San Ambrosio - Por la gracia de tus palabras gnate a tu pueblo
San Ambrosio - El atractivo de tus palabras hace dctil a tu pueblo
De las Cartas de San Ambrosio, obispo
(Carta 2:1-2,4-5,7: PL 16 [edicin 1845], 847, 881)
(Carta 2:1-2,4-5,7: PL 16 [edicin 1845], 847, 881)
Has recibido la carga del sacerdocio. Sentado en la popa de la Iglesia, gobiernas la nave en medio de las olas que la combaten. Mantn firme el timn de la fe, para que las fuertes tormentas de este mundo no te hagan desviar de tu rumbo. El mar es ciertamente grande y dilatado, pero no temas, porque l la fund sobre los mares, l la afianz sobre los ros.
Por ello no es de extraar que, en medio de un mundo tan agitado, la Iglesia del Seor, edificada sobre la roca apostlica, permanezca estable y, a pesar de los furiosos embates del mar, resista inconmovible en sus cimientos. Las olas baten contra ella, pero se mantiene firme y, aunque con frecuencia los elementos de este mundo choquen con gran fragor, ella ofrece a los agobiados el seguro puerto de salvacin.
Sin embargo, aunque flucta en el mar, se desliza por los ros, principalmente por aquellos ros de los que dice el salmo: Levantan los ros su voz. Porque existen unos ros que manan de aquel que ha tomado de Cristo la bebida y ha recibido el Espritu de Dios. stos son los ros que, por la abundancia desbordante de la gracia espiritual, levantan su voz.
Y existe tambin un ro que se precipita entre sus santos como un torrente. Y existe un ro que, como el correr de las acequias, alegra al alma pacfica y tranquila. Todo aquel que recibe de la plenitud de este ro, como Juan Evangelista, como Pedro y Pablo, levanta su voz; y, as como los apstoles pregonaron por todos los confines de la tierra el mensaje evanglico, as tambin ste se lanza a anunciar esa Buena Nueva del Seor Jess.
Recibe, pues, de Cristo, para que puedas hablar a los dems. Acoge en ti el agua de Cristo, aquella que alaba al Seor. Recoge el agua proveniente de diversos lugares, la que derraman las nubes de los profetas. Todo aquel que recoge el agua de los montes, el que la hace venir y la bebe de las fuentes, la derrama luego como las nubes. Llena, pues, de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazn quede humedecida y regada por sus propias fuentes.
Para llenarse de esta agua es necesaria una frecuente e inteligente lectura; as, una vez lleno, regars a los dems. Por esto dice la Escritura: Si las nubes van llenas, vierten lluvia sobre la tierra.
Sean, pues, tus palabras fluidas, claras y transparentes, de modo que tu predicacin infunda suavidad en los odos de tu pueblo y con el atractivo de tus palabras lo hagas dctil. De este modo te seguir de buen grado a donde lo lleves.
Tus exhortaciones estn llenas de sabidura. En este sentido, dice Salomn: Las armas del espritu son los labios del sabio; y, en otro lugar: Tus labios estn atados por la inteligencia, es decir, que tus sermones brillen por su claridad e inteligencia, y que tus exhortaciones y tratados no tengan necesidad de apoyarse en las afirmaciones de los dems, sino que tus palabras se defiendan con sus propias armas, y que ninguna palabra vana y sin inteligencia salga de tu boca.
ORACIN
Seor Dios, que hiciste del obispo san Ambrosio un insigne maestro de la fe catlica y un admirable ejemplo de fortaleza apostlica, suscita en tu Iglesia hombres segn tu corazn, que guen siempre a tu pueblo con fortaleza y sabidura. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn
San Ambrosio - El atractivo de tus palabras hace dctil a tu pueblo
De las Cartas de San Ambrosio, obispo
(Carta 2:1-2,4-5,7: PL 16 [edicin 1845], 847, 881)
(Carta 2:1-2,4-5,7: PL 16 [edicin 1845], 847, 881)
Has recibido la carga del sacerdocio. Sentado en la popa de la Iglesia, gobiernas la nave en medio de las olas que la combaten. Mantn firme el timn de la fe, para que las fuertes tormentas de este mundo no te hagan desviar de tu rumbo. El mar es ciertamente grande y dilatado, pero no temas, porque l la fund sobre los mares, l la afianz sobre los ros.
Por ello no es de extraar que, en medio de un mundo tan agitado, la Iglesia del Seor, edificada sobre la roca apostlica, permanezca estable y, a pesar de los furiosos embates del mar, resista inconmovible en sus cimientos. Las olas baten contra ella, pero se mantiene firme y, aunque con frecuencia los elementos de este mundo choquen con gran fragor, ella ofrece a los agobiados el seguro puerto de salvacin.
Sin embargo, aunque flucta en el mar, se desliza por los ros, principalmente por aquellos ros de los que dice el salmo: Levantan los ros su voz. Porque existen unos ros que manan de aquel que ha tomado de Cristo la bebida y ha recibido el Espritu de Dios. stos son los ros que, por la abundancia desbordante de la gracia espiritual, levantan su voz.
Y existe tambin un ro que se precipita entre sus santos como un torrente. Y existe un ro que, como el correr de las acequias, alegra al alma pacfica y tranquila. Todo aquel que recibe de la plenitud de este ro, como Juan Evangelista, como Pedro y Pablo, levanta su voz; y, as como los apstoles pregonaron por todos los confines de la tierra el mensaje evanglico, as tambin ste se lanza a anunciar esa Buena Nueva del Seor Jess.
Recibe, pues, de Cristo, para que puedas hablar a los dems. Acoge en ti el agua de Cristo, aquella que alaba al Seor. Recoge el agua proveniente de diversos lugares, la que derraman las nubes de los profetas. Todo aquel que recoge el agua de los montes, el que la hace venir y la bebe de las fuentes, la derrama luego como las nubes. Llena, pues, de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazn quede humedecida y regada por sus propias fuentes.
Para llenarse de esta agua es necesaria una frecuente e inteligente lectura; as, una vez lleno, regars a los dems. Por esto dice la Escritura: Si las nubes van llenas, vierten lluvia sobre la tierra.
Sean, pues, tus palabras fluidas, claras y transparentes, de modo que tu predicacin infunda suavidad en los odos de tu pueblo y con el atractivo de tus palabras lo hagas dctil. De este modo te seguir de buen grado a donde lo lleves.
Tus exhortaciones estn llenas de sabidura. En este sentido, dice Salomn: Las armas del espritu son los labios del sabio; y, en otro lugar: Tus labios estn atados por la inteligencia, es decir, que tus sermones brillen por su claridad e inteligencia, y que tus exhortaciones y tratados no tengan necesidad de apoyarse en las afirmaciones de los dems, sino que tus palabras se defiendan con sus propias armas, y que ninguna palabra vana y sin inteligencia salga de tu boca.
ORACIN
Seor Dios, que hiciste del obispo san Ambrosio un insigne maestro de la fe catlica y un admirable ejemplo de fortaleza apostlica, suscita en tu Iglesia hombres segn tu corazn, que guen siempre a tu pueblo con fortaleza y sabidura. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn
7 de Diciembre - San Ambrosio (340-397) - De sus cartas - San Ambrosio - El atractivo de tus palabras hace dctil a tu pueblo - Arzobispo de Miln
Este sitio es dedicado a Nuestro Seor Jesucristo
en la Santsima Virgen Mara
para la Gloria de Dios
La Bendicin Apostlica de la Santa Sede en Roma se imparta (28 de Octubre, 2013)
Cooperatores Veritatis
Cooperatores Veritatis
Omnia ad majoren Dei Gloriam!
(Todo para la mayor gloria de Dios!)
Contctanos/escrbanos via email a [email protected]
El diseo y algunos materiales son ©2013-2021 por VerdadCatolica.Net - Todos los Derechos Reservados
Algunas obras rigen bajo licencia pblica o abierta - otras estn protegidas por derechos de propiedad intelectual de copyright de sus dueos.