Santa Francisca la Romana - En amoroso servicio y obediencia a la voluntad de Dios
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La paciencia y caridad de Santa Francisca
De la vida de Santa Francisca la Romana por Mara Magdalena Anguillaria, Superiora de las Oblatas de la Tor de Specchi
Caps. 6-7: Acta Sanctorum Martii 2, 188-189)
Caps. 6-7: Acta Sanctorum Martii 2, 188-189)
Dios prob la paciencia de Francisca no slo en su fortuna, sino tambin en su mismo cuerpo, hacindola experimentar largas y graves enfermedades, como se ha dicho antes y se dir luego. Sin embargo, no se pudo observar en ella ningn acto de impaciencia, ni mostr el menor signo de desagrado por la torpeza con que a veces la atendan.
Francisca manifest su entereza en la muerte prematura de sus hijos, a los que amaba tiernamente; siempre acept con serenidad la voluntad de Dios, dando gracias por todo lo que le aconteca. Con la misma paciencia soportaba a los que la criticaban, calumniaban y hablaban mal de su forma de vivir. Nunca se advirti en ella ni el ms leve indicio de aversin respecto de aquellas personas que hablaban mal de ella y de sus asuntos; al contrario, devolviendo bien por mal, rogaba a Dios continuamente por dichas personas.
Y ya que Dios no la haba elegido para que se preocupara exclusivamente de su santificacin, sino para que emplease los dones que l le haba concedido para la salud espiritual y corporal del prjimo, la haba dotado de tal bondad que, a quien le aconteca ponerse en contacto con ella, se senta inmediatamente cautivado por su amor y su estima, y se haca dcil a todas sus indicaciones. Es que, por el poder de Dios, sus palabras posean tal eficacia que con una breve exhortacin consolaba a los afligidos y desconsolados, tranquilizaba a los desasosegados, calmaba a los iracundos, reconciliaba a los enemigos, extingua odios y rencores inveterados, en una palabra, moderaba las pasiones de los hombres y las orientaba hacia su recto fin.
Por esto todo el mundo recurra a Francisca como a un asilo seguro, y todos encontraban consuelo, aunque reprenda severamente a los pecadores y censuraba sin timidez a los que haban ofendido o eran ingratos a Dios.
Francisca, entre las diversas enfermedades mortales y pestes que abundaban en Roma, despreciando todo peligro de contagio, ejercitaba su misericordia con todos los desgraciados y todos los que necesitaban ayuda de los dems. Fcilmente los encontraba; en primer lugar les incitaba a la expiacin uniendo sus padecimientos a los de Cristo, despus les atenda con todo cuidado, exhortndoles amorosamente a que aceptasen gustosos todas las incomodidades como venidas de la mano de Dios, y a que las soportasen por el amor de aquel que haba sufrido tanto por ellos.
Francisca no se contentaba con atender a los enfermos que poda recoger en su casa, sino que los buscaba en sus chozas y hospitales pblicos. All calmaba su sed, arreglaba sus camas y curaba sus lceras con tanto mayor cuidado cuanto ms f tidas o repugnantes eran.
Acostumbraba tambin a ir al hospital de Camposanto y all distribua entre los ms necesitados alimentos y delicados manjares. Cuando volva a casa, llevaba consigo los harapos y los paos sucios y los lavaba cuidadosamente y planchaba con esmero, colocndolos entre aromas, como si fueran a servir para su mismo Seor.
Durante treinta aos desempe Francisca este servicio a los enfermos, es decir, mientras vivi en casa de su marido, y tambin durante este tiempo realizaba frecuentes visitas a los hospitales de Santa Mara, de Santa Cecilia en el Trastvere, del Espritu Santo y de Camposanto. Y, como durante este tiempo en el que abundaban las enfermedades contagiosas, era muy difcil encontrar no slo mdicos que curasen los cuerpos, sino tambin sacerdotes que se preocupasen de lo necesario para el alma, ella misma los buscaba y los llevaba a los enfermos que ya estaban preparados para recibir la penitencia y la eucarista. Para poder actuar con ms libertad, ella misma retribua de su propio peculio a aquellos sacerdotes que atendan en los hospitales a los enfermos que ella les indicaba.
ORACIN
Oh Dios, que nos diste en santa Francisca Romana modelo singular de vida matrimonial y monstica, concdenos vivir en tu servicio con tal perseverancia, que podamos descubrirte y seguirte en todas las circunstancias de la vida. Por nuestro Seor Jesucristo. Amn.
La paciencia y caridad de Santa Francisca
De la vida de Santa Francisca la Romana por Mara Magdalena Anguillaria, Superiora de las Oblatas de la Tor de Specchi
Caps. 6-7: Acta Sanctorum Martii 2, 188-189)
Caps. 6-7: Acta Sanctorum Martii 2, 188-189)
Dios prob la paciencia de Francisca no slo en su fortuna, sino tambin en su mismo cuerpo, hacindola experimentar largas y graves enfermedades, como se ha dicho antes y se dir luego. Sin embargo, no se pudo observar en ella ningn acto de impaciencia, ni mostr el menor signo de desagrado por la torpeza con que a veces la atendan.
Francisca manifest su entereza en la muerte prematura de sus hijos, a los que amaba tiernamente; siempre acept con serenidad la voluntad de Dios, dando gracias por todo lo que le aconteca. Con la misma paciencia soportaba a los que la criticaban, calumniaban y hablaban mal de su forma de vivir. Nunca se advirti en ella ni el ms leve indicio de aversin respecto de aquellas personas que hablaban mal de ella y de sus asuntos; al contrario, devolviendo bien por mal, rogaba a Dios continuamente por dichas personas.
Y ya que Dios no la haba elegido para que se preocupara exclusivamente de su santificacin, sino para que emplease los dones que l le haba concedido para la salud espiritual y corporal del prjimo, la haba dotado de tal bondad que, a quien le aconteca ponerse en contacto con ella, se senta inmediatamente cautivado por su amor y su estima, y se haca dcil a todas sus indicaciones. Es que, por el poder de Dios, sus palabras posean tal eficacia que con una breve exhortacin consolaba a los afligidos y desconsolados, tranquilizaba a los desasosegados, calmaba a los iracundos, reconciliaba a los enemigos, extingua odios y rencores inveterados, en una palabra, moderaba las pasiones de los hombres y las orientaba hacia su recto fin.
Por esto todo el mundo recurra a Francisca como a un asilo seguro, y todos encontraban consuelo, aunque reprenda severamente a los pecadores y censuraba sin timidez a los que haban ofendido o eran ingratos a Dios.
Francisca, entre las diversas enfermedades mortales y pestes que abundaban en Roma, despreciando todo peligro de contagio, ejercitaba su misericordia con todos los desgraciados y todos los que necesitaban ayuda de los dems. Fcilmente los encontraba; en primer lugar les incitaba a la expiacin uniendo sus padecimientos a los de Cristo, despus les atenda con todo cuidado, exhortndoles amorosamente a que aceptasen gustosos todas las incomodidades como venidas de la mano de Dios, y a que las soportasen por el amor de aquel que haba sufrido tanto por ellos.
Francisca no se contentaba con atender a los enfermos que poda recoger en su casa, sino que los buscaba en sus chozas y hospitales pblicos. All calmaba su sed, arreglaba sus camas y curaba sus lceras con tanto mayor cuidado cuanto ms f tidas o repugnantes eran.
Acostumbraba tambin a ir al hospital de Camposanto y all distribua entre los ms necesitados alimentos y delicados manjares. Cuando volva a casa, llevaba consigo los harapos y los paos sucios y los lavaba cuidadosamente y planchaba con esmero, colocndolos entre aromas, como si fueran a servir para su mismo Seor.
Durante treinta aos desempe Francisca este servicio a los enfermos, es decir, mientras vivi en casa de su marido, y tambin durante este tiempo realizaba frecuentes visitas a los hospitales de Santa Mara, de Santa Cecilia en el Trastvere, del Espritu Santo y de Camposanto. Y, como durante este tiempo en el que abundaban las enfermedades contagiosas, era muy difcil encontrar no slo mdicos que curasen los cuerpos, sino tambin sacerdotes que se preocupasen de lo necesario para el alma, ella misma los buscaba y los llevaba a los enfermos que ya estaban preparados para recibir la penitencia y la eucarista. Para poder actuar con ms libertad, ella misma retribua de su propio peculio a aquellos sacerdotes que atendan en los hospitales a los enfermos que ella les indicaba.
ORACIN
Oh Dios, que nos diste en santa Francisca Romana modelo singular de vida matrimonial y monstica, concdenos vivir en tu servicio con tal perseverancia, que podamos descubrirte y seguirte en todas las circunstancias de la vida. Por nuestro Seor Jesucristo. Amn.
9 de Marzo - Santa Francisca la Romana - En amoroso servicio y obediencia a la voluntad de Dios - Esposa, Madre, Viuda, Mstica, Oblata Benedictina
Este sitio es dedicado a Nuestro Seor Jesucristo
en la Santsima Virgen Mara
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La Bendicin Apostlica de la Santa Sede en Roma se imparta (28 de Octubre, 2013)
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