"Si, es momento para que todos nosotros lo amemos a Dios y que cuidemos a nuestra alma inmortal"
Solicitud para la Salvacin Eterna (Fragmento)
por Obispo Ehrler, 1891
El Cuidado para tu Eterna Salvacin es:
I. Lo ms necesario
II. Lo ms sublime
III. El deber mas dulce de nuestra vida.
I. El cuidado de tu alma es el deber ms necesario de nuestra vida.
1. Todos los otros cuidados que colman nuestra atencin tienen referencias a las cosas perecedoras de esta vida terrestre. Pero, puedes nombrarme un cuidado o deber ms urgente e importante que el de nuestra eterna salvacin? Todos los otros cuidados son meramente transitivos, superficiales, triviales; el cuidado de nustras almas involucra nuestros intereses ms profundos y santos, la decision de nuestra suerte para toda la eternidad. Dentro de no muchos aos ms, este cuerpo nuestro, el objeto de tanta! solicitud, al cual alimentamos y vestimos tan cuidadosamente, regresar al polvo. Los bienes y gozos de la vida son como polvo brillante, el cual ser barrido por la tormenta que vendr antes del Juicio General, y el cual es de ningun valor ante los ojos de Dios y sus Santos. Los amigos y parientes, cuyo bienestar es muy querido en nuestro corazn, son poco ms que conocidos transitorios que conocemos y luego nos separamos en un hotel pasajero, brindndoles un adios despues de un breve tiempo juntos. "Yo he visto todas las cosas hechas bajo el sol, y mira, todo es vanidad y enfado del espritu." (Eccles. 1:14) En cambio, nuestras almas no han de morir ni decaer. La eterna felicidad o miseria de nuestras almas depende en el cuidado o falta de tal que les manifestamos. Hay acaso una alguna necesidad mas grande que la de cuidar a nuestras almas inmortales?
2. Este asunto no pude ser descuidado sin incurrir el peor dao. Muchos males pueden acompaar el descuido o la conducta abandonada de nuestros asuntos terrenales, pero las calamidades temporales raramente son irreemediables o totalmente deprivadas de algun bien. Raramente existe una calamidad terrenal que ni puede ser reparada o, prontamente sea olvidada. Podrs recuperar bienes perdidos, o ganar bienes an mas grandes. Otros amigos mejores pueden suplantar a los que laments haber perdido; y, la salud ms delicada pude ser restaurada. El hombre puede recuperar todas las cosas temporales, o al contrario, puede consolarse con la esperanza de mas grandes posesiones y cosas en el futuro. Pero si, por indiferencia, perdemos a nuestro alma, perdemos todo -- y lo Perdemos Para Siempre! Nada puede compensarte por esta prdida o miseria. Ni un solo momento de tiempo malgastado en cualquier otra ocupacin que no es el cuidado de nuestras almas, se nos ser devuelto por segunda vez. Aquel que no salva su alma para la vida eterna en este corto periodo de tiempo otorgado, es expulsado a la oscuridad externa. El o ella es como una rama cortada de la vid para ser lanzado al fuego. Como las vrgenes ingenuas, la persona se encuentra sin una cmara nupcial cuya puerta nunca se le abrir; como en el caso del sirviente infructfero, quien enterr su moneda, la cual es entregada a las manos de otro. Acaso hay algun otro cuidado de un inters ms importante que este?
3. Este cuidado no permite ni demora ni sustituto. El tiempo vuela con la velocidad de un relmpago, y nosotros no debemos desperdiciar ni una sola hora. Lo que se pospone, ya se ha perdido. Lo que se descuida hoy, no puede ser recuperado maana. No hay ni maana, ni el prximo da; solo existe el da de hoy y el momento de ahora. Tampoco puedes emplear un sustituto en esta materia. Yo mismo--ustedes mismos--tienen que salvar el alma inmortal que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. Ni importa si tuviste un gran squito de sirvientes, si tuviste el comando sobre miles: ni uno ni todos de esas grandes armadas de subordinados podran aliviarte de este importante deber. No mi amigo; en la tierra o en el Cielo, nadie puede tomar tu lugar en este inters monumental.
4. Que nos dice las Sagradas Escrituras de este cuidado tan necesario? "Marta, Marta! tu prestas cuidado, y estis preocupada por muchas cosas. Pero una cosa es necesaria (San Lucas 10: 41-42)." Marta est cumpliendo los santos deberes de hospitalidad para Cristo, pero sin embargo El le dice: "Pero una cosa es necesaria." "Que provecho le har a un hombre si el gana el mundo entero, y pierde su propio alma? (San Mateo 8 : 33)?" Ay! Donde estn aquellos que a diario se plantean esta pregunta: "Que h de hacer, para que yo pueda tener vida eterna?" (San Mateo 19: 16)?
II. El cuidado de nuestra alma es no solo lo ms necesario, sino tambien la empresa y el deber ms sublime de nuestra vida.
1. Cual es el valor del alma para los ojos del mundo? En el juicio mundanal, un alma es de poco o no valor. Innumerables cantidades de hombres atraviesan la vida en la pobreza y la necesidad, cubiertos con trapos miserables. El mundo los pasa de lado, despectivamente. Grandes armadas son conducidas a la batalla, y una bola de can las atropella a montn, tal como un guadaa corta el pasto en el campo. Una vez mas, milliones estn atados a las cadenas de la esclavitud y solo son preciados, como animales, por su belleza o fuerza fsica. Cientos y miles son empleados en el aire pestoso y enfermizo de las moleduras y fbricas, las cuales lentamente y seguramente envenena sus vidas, para que otros puedan virir con comodidad y lujo, o para que el capital de los empleadores crezca. Dios mio! Que valor tiene un hombre para los ojos del mundo? Es una criatura sin valor--y se lo hace an ms desgraciado por la ruina que el pecado le trae a su alma. Por un placer transitorio, para la gratificacin de una lujuria sensual, algunos hombres estn listos para vender sus almas al demonio, como Judas fue a vender a su Seor y Amo por treinta piezas de plata.
2. Pero que es un alma humana para los ojos de Dios? Una joya de tal valor que el razonamiento humano no lo puede comprender.
(a.) Desde la eternidad, el alma del hombre fue el objeto de los pensamientos de Dios. El hizo al alma de acuerdo a Su propia imagen y similitud; por cuya razn, el alma sobrepasa en belleza y dignidad todas las cosas visibles. El construy el universo para el alma, para guiarla, como una reina, a Su palacio. Todas las cosas visibles han sido asignadas a su servicio.
(b.) El Hijo de Dios dej detrs la gloria de Su Padre, se hizo hombre, y acogi una vida de pobreza y sufrimiento por nuestras almas. Desparram Su Preciosa Sangre para lavar nuestros almas del pecado. Para nuestras almas El estableci Su Iglesia, y vive da y noche en el Sacratsimo Sacramento del Altar, como una renovacin sin cesar de Su amor a nuestras almas.
(c.) El Espritu Santo ha consagrado el alma humana a Su templo, para as poder hacer Su morada en ella, con el Padre y el Hijo. La ha adornado con los dones mas preciosos de Su gracia; El desciende a ella en un flujo sptuplo, iluminandola con los rayos de Su sabidura. El es su consolador y su fortaleza. El apoya y proteje la Iglesia del error, para que ella pueda continuar en su eficacia para la salvacin de la humanidad hasta el fin del tiempo.
(d.) Como si esto no fuese suficiente, Dios mueve, por decirlo asi, a los Cielos, para que El pueda salvar a nuestra alma, Su amada esposa, y la proteja al enviarle sus bienaventurados espritus. El le d al alma el nombre de un Santo, quien El designa para protejerla como su patrn; y finalmente, El le encomienda al cuidado de un ngel guardin. Podra Dios hacer mas para mostrarnos el valor de nuestra alma?
3. Y que valor le da el diablo a un alma humana? Est dispuesto a pagar un gran precio por ella; est dispuesto a darle todos los reinos del mundo y la gloria perteneciente al mundo.
4. Y que es lo que los hombres piensan del alma que es tan valorado por Dios y el malvado? Ay! Como se portan con gran tontera las grandes masas de hombres! Viven como si no tuvieran almas. Intercambian ese precioso tesoro por las cosas perecederas de este mundo, por un puado de cebada y un pedazo de pan; para un gozo pecaminoso. Canjean la esposa del Cielo, sus almas, encomendadas a su cuidado, para la gratificacin de una baja pasin.
III. El cuidado de nuestra alma, a travs de la misericordia de Dios es, al mismo tiempo, liviano y dulce. Convencidos como estamos del valor de nuestra alma, ningun sacrificio debe ser demasiado grande; ningun labor demasiado duro, si es para la salvacin del alma. No obstante, el Seor ha hecho liviano y dulce el cuidado de nuestro alma. "Ven a mi, todos los que laboran, y estn cargados pesadamente, y los refrescar. Mi yugo es dulce y mi carga es liviana" (San Mateo, 11:28,30). El llama Su servicio y el cuidado para la salvacin de nuestro alma, una carga y un yugo, pero declara asimismo que ser el gozo y la delicia la porcin de aquel que ama esta carga, y lleva su yugo alegremente, hasta el final.
1. Que requiere el Seor de nosotros para salvar a nuestas almas?
(a.) Una fe firme y viva en Su Santa Palabra, anunciada por Sus propios labios divinos, o por la boca de su Iglesia infalible. Es este un sacrificio demasiado enorme y opresivo? No es la fe la luz de la vida, nuestra fortaleza en cada dificultad y prueba? Acaso no es nuestra esperanza y consuelo en la oscura y amarga hora de nuestra muerte? La fe hace hermosa nuestra vida, y derrama paz celestial dentro de nuestros corazones. Quan mseros y desgradiados seramos si fueramos deprivados de esta luz y blsamo! Deberamos exclamar junto a San Pedro "Seor, a quien vamos a recurrir? T tienes las palabras de la vida eterna" (San Juan 6:69).
(b.) Dios nos manda amarlo con todo nuestro corazn, con todo nuestra alma, y con toda nuestra fuerza. Es esto dificil o imposible? No es l el Ser Supremo, y el mejor de los Padres? No es l el Ser mas amable, merecedor y digno de todos nuestros afectos? Y acaso no somos felices en Su amor?
(c.) El nos manda a cumplir sus mandamientos. "Si tu has de entrar a la vida, obedece los mandamientos" (San Mateo 19:17). Ellos son la fundacin de nuestra felicidad, aqui y en el mas all. Y si algunos mandamientos requieren un sacrificio: no es cada sacrificio hecho por el amor a Dios, la fuente de nuevas alegras?
2. Cristo mismo ya ha hecho la mayor parte del trabajo para nuestra salvacin. "He de venir y curarlo", el Seor le dijo al Centurin, quien le haba implorado que dijera una sola palabra a la distancia para curarlo a su sirviente. "Yo mismo vendr y la curar", dijo el Hijo de Dios, cuando estaba por liberar nuestro alma del pecado y la perdicin. Y l ha sanado nuestro alma al cumplir con la ley entera para que no nos quedara nada ms que hacer que simplemente participar en Sus mritos. "l quien ni ahorr a Su propio Hijo, sino que lo entreg a las alturas para todos nosotros, como no ha podido El tambin, con l, darnos todo?" (Romanos 8:32)? Para lo que nos falte hacer, el Seor nos ayudar a lograrlo dndonos Su gracia; y, fortificados con esa gracia, podremos exclamar juntos con San Pablo: "Yo puedo hacer todas ls cosas con l, quien me fortalece" (Fil. 4:13).
3. Es ms, nuestro Seor nos ha prometido solemnemente que El nos dar una recompensa eterna por todo esfuerzo hecho con amor hacia l. "Aquel que ha de perseverar hasta el final, ha de ser salvado (San Mateo 10:22). "A el que vence, Yo he de darle la man oculta" (Apoc. 2:17). Ningun labor hecho, ningun sacrificio hecho por Dios y la salvacin de nuestra alma, es en vano o sin dar fruto. "Nuestra tribulacin actual, la cual es momentnea y leve, obra por nosotros - en una medida excepcional - el logro de una recompensa con un valor eterno de gloria" (2 Cor. 4:17,18). Que es lo que harn los hombres en la espera de una recompensa? Y cuantas pocas veces vale la pena la recompensa prometida con tanto trabajo! El mar oculta en su seno una ruina magistral de tesoros nufragos; pero el ocano de la vida humana oculta en sus profundidades ruinas an ms grandes de esperanzas desilucionadas y labores sin fruto: muchos hombres, que nunca se cansan de lanzar sus frgiles barcas en el mismo mar traicionero e inestable; pero no importa que prdida o ruina vendr sobre las cosas temporales, Dios nunca decepciona las esperanzas del hombre con el asunto vital de la salvacin de su alma.
Cuando Jacob habia servido a Labn, su suegro, por largo tiempo, se acerc a l y le dijo: "T sabes como te he servido, y cuan grandiosa han sido tus bienes, gracias al esfuerzo de mis manos. Es razonable, por lo tanto, que yo pueda ahora proveer para mi propia casa" (Gen. 30:29,30). Deja que este sea el sentimiento con el cual tu empiezas este Ao Nuevo: "Durante muchos, muchos aos yo he servido al mundo y al pecado. Es razonable, por lo tanto, que yo ahora debo proveer para mi propia casa." Si, es momento para que todos nosotros lo amemos a Dios y que cuidemos a nuestra alma inmortal. Amn.
Traducido del Ingls por Jan Paul von Wendt -
catholicharboroffaithandmorals.com
Solicitud para la Salvacin Eterna (Fragmento)
por Obispo Ehrler, 1891
El Cuidado para tu Eterna Salvacin es:
I. Lo ms necesario
II. Lo ms sublime
III. El deber mas dulce de nuestra vida.
I. El cuidado de tu alma es el deber ms necesario de nuestra vida.
1. Todos los otros cuidados que colman nuestra atencin tienen referencias a las cosas perecedoras de esta vida terrestre. Pero, puedes nombrarme un cuidado o deber ms urgente e importante que el de nuestra eterna salvacin? Todos los otros cuidados son meramente transitivos, superficiales, triviales; el cuidado de nustras almas involucra nuestros intereses ms profundos y santos, la decision de nuestra suerte para toda la eternidad. Dentro de no muchos aos ms, este cuerpo nuestro, el objeto de tanta! solicitud, al cual alimentamos y vestimos tan cuidadosamente, regresar al polvo. Los bienes y gozos de la vida son como polvo brillante, el cual ser barrido por la tormenta que vendr antes del Juicio General, y el cual es de ningun valor ante los ojos de Dios y sus Santos. Los amigos y parientes, cuyo bienestar es muy querido en nuestro corazn, son poco ms que conocidos transitorios que conocemos y luego nos separamos en un hotel pasajero, brindndoles un adios despues de un breve tiempo juntos. "Yo he visto todas las cosas hechas bajo el sol, y mira, todo es vanidad y enfado del espritu." (Eccles. 1:14) En cambio, nuestras almas no han de morir ni decaer. La eterna felicidad o miseria de nuestras almas depende en el cuidado o falta de tal que les manifestamos. Hay acaso una alguna necesidad mas grande que la de cuidar a nuestras almas inmortales?
2. Este asunto no pude ser descuidado sin incurrir el peor dao. Muchos males pueden acompaar el descuido o la conducta abandonada de nuestros asuntos terrenales, pero las calamidades temporales raramente son irreemediables o totalmente deprivadas de algun bien. Raramente existe una calamidad terrenal que ni puede ser reparada o, prontamente sea olvidada. Podrs recuperar bienes perdidos, o ganar bienes an mas grandes. Otros amigos mejores pueden suplantar a los que laments haber perdido; y, la salud ms delicada pude ser restaurada. El hombre puede recuperar todas las cosas temporales, o al contrario, puede consolarse con la esperanza de mas grandes posesiones y cosas en el futuro. Pero si, por indiferencia, perdemos a nuestro alma, perdemos todo -- y lo Perdemos Para Siempre! Nada puede compensarte por esta prdida o miseria. Ni un solo momento de tiempo malgastado en cualquier otra ocupacin que no es el cuidado de nuestras almas, se nos ser devuelto por segunda vez. Aquel que no salva su alma para la vida eterna en este corto periodo de tiempo otorgado, es expulsado a la oscuridad externa. El o ella es como una rama cortada de la vid para ser lanzado al fuego. Como las vrgenes ingenuas, la persona se encuentra sin una cmara nupcial cuya puerta nunca se le abrir; como en el caso del sirviente infructfero, quien enterr su moneda, la cual es entregada a las manos de otro. Acaso hay algun otro cuidado de un inters ms importante que este?
3. Este cuidado no permite ni demora ni sustituto. El tiempo vuela con la velocidad de un relmpago, y nosotros no debemos desperdiciar ni una sola hora. Lo que se pospone, ya se ha perdido. Lo que se descuida hoy, no puede ser recuperado maana. No hay ni maana, ni el prximo da; solo existe el da de hoy y el momento de ahora. Tampoco puedes emplear un sustituto en esta materia. Yo mismo--ustedes mismos--tienen que salvar el alma inmortal que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. Ni importa si tuviste un gran squito de sirvientes, si tuviste el comando sobre miles: ni uno ni todos de esas grandes armadas de subordinados podran aliviarte de este importante deber. No mi amigo; en la tierra o en el Cielo, nadie puede tomar tu lugar en este inters monumental.
4. Que nos dice las Sagradas Escrituras de este cuidado tan necesario? "Marta, Marta! tu prestas cuidado, y estis preocupada por muchas cosas. Pero una cosa es necesaria (San Lucas 10: 41-42)." Marta est cumpliendo los santos deberes de hospitalidad para Cristo, pero sin embargo El le dice: "Pero una cosa es necesaria." "Que provecho le har a un hombre si el gana el mundo entero, y pierde su propio alma? (San Mateo 8 : 33)?" Ay! Donde estn aquellos que a diario se plantean esta pregunta: "Que h de hacer, para que yo pueda tener vida eterna?" (San Mateo 19: 16)?
II. El cuidado de nuestra alma es no solo lo ms necesario, sino tambien la empresa y el deber ms sublime de nuestra vida.
1. Cual es el valor del alma para los ojos del mundo? En el juicio mundanal, un alma es de poco o no valor. Innumerables cantidades de hombres atraviesan la vida en la pobreza y la necesidad, cubiertos con trapos miserables. El mundo los pasa de lado, despectivamente. Grandes armadas son conducidas a la batalla, y una bola de can las atropella a montn, tal como un guadaa corta el pasto en el campo. Una vez mas, milliones estn atados a las cadenas de la esclavitud y solo son preciados, como animales, por su belleza o fuerza fsica. Cientos y miles son empleados en el aire pestoso y enfermizo de las moleduras y fbricas, las cuales lentamente y seguramente envenena sus vidas, para que otros puedan virir con comodidad y lujo, o para que el capital de los empleadores crezca. Dios mio! Que valor tiene un hombre para los ojos del mundo? Es una criatura sin valor--y se lo hace an ms desgraciado por la ruina que el pecado le trae a su alma. Por un placer transitorio, para la gratificacin de una lujuria sensual, algunos hombres estn listos para vender sus almas al demonio, como Judas fue a vender a su Seor y Amo por treinta piezas de plata.
2. Pero que es un alma humana para los ojos de Dios? Una joya de tal valor que el razonamiento humano no lo puede comprender.
(a.) Desde la eternidad, el alma del hombre fue el objeto de los pensamientos de Dios. El hizo al alma de acuerdo a Su propia imagen y similitud; por cuya razn, el alma sobrepasa en belleza y dignidad todas las cosas visibles. El construy el universo para el alma, para guiarla, como una reina, a Su palacio. Todas las cosas visibles han sido asignadas a su servicio.
(b.) El Hijo de Dios dej detrs la gloria de Su Padre, se hizo hombre, y acogi una vida de pobreza y sufrimiento por nuestras almas. Desparram Su Preciosa Sangre para lavar nuestros almas del pecado. Para nuestras almas El estableci Su Iglesia, y vive da y noche en el Sacratsimo Sacramento del Altar, como una renovacin sin cesar de Su amor a nuestras almas.
(c.) El Espritu Santo ha consagrado el alma humana a Su templo, para as poder hacer Su morada en ella, con el Padre y el Hijo. La ha adornado con los dones mas preciosos de Su gracia; El desciende a ella en un flujo sptuplo, iluminandola con los rayos de Su sabidura. El es su consolador y su fortaleza. El apoya y proteje la Iglesia del error, para que ella pueda continuar en su eficacia para la salvacin de la humanidad hasta el fin del tiempo.
(d.) Como si esto no fuese suficiente, Dios mueve, por decirlo asi, a los Cielos, para que El pueda salvar a nuestra alma, Su amada esposa, y la proteja al enviarle sus bienaventurados espritus. El le d al alma el nombre de un Santo, quien El designa para protejerla como su patrn; y finalmente, El le encomienda al cuidado de un ngel guardin. Podra Dios hacer mas para mostrarnos el valor de nuestra alma?
3. Y que valor le da el diablo a un alma humana? Est dispuesto a pagar un gran precio por ella; est dispuesto a darle todos los reinos del mundo y la gloria perteneciente al mundo.
4. Y que es lo que los hombres piensan del alma que es tan valorado por Dios y el malvado? Ay! Como se portan con gran tontera las grandes masas de hombres! Viven como si no tuvieran almas. Intercambian ese precioso tesoro por las cosas perecederas de este mundo, por un puado de cebada y un pedazo de pan; para un gozo pecaminoso. Canjean la esposa del Cielo, sus almas, encomendadas a su cuidado, para la gratificacin de una baja pasin.
III. El cuidado de nuestra alma, a travs de la misericordia de Dios es, al mismo tiempo, liviano y dulce. Convencidos como estamos del valor de nuestra alma, ningun sacrificio debe ser demasiado grande; ningun labor demasiado duro, si es para la salvacin del alma. No obstante, el Seor ha hecho liviano y dulce el cuidado de nuestro alma. "Ven a mi, todos los que laboran, y estn cargados pesadamente, y los refrescar. Mi yugo es dulce y mi carga es liviana" (San Mateo, 11:28,30). El llama Su servicio y el cuidado para la salvacin de nuestro alma, una carga y un yugo, pero declara asimismo que ser el gozo y la delicia la porcin de aquel que ama esta carga, y lleva su yugo alegremente, hasta el final.
1. Que requiere el Seor de nosotros para salvar a nuestas almas?
(a.) Una fe firme y viva en Su Santa Palabra, anunciada por Sus propios labios divinos, o por la boca de su Iglesia infalible. Es este un sacrificio demasiado enorme y opresivo? No es la fe la luz de la vida, nuestra fortaleza en cada dificultad y prueba? Acaso no es nuestra esperanza y consuelo en la oscura y amarga hora de nuestra muerte? La fe hace hermosa nuestra vida, y derrama paz celestial dentro de nuestros corazones. Quan mseros y desgradiados seramos si fueramos deprivados de esta luz y blsamo! Deberamos exclamar junto a San Pedro "Seor, a quien vamos a recurrir? T tienes las palabras de la vida eterna" (San Juan 6:69).
(b.) Dios nos manda amarlo con todo nuestro corazn, con todo nuestra alma, y con toda nuestra fuerza. Es esto dificil o imposible? No es l el Ser Supremo, y el mejor de los Padres? No es l el Ser mas amable, merecedor y digno de todos nuestros afectos? Y acaso no somos felices en Su amor?
(c.) El nos manda a cumplir sus mandamientos. "Si tu has de entrar a la vida, obedece los mandamientos" (San Mateo 19:17). Ellos son la fundacin de nuestra felicidad, aqui y en el mas all. Y si algunos mandamientos requieren un sacrificio: no es cada sacrificio hecho por el amor a Dios, la fuente de nuevas alegras?
2. Cristo mismo ya ha hecho la mayor parte del trabajo para nuestra salvacin. "He de venir y curarlo", el Seor le dijo al Centurin, quien le haba implorado que dijera una sola palabra a la distancia para curarlo a su sirviente. "Yo mismo vendr y la curar", dijo el Hijo de Dios, cuando estaba por liberar nuestro alma del pecado y la perdicin. Y l ha sanado nuestro alma al cumplir con la ley entera para que no nos quedara nada ms que hacer que simplemente participar en Sus mritos. "l quien ni ahorr a Su propio Hijo, sino que lo entreg a las alturas para todos nosotros, como no ha podido El tambin, con l, darnos todo?" (Romanos 8:32)? Para lo que nos falte hacer, el Seor nos ayudar a lograrlo dndonos Su gracia; y, fortificados con esa gracia, podremos exclamar juntos con San Pablo: "Yo puedo hacer todas ls cosas con l, quien me fortalece" (Fil. 4:13).
3. Es ms, nuestro Seor nos ha prometido solemnemente que El nos dar una recompensa eterna por todo esfuerzo hecho con amor hacia l. "Aquel que ha de perseverar hasta el final, ha de ser salvado (San Mateo 10:22). "A el que vence, Yo he de darle la man oculta" (Apoc. 2:17). Ningun labor hecho, ningun sacrificio hecho por Dios y la salvacin de nuestra alma, es en vano o sin dar fruto. "Nuestra tribulacin actual, la cual es momentnea y leve, obra por nosotros - en una medida excepcional - el logro de una recompensa con un valor eterno de gloria" (2 Cor. 4:17,18). Que es lo que harn los hombres en la espera de una recompensa? Y cuantas pocas veces vale la pena la recompensa prometida con tanto trabajo! El mar oculta en su seno una ruina magistral de tesoros nufragos; pero el ocano de la vida humana oculta en sus profundidades ruinas an ms grandes de esperanzas desilucionadas y labores sin fruto: muchos hombres, que nunca se cansan de lanzar sus frgiles barcas en el mismo mar traicionero e inestable; pero no importa que prdida o ruina vendr sobre las cosas temporales, Dios nunca decepciona las esperanzas del hombre con el asunto vital de la salvacin de su alma.
Cuando Jacob habia servido a Labn, su suegro, por largo tiempo, se acerc a l y le dijo: "T sabes como te he servido, y cuan grandiosa han sido tus bienes, gracias al esfuerzo de mis manos. Es razonable, por lo tanto, que yo pueda ahora proveer para mi propia casa" (Gen. 30:29,30). Deja que este sea el sentimiento con el cual tu empiezas este Ao Nuevo: "Durante muchos, muchos aos yo he servido al mundo y al pecado. Es razonable, por lo tanto, que yo ahora debo proveer para mi propia casa." Si, es momento para que todos nosotros lo amemos a Dios y que cuidemos a nuestra alma inmortal. Amn.
Traducido del Ingls por Jan Paul von Wendt -
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Si, es momento para que todos nosotros lo amemos a Dios y que cuidemos a nuestra alma inmortal - Fragmento de la "Solicitud para la Salvacin Eterna" por el Obispo Ehrler, 1891
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