San Clemente Primero, Papa - Maravillosos son los dones de Dios
Maravillosos son los dones de Dios
De la carta de San Clemente primero, papa, a los Corintios
(Caps. 35, 1-5; 36, 1-2; 37, 1.4-5; 38, 1-2.4)
(Caps. 35, 1-5; 36, 1-2; 37, 1.4-5; 38, 1-2.4)
Qu grandes y maravillosos son, amados hermanos los dones de Dios!
La vida en la inmortalidad, el esplendor en la justicia, la verdad en la libertad, la fe en la confianza, la templanza en la santidad.
Y todos estos dones son los que estn ya desde ahora al alcance de nuestro conocimiento. Y cules sern, pues, los bienes que estn preparados para los que lo aman?
Solamente los conoce el Artfice supremo, el Padre de los siglos; slo l sabe su nmero y su belleza.
Nosotros, pues, si deseamos alcanzar estos dones, procuremos, con todo ahnco, ser contados entre aquellos que esperan Su llegada.
Y cmo podremos lograrlo, amados hermanos?
Uniendo a Dios nuestra alma con toda nuestra fe, buscando siempre, con diligencia, lo que es grato y acepto a Sus ojos, realizando lo que est de acuerdo con Su santa voluntad, siguiendo la senda de la verdad y rechazando de nuestra vida toda injusticia, maldad, avaricia, rivalidad, malicia y fraude.
ste es, amados hermanos, el camino por el que llegamos a la salvacin, Jesucristo, el sumo sacerdote de nuestras oblaciones, sostn y ayuda de nuestra debilidad.
Por l, podemos elevar nuestra mirada hasta lo alto de los cielos; por l, vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso de Dios; por l, se abrieron los ojos de nuestro corazn; por l, nuestra mente, insensata y entenebrecida, se abre al resplandor de la luz; por l, quiso el Seor que gustsemos el conocimiento inmortal, ya que l es el reflejo de la gloria de Dios, tanto ms encumbrado sobre los ngeles, cuanto ms sublime es el Nombre que ha heredado..
Militemos, pues, hermanos, con todas nuestras fuerzas, bajo sus rdenes irreprochables.
Ni los grandes podran hacer nada sin los pequeos, ni los pequeos sin los grandes; la efectividad depende precisamente de la conjuncin de todos.
Tomemos como ejemplo a nuestro cuerpo. La cabeza sin los pies no es nada, como tampoco los pies sin la cabeza.
Los miembros ms nfimos de nuestro cuerpo son necesarios y tiles a la totalidad del cuerpo.
Ms an, todos ellos se coordinan entre s para el bien de todo el cuerpo.
Procuremos, pues, conservar la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jess, y que cada uno se ponga al servicio de su prjimo segn la gracia que le ha sido asignada por donacin de Dios.
El fuerte sea protector del dbil, el dbil respete al fuerte.
El rico d al pobre, el pobre d gracias a Dios por haberle deparado quien remedie su necesidad.
El sabio manifieste su sabidura no con palabras, sino con buenas obras; el humilde no d testimonio de s mismo, sino deje que sean los dems quienes lo hagan.
Por esto, debemos dar gracias a aquel de quien nos vienen todos estos bienes, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amn.
ORACIN
Dios todopoderoso y eterno, que te muestras admirable en la gloria de tus santos, concdenos celebrar con alegra la fiesta de san Clemente, sacerdote y mrtir de tu Hijo, que dio testimonio con su muerte de los misterios que celebraba y confirm con el ejemplo lo que predic con su palabra. Por nuestro Seor Jesucristo. Amn
Maravillosos son los dones de Dios
De la carta de San Clemente primero, papa, a los Corintios
(Caps. 35, 1-5; 36, 1-2; 37, 1.4-5; 38, 1-2.4)
(Caps. 35, 1-5; 36, 1-2; 37, 1.4-5; 38, 1-2.4)
Qu grandes y maravillosos son, amados hermanos los dones de Dios!
La vida en la inmortalidad, el esplendor en la justicia, la verdad en la libertad, la fe en la confianza, la templanza en la santidad.
Y todos estos dones son los que estn ya desde ahora al alcance de nuestro conocimiento. Y cules sern, pues, los bienes que estn preparados para los que lo aman?
Solamente los conoce el Artfice supremo, el Padre de los siglos; slo l sabe su nmero y su belleza.
Nosotros, pues, si deseamos alcanzar estos dones, procuremos, con todo ahnco, ser contados entre aquellos que esperan Su llegada.
Y cmo podremos lograrlo, amados hermanos?
Uniendo a Dios nuestra alma con toda nuestra fe, buscando siempre, con diligencia, lo que es grato y acepto a Sus ojos, realizando lo que est de acuerdo con Su santa voluntad, siguiendo la senda de la verdad y rechazando de nuestra vida toda injusticia, maldad, avaricia, rivalidad, malicia y fraude.
ste es, amados hermanos, el camino por el que llegamos a la salvacin, Jesucristo, el sumo sacerdote de nuestras oblaciones, sostn y ayuda de nuestra debilidad.
Por l, podemos elevar nuestra mirada hasta lo alto de los cielos; por l, vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso de Dios; por l, se abrieron los ojos de nuestro corazn; por l, nuestra mente, insensata y entenebrecida, se abre al resplandor de la luz; por l, quiso el Seor que gustsemos el conocimiento inmortal, ya que l es el reflejo de la gloria de Dios, tanto ms encumbrado sobre los ngeles, cuanto ms sublime es el Nombre que ha heredado..
Militemos, pues, hermanos, con todas nuestras fuerzas, bajo sus rdenes irreprochables.
Ni los grandes podran hacer nada sin los pequeos, ni los pequeos sin los grandes; la efectividad depende precisamente de la conjuncin de todos.
Tomemos como ejemplo a nuestro cuerpo. La cabeza sin los pies no es nada, como tampoco los pies sin la cabeza.
Los miembros ms nfimos de nuestro cuerpo son necesarios y tiles a la totalidad del cuerpo.
Ms an, todos ellos se coordinan entre s para el bien de todo el cuerpo.
Procuremos, pues, conservar la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jess, y que cada uno se ponga al servicio de su prjimo segn la gracia que le ha sido asignada por donacin de Dios.
El fuerte sea protector del dbil, el dbil respete al fuerte.
El rico d al pobre, el pobre d gracias a Dios por haberle deparado quien remedie su necesidad.
El sabio manifieste su sabidura no con palabras, sino con buenas obras; el humilde no d testimonio de s mismo, sino deje que sean los dems quienes lo hagan.
Por esto, debemos dar gracias a aquel de quien nos vienen todos estos bienes, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amn.
ORACIN
Dios todopoderoso y eterno, que te muestras admirable en la gloria de tus santos, concdenos celebrar con alegra la fiesta de san Clemente, sacerdote y mrtir de tu Hijo, que dio testimonio con su muerte de los misterios que celebraba y confirm con el ejemplo lo que predic con su palabra. Por nuestro Seor Jesucristo. Amn
23 de Noviembre - San Clemente Primero, Papa (+97) - Maravillosos son los dones de Dios
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