que dice el Espritu a las Iglesias.
Y qu es lo que dice? Venid, hijos, escuchadme: os instruir en el temor del Seor. Caminad mientras tenis luz, antes que os sorprendan las tinieblas de la muerte.
Y el Seor, buscando entre la multitud de los hombres a uno que realmente quisiera ser operario suyo, dirige a todos esta invitacin: Hay alguien que ame la vida y desee das de prosperidad? Y, si t, al or esta invitacin, respondes: Yo, entonces Dios te dice: Si amas la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; aprtate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Si as lo hacis, mis ojos estarn sobre vosotros y mis odos atentos a vuestras plegarias; y, antes de que me invoquis, os dir: Aqu estoy.
Qu hay para nosotros ms dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Seor que nos invita? Ved cmo el Seor, con su amor paternal, nos muestra el camino de la vida.
Ceida, pues, nuestra cintura con la fe y la prctica de las buenas obras, avancemos por sus caminos, tomando por gua el Evangelio, para que alcancemos a ver a aquel que nos ha llamado a su reino. Porque, si queremos tener nuestra morada en las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar all hemos de caminar aprisa por el camino de las buenas obras.
As como hay un celo malo, lleno de amargura, que separa de Dios y lleva al infierno, as tambin hay un celo bueno, que separa de los vicios y lleva a Dios y a la vida eterna. ste es el celo que han de practicar con ferviente amor los monjes, esto es: estimando a los dems ms que a uno mismo; soporten con una paciencia sin lmites sus debilidades, tanto corporales como espirituales; pongan todo su empeo en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el bien de los dems, antes que el suyo propio; pongan en prctica un sincero amor fraterno; vivan siempre en el temor y amor de Dios; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo, el cual nos lleve a todos juntos a la vida eterna.
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Seor, Dios nuestro, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la escuela del divino servicio, concdenos, por su intercesin, que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazn. Por nuestro Seor Jesucristo. Amn.
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21 de Marzo (Tradicional) / 11 de Julio (Nuevo) - San Benito de Nursia, Abad (480-543) - No antepongan nada absolutamente a Cristo - De la Regla de San Benito, Fundador del Orden de los Benedictinos, Patrn de Europa
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La Bendicin Apostlica de la Santa Sede en Roma se imparta (28 de Octubre, 2013)
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