Todos, por el Bautismo, hemos sido hechos Templos de Dios
Baslica de San Juan Letrn, Vaticano, situado en Roma, Lazio, Italia. Coro y bside. Los mosaicos en la cpula son una reconstruccin del siglo XIX de las obras de Jacopo Torriti los cuales datan al siglo XIII. commons.wikimedia.org
Todos, por el Bautismo, hemos sido hechos Templos de Dios
De los sermones de San Cesreo de Arls, obispo
(Sermn 229, 1-3: CCL 104, 905-908)
(Sermn 229, 1-3: CCL 104, 905-908)
Hoy, hermanos muy amados, celebramos con gozo y alegra, por la benignidad de Cristo, la dedicacin de este templo; pero nosotros debemos ser el templo vivo y verdadero de Dios. Con razn, sin embargo, celebran los pueblos cristianos la solemnidad de la Iglesia madre, ya que son conscientes de que por ella han renacido espiritualmente. En efecto, nosotros, que por nuestro primer nacimiento fuimos objeto de la ira de Dios, por el segundo hemos llegado a ser objeto de su misericordia. El primer nacimiento fue para muerte; el segundo nos restituy a la vida.
Todos nosotros, amadsimos, antes del bautismo fuimos lugar en donde habitaba el demonio; despus del bautismo nos convertimos en templos de Cristo. Y, si pensamos con atencin en lo que atae a la salvacin de nuestras almas, tomamos conciencia de nuestra condicin de templos verdaderos y vivos de Dios. Dios habita no slo en templos levantados por los hombres ni en casas hechas de piedra y de madera, sino principalmente en el alma hecha a imagen de Dios y construida por l mismo, que es su arquitecto. Por esto dice el apstol Pablo: El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Y, ya que Cristo, con su venida, arroj de nuestros corazones al demonio para prepararse un templo en nosotros, esforcmonos al mximo, con su ayuda, para que Cristo no sea deshonrado en nosotros por nuestras malas obras. Porque todo el que obra mal deshonra a Cristo. Como antes he dicho, antes de que Cristo nos redimiera ramos casa del demonio; despus hemos llegado a ser casa de Dios, ya que Dios se ha dignado hacer de nosotros una casa para s.
Por esto, nosotros, carsimos, si queremos celebrar con alegra la dedicacin del templo, no debemos destruir en nosotros, con nuestras malas obras, el templo vivo de Dios. Lo dir de una manera inteligible para todos: debemos disponer nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar dispuesta la iglesia cuando venimos a ella.
Deseas encontrar limpia la baslica? Pues no ensucies tu alma con el pecado. Si deseas que la baslica est bien iluminada, Dios desea tambin que tu alma no est en tinieblas, sino que sea verdad lo que dice el Seor: que brille en nosotros la luz de las buenas obras y sea glorificado aquel que est en los cielos. Del mismo modo que t entras en esta iglesia, as quiere Dios entrar en tu alma, como tiene prometido: Habitar en medio de ellos y andar entre ellos.
ORACIN
Seor, T que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de Tu gloria: acrecienta los dones que el Espritu ha dado a la Iglesia para que Tu pueblo fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva Jerusaln. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn
Todos, por el Bautismo, hemos sido hechos Templos de Dios
De los sermones de San Cesreo de Arls, obispo
(Sermn 229, 1-3: CCL 104, 905-908)
(Sermn 229, 1-3: CCL 104, 905-908)
Hoy, hermanos muy amados, celebramos con gozo y alegra, por la benignidad de Cristo, la dedicacin de este templo; pero nosotros debemos ser el templo vivo y verdadero de Dios. Con razn, sin embargo, celebran los pueblos cristianos la solemnidad de la Iglesia madre, ya que son conscientes de que por ella han renacido espiritualmente. En efecto, nosotros, que por nuestro primer nacimiento fuimos objeto de la ira de Dios, por el segundo hemos llegado a ser objeto de su misericordia. El primer nacimiento fue para muerte; el segundo nos restituy a la vida.
Todos nosotros, amadsimos, antes del bautismo fuimos lugar en donde habitaba el demonio; despus del bautismo nos convertimos en templos de Cristo. Y, si pensamos con atencin en lo que atae a la salvacin de nuestras almas, tomamos conciencia de nuestra condicin de templos verdaderos y vivos de Dios. Dios habita no slo en templos levantados por los hombres ni en casas hechas de piedra y de madera, sino principalmente en el alma hecha a imagen de Dios y construida por l mismo, que es su arquitecto. Por esto dice el apstol Pablo: El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Y, ya que Cristo, con su venida, arroj de nuestros corazones al demonio para prepararse un templo en nosotros, esforcmonos al mximo, con su ayuda, para que Cristo no sea deshonrado en nosotros por nuestras malas obras. Porque todo el que obra mal deshonra a Cristo. Como antes he dicho, antes de que Cristo nos redimiera ramos casa del demonio; despus hemos llegado a ser casa de Dios, ya que Dios se ha dignado hacer de nosotros una casa para s.
Por esto, nosotros, carsimos, si queremos celebrar con alegra la dedicacin del templo, no debemos destruir en nosotros, con nuestras malas obras, el templo vivo de Dios. Lo dir de una manera inteligible para todos: debemos disponer nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar dispuesta la iglesia cuando venimos a ella.
Deseas encontrar limpia la baslica? Pues no ensucies tu alma con el pecado. Si deseas que la baslica est bien iluminada, Dios desea tambin que tu alma no est en tinieblas, sino que sea verdad lo que dice el Seor: que brille en nosotros la luz de las buenas obras y sea glorificado aquel que est en los cielos. Del mismo modo que t entras en esta iglesia, as quiere Dios entrar en tu alma, como tiene prometido: Habitar en medio de ellos y andar entre ellos.
ORACIN
Seor, T que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de Tu gloria: acrecienta los dones que el Espritu ha dado a la Iglesia para que Tu pueblo fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva Jerusaln. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn
9 de Noviembre - La Dedicacin de la Baslica de San Juan de Letrn - Todos, por el Bautismo, hemos sido hechos Templos de Dios - de los sermones de San Cesreo de Arls (460-542), obispo
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