Debemos conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento
Lamentacin de Fra Bartolomeo (1472-1517); 1511-12; Galleria Palatina (Palazzo Pitti), Florencia, Italia; www.wga.hu
Debemos conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento
De las cartas de Santa Margarita Mara de Alacoque, virgen y Doctora de la Iglesia
Pienso que aquel gran deseo de nuestro Seor de que su sagrado Corazn sea honrado con un culto especial tiende a que se renueven en nuestras almas los efectos de la redencin.
El sagrado Corazn, en efecto, es una fuente inagotable, que no desea otra cosa que derramarse en el corazn de los humildes, para que estn libres y dispuestos a gastar la propia vida segn su beneplcito.
De este divino Corazn manan sin cesar TRES ARROYOS:
el PRMERO es el de la misericordia para con los pecadores, sobre los cuales vierte el espritu de contricin y de penitencia;
el SEGUNDO es el de la caridad, en provecho de todos los aquejados por cualquier necesidad y, principalmente, de los que aspiran a la perfeccin, para que encuentren la ayuda necesaria para superar sus dificultades;
del TERCER arroyo manan el amor y la luz para sus amigos ya perfectos, a los que quiere unir consigo para comunicarles su sabidura y sus preceptos, a fin de que ellos a su vez, cada cual a su manera, se entreguen totalmente a promover su gloria.
Este Corazn divino es un abismo de todos los bienes, en el que todos los pobres necesitan sumergir sus indigencias: es un abismo de gozo, en el que hay que sumergir todas nuestras tristezas, es un abismo de humildad contra nuestra ineptitud, es un abismo de misericordia para los desdichados y es un abismo de amor, en el que debe ser sumergida toda nuestra indigencia.
Conviene, pues, que os unis al Corazn de nuestro Seor Jesucristo en el comienzo de la conversin, para alcanzar la disponibilidad necesaria y, al fin de la misma, para que la llevis a trmino.
No aprovechis en la oracin?
Bastar con que ofrezcis a Dios las plegarias que el Salvador profiere en lugar nuestro en el sacramento altar, ofreciendo su fervor en reparacin de vuestra tibieza; y, cuando os dispongis a hacer alguna cosa, orad as:
"Dios mo, hago o sufro tal cosa en el Corazn de Hijo y segn sus santos designios, y os lo ofrezco en reparacin de todo lo malo o imperfecto que hay en mis obras."
Y as en todas las circunstancias de la vida. Y, siempre que os suceda algo penoso, aflictivo, injurioso, decos a vosotros mismos:
"Acepta lo que te manda el sagrado Corazn de Jesucristo para unirte a s."
Por encima de todo, conservad la paz del corazn, que es el mayor tesoro.
Para conservarla, nada ayuda tanto como el renunciar a la propia voluntad y poner la voluntad del Corazn divino en lugar de la nuestra, de manera que sea ella la que haga en lugar nuestro todo lo que contribuye a su gloria, y nosotros, llenos de gozo, nos sometamos a l y confiemos en l totalmente.
Oracin
Infunde, Seor, en nuestros corazones el mismo espritu con que enriqueciste a Santa Margarita Mara de Alacoque, para que lleguemos a un conocimiento profundo del misterio incomparable del amor de Cristo y alcancemos nuestra plenitud segn la plenitud total de Dios. Por nuestro Seor Jesucristo. Amn
Debemos conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento
De las cartas de Santa Margarita Mara de Alacoque, virgen y Doctora de la Iglesia
Pienso que aquel gran deseo de nuestro Seor de que su sagrado Corazn sea honrado con un culto especial tiende a que se renueven en nuestras almas los efectos de la redencin.
El sagrado Corazn, en efecto, es una fuente inagotable, que no desea otra cosa que derramarse en el corazn de los humildes, para que estn libres y dispuestos a gastar la propia vida segn su beneplcito.
De este divino Corazn manan sin cesar TRES ARROYOS:
el PRMERO es el de la misericordia para con los pecadores, sobre los cuales vierte el espritu de contricin y de penitencia;
el SEGUNDO es el de la caridad, en provecho de todos los aquejados por cualquier necesidad y, principalmente, de los que aspiran a la perfeccin, para que encuentren la ayuda necesaria para superar sus dificultades;
del TERCER arroyo manan el amor y la luz para sus amigos ya perfectos, a los que quiere unir consigo para comunicarles su sabidura y sus preceptos, a fin de que ellos a su vez, cada cual a su manera, se entreguen totalmente a promover su gloria.
Este Corazn divino es un abismo de todos los bienes, en el que todos los pobres necesitan sumergir sus indigencias: es un abismo de gozo, en el que hay que sumergir todas nuestras tristezas, es un abismo de humildad contra nuestra ineptitud, es un abismo de misericordia para los desdichados y es un abismo de amor, en el que debe ser sumergida toda nuestra indigencia.
Conviene, pues, que os unis al Corazn de nuestro Seor Jesucristo en el comienzo de la conversin, para alcanzar la disponibilidad necesaria y, al fin de la misma, para que la llevis a trmino.
No aprovechis en la oracin?
Bastar con que ofrezcis a Dios las plegarias que el Salvador profiere en lugar nuestro en el sacramento altar, ofreciendo su fervor en reparacin de vuestra tibieza; y, cuando os dispongis a hacer alguna cosa, orad as:
"Dios mo, hago o sufro tal cosa en el Corazn de Hijo y segn sus santos designios, y os lo ofrezco en reparacin de todo lo malo o imperfecto que hay en mis obras."
Y as en todas las circunstancias de la vida. Y, siempre que os suceda algo penoso, aflictivo, injurioso, decos a vosotros mismos:
"Acepta lo que te manda el sagrado Corazn de Jesucristo para unirte a s."
Por encima de todo, conservad la paz del corazn, que es el mayor tesoro.
Para conservarla, nada ayuda tanto como el renunciar a la propia voluntad y poner la voluntad del Corazn divino en lugar de la nuestra, de manera que sea ella la que haga en lugar nuestro todo lo que contribuye a su gloria, y nosotros, llenos de gozo, nos sometamos a l y confiemos en l totalmente.
Oracin
Infunde, Seor, en nuestros corazones el mismo espritu con que enriqueciste a Santa Margarita Mara de Alacoque, para que lleguemos a un conocimiento profundo del misterio incomparable del amor de Cristo y alcancemos nuestra plenitud segn la plenitud total de Dios. Por nuestro Seor Jesucristo. Amn
17 de Octubre - Santa Margarta Mara de Alacoque - Debemos conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento
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