San Andrs Avelino y la importancia de la preparacin para la muerte
San Andrs Avelino celebrando el Santo Sacrificio de la Misa de Giovanni Lanfranco (1582-1647); 1624; En la pieza de altar de Lanfranco, la cual tiene mas de cuatro metros de altura en la parte derecha del altar en SantAndrea della Valle en Roma, San Andrs Avelino mira hacia arriba con una expresim enfocada en su interior. Los cielos se abren y un conjunto de ngeles descienden de los cielos mientras el varn del altar detrs del santo fija su mirada atnita. El ngel mayor en la parte izquierda superior abre sus brazos y mira a Avelino. www.wga.hu
San Andrs Avelino y la importancia de la preparacin para la muerte
de un artculo por el Dr. Durand, (Costumbrario Tradicional Catlico)
Hoy la Iglesia celebra la festividad de San Andrs Avelino, sacerdote y religioso teatino, que es invocado para evitar tener una muerte sbita. Es curioso que fuera ste precisamente el gnero de fallecimiento que le toc a este varn de Dios, que pas de este mundo a la vida eterna despus de sufrir una apopleja fulminante al pie del altar, mientras comenzaba la celebracin de la Santa Misa. Y es que, en realidad, aunque la muerte se present de repente, San Andrs Avelino estaba preparado para afrontarla, por lo cual, en lugar de ser una desgracia se trat de una merced de Dios, que le ahorr los sufrimientos de la agona a un cuerpo cuya alma siempre se hall vigilante.
En este mismo sentido hay que entender la ancdota de uno de sus ms clebres devotos: el papa Po XI. La copiamos de las memorias del maestro de cmara pontificio Mons. Alberto Arborio Mella di SantElia, que llevan el sugestivo ttulo de Instantneas inditas de los cinco ltimos Papas (Ed. Paulinas, 1961).
"Entretanto los inviernos se iban sucediendo. Los paseos por el jardn se fueron haciendo menos frecuentes y tambin menos recreativos. Los sinsabores y penalidades sufridas haban dado un zarpazo a la salud del Papa. El Padre Santo me haba dicho varias veces que iba a durar poco, pero que esperaba no morir de enfermedad. No quera caer en manos de los hombres, sino directamente en las de Dios."
"Rezo todos los das un Padrenuestro, Avemara y Gloria en honor de San Andrs Avelino para que me ayude a tener una muerte repentina tan hermosa como la que tuvo l."
"Que horror, Dios mio! - exclam."
"S, algo de susto para los que me rodean, pero ... as es mejor ... Se da menos quehacer ..."
"No, Beatsimo Padre: A subitnea et improvista morte libera nos, Domine, repliqu."
"Qu dice usted?" - me respondi el Papa."
"La invocacin de la Iglesia, Padre Santo:A subitnea et improvista morte libera nos, Domine.
"Pero, qu dice usted? - repiti ms fuerte. No comprende que para nosotros los sacerdotes nunca es la muerte sbita e imprevista, aunque sea repentina? Nosotros siempre estamos preparados y dispuestos para morir! Qu leccin! Qued impresionado, ejemplarizado con aquella advertencia que me hizo mucho bien"
La ancdota que antecede nos hace reflexionar, a propsito de la festividad de San Andrs Avelino, en la necesidad de estar habitualmente en estado de gracia y en la conveniencia de meditar en los Novsimos, segn aquello de la Sagrada Escritura (Ecclo. VII, 40): Memento novissima tua et in aeternum non peccabis (Acurdate de tus postrimeras y nunca ms pecars). La muerte debera ser para nosotros los catlicos un tema tan natural como la vida y nuestras aficiones. Si la tuviramos presente en nuestro pensamiento con ms asiduidad de la habitual (y no slo a travs de los aldabonazos que nos la recuerdan cada vez que golpea a las puertas de nuestra familia y allegados) tendramos ms cuidado en procurar que nos fuera propicia para la salvacin.
Ensea el P. Royo Marn que a la muerte se prepara uno de dos maneras: 1) remota y 2) prxima.
La remota La remota depende de nosotros: es el mantenimiento del estado de gracia mediante una vida autnticamente cristiana y siempre vigilante, hecha de oracin, de penitencia, de limosna, de frecuencia de los sacramentos y uso de sacramentales, de buenas obras, de ejercicio de las virtudes teologales y cardinales, etc. Es sta la preparacin propia de las vrgenes prudentes, que tienen a punto sus lmparas para cuando llega el Esposo.
La preparacin prxima, en cambio, depende de la Iglesia, que dispone los medios necesarios para asegurar la salvacin de sus hijos en el ltimo trance: la extrema-uncin, la confesin general, el vitico, la bendicin apostlica in articulo mortis, las oraciones por los agonizantes y ciertos sacramentales.
Partiendo de estas dos clases de preparacin, el insigne telogo dominico distingue cuatro clases de muerte:
a) Con preparacin remota y prxima: Es la muerte ideal, la muerte de los justos. Aunque su vida haya sido recta, siempre es convenientsimo disponer de los ltimos auxilios que ofrece la Iglesia, lo cual puede, adems, acortar el Purgatorio. Es la muerte de los justos por excelencia y su modelo es el Glorioso Patriarca San Jos, varn justo, que tuvo el consuelo de morir asistido de Jess y de Mara.
b) Con preparacin remota pero no prxima: Es menos perfecta que la anterior, pero moralmente permite suponer la salvacin del que tiene este tipo de muerte. Suele sobrevenir repentinamente, por accidente fsico u orgnico, sin dar tiempo a recibir los ltimos sacramentos. Aqu se aplica a la muerte aquello que se dice del Da del Seor: que viene como ladrn en la noche, sin que se sepa el da ni la hora. Pero para quien ha vivido cristianamente y en estado habitual de gracia no tiene por qu suponer una desgracia. Su modelo es San Andrs Avelino.
c) Sin preparacin remota, pero con preparacin prxima: Es la muerte de los pecadores arrepentidos, a quienes hasta un punto de contricin abre los cielos. Es una clase de muerte que muestra la extrema misericordia divina, que quiere hasta el extremo que el pecador se convierta y viva, pero no es deseable por lo incierta y porque el pecador habitual corre el peligro de endurecerse y desesperar de la salvacin. Su modelo es San Dimas, el Buen Ladrn, que se convirti en el patbulo de la cruz despus de una vida miserable de pecado y de delitos.
d) Sin preparacin remota ni prxima: Es la muerte del renegado, del que ha vivido una vida a espaldas de Dios y ni en el ltimo instante se vuelve hacia l. Es una muerte horrible como que es la peor de todas:" mors peccatorum pessima" (Salmo 33:22). sta es la muerte que se pide a Dios apartar de nosotros en las Letanas de los Santos: "a subitnea et improvisa norte libera nos, Domine". Su modelo es el rico Epuln, a quien sorprende el paso de este mundo al otro inopinadamente.
Despus de estas consideraciones sacamos en claro la utilidad de la devocin a San Andrs Avelino, a quien podemos pedir que nos alcance del Seor las gracias necesarias para vivir pamente y poder morir en brazos de la Iglesia y rodeados de sus ltimos cuidados, ya que no podemos pretender alcanzar una santidad como la suya, que le permiti entrar en la gloria desde el altar de la Santa Misa, al pie del cual se dispona a celebrar. Invoqumosle, pues, con sincera devocin, para lo cual copiamos esta oracin:
Oh San Andrs Avelino,
digno hijo* de San Cayetano,
yo tu devoto rugote,
por amor de Dios,
te constituyas en abogado mo
ante el Altsimo
y me obtengas de su misericordia
la gracia de vivir de tal manera
que merezca morir con los
auxilios de nuestra Santa Madre Iglesia.
Te pido ahuyentes toda asechanza
del enemigo maligno
a lo largo de mi existencia terrena
y sobre todo en mis ltimos momentos.
Haz que el Seor me libre de
una muerte sbita e imprevista, de modo
que pueda prepararme convenientemente
a comparecer ante l y pueda or
de tan justo y misericordioso Juez
una sentencia benigna y clemente.
As sea.
digno hijo* de San Cayetano,
yo tu devoto rugote,
por amor de Dios,
te constituyas en abogado mo
ante el Altsimo
y me obtengas de su misericordia
la gracia de vivir de tal manera
que merezca morir con los
auxilios de nuestra Santa Madre Iglesia.
Te pido ahuyentes toda asechanza
del enemigo maligno
a lo largo de mi existencia terrena
y sobre todo en mis ltimos momentos.
Haz que el Seor me libre de
una muerte sbita e imprevista, de modo
que pueda prepararme convenientemente
a comparecer ante l y pueda or
de tan justo y misericordioso Juez
una sentencia benigna y clemente.
As sea.
Oh San Andrs Avelino,
digno hijo* de San Cayetano,
yo tu devoto rugote,
por amor de Dios,
te constituyas en abogado mo
ante el Altsimo
y me obtengas de su misericordia
la gracia de vivir de tal manera
que merezca morir con los
auxilios de nuestra Santa Madre Iglesia.
Te pido ahuyentes toda asechanza
del enemigo maligno
a lo largo de mi existencia terrena
y sobre todo en mis ltimos momentos.
Haz que el Seor me libre de
una muerte sbita e imprevista, de modo
que pueda prepararme convenientemente
a comparecer ante l y pueda or
de tan justo y misericordioso Juez
una sentencia benigna y clemente.
As sea.
digno hijo* de San Cayetano,
yo tu devoto rugote,
por amor de Dios,
te constituyas en abogado mo
ante el Altsimo
y me obtengas de su misericordia
la gracia de vivir de tal manera
que merezca morir con los
auxilios de nuestra Santa Madre Iglesia.
Te pido ahuyentes toda asechanza
del enemigo maligno
a lo largo de mi existencia terrena
y sobre todo en mis ltimos momentos.
Haz que el Seor me libre de
una muerte sbita e imprevista, de modo
que pueda prepararme convenientemente
a comparecer ante l y pueda or
de tan justo y misericordioso Juez
una sentencia benigna y clemente.
As sea.
* San Avelino entr al monasterio de los Teatinos, el cual haba sido recientemente fundado por San Cayetano.
San Andrs Avelino y la importancia de la preparacin para la muerte
de un artculo por el Dr. Durand, (Costumbrario Tradicional Catlico)
Hoy la Iglesia celebra la festividad de San Andrs Avelino, sacerdote y religioso teatino, que es invocado para evitar tener una muerte sbita. Es curioso que fuera ste precisamente el gnero de fallecimiento que le toc a este varn de Dios, que pas de este mundo a la vida eterna despus de sufrir una apopleja fulminante al pie del altar, mientras comenzaba la celebracin de la Santa Misa. Y es que, en realidad, aunque la muerte se present de repente, San Andrs Avelino estaba preparado para afrontarla, por lo cual, en lugar de ser una desgracia se trat de una merced de Dios, que le ahorr los sufrimientos de la agona a un cuerpo cuya alma siempre se hall vigilante.
En este mismo sentido hay que entender la ancdota de uno de sus ms clebres devotos: el papa Po XI. La copiamos de las memorias del maestro de cmara pontificio Mons. Alberto Arborio Mella di SantElia, que llevan el sugestivo ttulo de Instantneas inditas de los cinco ltimos Papas (Ed. Paulinas, 1961).
"Entretanto los inviernos se iban sucediendo. Los paseos por el jardn se fueron haciendo menos frecuentes y tambin menos recreativos. Los sinsabores y penalidades sufridas haban dado un zarpazo a la salud del Papa. El Padre Santo me haba dicho varias veces que iba a durar poco, pero que esperaba no morir de enfermedad. No quera caer en manos de los hombres, sino directamente en las de Dios."
"Rezo todos los das un Padrenuestro, Avemara y Gloria en honor de San Andrs Avelino para que me ayude a tener una muerte repentina tan hermosa como la que tuvo l."
"Que horror, Dios mio! - exclam."
"S, algo de susto para los que me rodean, pero ... as es mejor ... Se da menos quehacer ..."
"No, Beatsimo Padre: A subitnea et improvista morte libera nos, Domine, repliqu."
"Qu dice usted?" - me respondi el Papa."
"La invocacin de la Iglesia, Padre Santo:A subitnea et improvista morte libera nos, Domine.
"Pero, qu dice usted? - repiti ms fuerte. No comprende que para nosotros los sacerdotes nunca es la muerte sbita e imprevista, aunque sea repentina? Nosotros siempre estamos preparados y dispuestos para morir! Qu leccin! Qued impresionado, ejemplarizado con aquella advertencia que me hizo mucho bien"
La ancdota que antecede nos hace reflexionar, a propsito de la festividad de San Andrs Avelino, en la necesidad de estar habitualmente en estado de gracia y en la conveniencia de meditar en los Novsimos, segn aquello de la Sagrada Escritura (Ecclo. VII, 40): Memento novissima tua et in aeternum non peccabis (Acurdate de tus postrimeras y nunca ms pecars). La muerte debera ser para nosotros los catlicos un tema tan natural como la vida y nuestras aficiones. Si la tuviramos presente en nuestro pensamiento con ms asiduidad de la habitual (y no slo a travs de los aldabonazos que nos la recuerdan cada vez que golpea a las puertas de nuestra familia y allegados) tendramos ms cuidado en procurar que nos fuera propicia para la salvacin.
Ensea el P. Royo Marn que a la muerte se prepara uno de dos maneras: 1) remota y 2) prxima.
La remota La remota depende de nosotros: es el mantenimiento del estado de gracia mediante una vida autnticamente cristiana y siempre vigilante, hecha de oracin, de penitencia, de limosna, de frecuencia de los sacramentos y uso de sacramentales, de buenas obras, de ejercicio de las virtudes teologales y cardinales, etc. Es sta la preparacin propia de las vrgenes prudentes, que tienen a punto sus lmparas para cuando llega el Esposo.
La preparacin prxima, en cambio, depende de la Iglesia, que dispone los medios necesarios para asegurar la salvacin de sus hijos en el ltimo trance: la extrema-uncin, la confesin general, el vitico, la bendicin apostlica in articulo mortis, las oraciones por los agonizantes y ciertos sacramentales.
Partiendo de estas dos clases de preparacin, el insigne telogo dominico distingue cuatro clases de muerte:
a) Con preparacin remota y prxima: Es la muerte ideal, la muerte de los justos. Aunque su vida haya sido recta, siempre es convenientsimo disponer de los ltimos auxilios que ofrece la Iglesia, lo cual puede, adems, acortar el Purgatorio. Es la muerte de los justos por excelencia y su modelo es el Glorioso Patriarca San Jos, varn justo, que tuvo el consuelo de morir asistido de Jess y de Mara.
b) Con preparacin remota pero no prxima: Es menos perfecta que la anterior, pero moralmente permite suponer la salvacin del que tiene este tipo de muerte. Suele sobrevenir repentinamente, por accidente fsico u orgnico, sin dar tiempo a recibir los ltimos sacramentos. Aqu se aplica a la muerte aquello que se dice del Da del Seor: que viene como ladrn en la noche, sin que se sepa el da ni la hora. Pero para quien ha vivido cristianamente y en estado habitual de gracia no tiene por qu suponer una desgracia. Su modelo es San Andrs Avelino.
c) Sin preparacin remota, pero con preparacin prxima: Es la muerte de los pecadores arrepentidos, a quienes hasta un punto de contricin abre los cielos. Es una clase de muerte que muestra la extrema misericordia divina, que quiere hasta el extremo que el pecador se convierta y viva, pero no es deseable por lo incierta y porque el pecador habitual corre el peligro de endurecerse y desesperar de la salvacin. Su modelo es San Dimas, el Buen Ladrn, que se convirti en el patbulo de la cruz despus de una vida miserable de pecado y de delitos.
d) Sin preparacin remota ni prxima: Es la muerte del renegado, del que ha vivido una vida a espaldas de Dios y ni en el ltimo instante se vuelve hacia l. Es una muerte horrible como que es la peor de todas:" mors peccatorum pessima" (Salmo 33:22). sta es la muerte que se pide a Dios apartar de nosotros en las Letanas de los Santos: "a subitnea et improvisa norte libera nos, Domine". Su modelo es el rico Epuln, a quien sorprende el paso de este mundo al otro inopinadamente.
Despus de estas consideraciones sacamos en claro la utilidad de la devocin a San Andrs Avelino, a quien podemos pedir que nos alcance del Seor las gracias necesarias para vivir pamente y poder morir en brazos de la Iglesia y rodeados de sus ltimos cuidados, ya que no podemos pretender alcanzar una santidad como la suya, que le permiti entrar en la gloria desde el altar de la Santa Misa, al pie del cual se dispona a celebrar. Invoqumosle, pues, con sincera devocin, para lo cual copiamos esta oracin:
Oh San Andrs Avelino,
digno hijo* de San Cayetano,
yo tu devoto rugote,
por amor de Dios,
te constituyas en abogado mo
ante el Altsimo
y me obtengas de su misericordia
la gracia de vivir de tal manera
que merezca morir con los
auxilios de nuestra Santa Madre Iglesia.
Te pido ahuyentes toda asechanza
del enemigo maligno
a lo largo de mi existencia terrena
y sobre todo en mis ltimos momentos.
Haz que el Seor me libre de
una muerte sbita e imprevista, de modo
que pueda prepararme convenientemente
a comparecer ante l y pueda or
de tan justo y misericordioso Juez
una sentencia benigna y clemente.
As sea.
digno hijo* de San Cayetano,
yo tu devoto rugote,
por amor de Dios,
te constituyas en abogado mo
ante el Altsimo
y me obtengas de su misericordia
la gracia de vivir de tal manera
que merezca morir con los
auxilios de nuestra Santa Madre Iglesia.
Te pido ahuyentes toda asechanza
del enemigo maligno
a lo largo de mi existencia terrena
y sobre todo en mis ltimos momentos.
Haz que el Seor me libre de
una muerte sbita e imprevista, de modo
que pueda prepararme convenientemente
a comparecer ante l y pueda or
de tan justo y misericordioso Juez
una sentencia benigna y clemente.
As sea.
* San Avelino entr al monasterio de los Teatinos, el cual haba sido recientemente fundado por San Cayetano.
10 de Noviembre- San Andrs Avelino (1521-1608) - La importancia de la preparacin para la muerte
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