Que Bien Estara Quedarnos Aqu
La Transfiguracin de Jesucristo con Moiss y Elas, Pedro, Santiago y Juan de Francesco Zuccarelli (1702-1788); commons.wikimedia.org
Que bien estara quedarnos aqu
Del Sermn de Anastasio Sinata, obispo, en el da de la Transfiguracin del Seor, (falleci despus del ao 700), Obispo
(Nms. 6-10: Mlanges darchologie et dhistoire 67 [1955], 241-244)
El misterio que hoy celebramos lo manifest Jess a sus discpulos en el monte Tabor. En efecto, despus de haberles hablado, mientras iba con ellos, acerca del reino y de su segunda venida gloriosa, teniendo en cuenta que quiz no estaban muy convencidos de lo que les haba anunciado acerca del reino y deseando infundir en sus corazones una firmsima e intima conviccin, de modo que por lo presente creyeran en lo futuro, realiz ante sus ojos aquella admirable manifestacin, en el monte Tabor, como una imagen prefigurativa del reino de los cielos. Era como si les dijese: El tiempo que ha de transcurrir antes de que se realicen mis predicciones no ha de ser motivo de que vuestra fe se debilite, y por esto, ahora mismo, en el tiempo presente, os aseguro que algunos de los aqu presentes no morirn, sin haber visto al Hijo del hombre presentarse con la gloria de su Padre.
Y el evangelista, para mostrar que el poder de Cristo estaba en armona con su voluntad, aade: Seis das despus, Jess tom consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llev aparte a un alto monte, y se transfigur en su presencia; su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se aparecieron Moiss y Elas conversando con l.
stas son las maravillas de la presente solemnidad, ste es el misterio, saludable para nosotros, que ahora se ha cumplido en el monte, ya que ahora nos rene la muerte y, al mismo tiempo, la festividad de Cristo. Por esto, para que podamos penetrar, junto con los elegidos entre los discpulos inspirados por Dios, el sentido profundo de estos inefables y sagrados misterios, escuchemos la voz divina y sagrada que nos llama con insistencia desde lo alto, desde la cumbre del monte.
Debemos apresurarnos a ir hacia all - as me atrevo a decirlo - como Jess, que all en el cielo es nuestro gua y precursor, con quien brillaremos con nuestra mirada espiritualizada, renovados en cierta manera en los trazos de nuestra alma, hechos conformes a su imagen, y, como l, transfigurados continuamente y hechos participes de la naturaleza divina, y dispuestos para los dones celestiales.
Corramos hacia all, animosos y alegres, y penetremos en la intimidad de la nube, a imitacin de Moiss y Elas, o de Santiago y Juan. Seamos como Pedro, arrebatado por la visin y aparicin divina, transfigurado por aquella hermosa transfiguracin, desasido del mundo, abstrado de la tierra; despojmonos de lo carnal, dejemos lo creado y volvmonos al Creador, al que Pedro, fuera de s, dijo: Seor, qu bien estara quedarnos aqu.
Ciertamente, Pedro, en verdad qu bien estara quedarnos aqu con Jess, y permanecer aqu para siempre. Hay algo ms dichoso, ms elevado, ms importante que estar con Dios, ser hechos conformes con l, vivir en la luz? Cada uno de nosotros, por el hecho de tener a Dios en s y de ser transfigurado en su imagen divina, tiene derecho a exclamar con alegra: Qu bien estara quedanos aqu, donde todo es resplandeciente, donde est el gozo, la felicidad y la alegra, donde el corazn disfruta de absoluta tranquilidad, serenidad y dulzura, donde vemos a (Cristo) Dios, donde l, junto con el Padre, pone su morada y dice, al entrar: Hoy ha venido la salud a esta casa, donde con Cristo se hallan acumulados los tesoros de los bienes eternos, donde hallamos reproducidas, como en un espejo, las imgenes de las realidades futuras.
ORACIN
Seor Dios, que en la gloriosa transfiguracin de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moiss y de Elas, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopcin filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un da sus coherederos en la gloria. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn
Que bien estara quedarnos aqu
Del Sermn de Anastasio Sinata, obispo, en el da de la Transfiguracin del Seor, (falleci despus del ao 700), Obispo
(Nms. 6-10: Mlanges darchologie et dhistoire 67 [1955], 241-244)
El misterio que hoy celebramos lo manifest Jess a sus discpulos en el monte Tabor. En efecto, despus de haberles hablado, mientras iba con ellos, acerca del reino y de su segunda venida gloriosa, teniendo en cuenta que quiz no estaban muy convencidos de lo que les haba anunciado acerca del reino y deseando infundir en sus corazones una firmsima e intima conviccin, de modo que por lo presente creyeran en lo futuro, realiz ante sus ojos aquella admirable manifestacin, en el monte Tabor, como una imagen prefigurativa del reino de los cielos. Era como si les dijese: El tiempo que ha de transcurrir antes de que se realicen mis predicciones no ha de ser motivo de que vuestra fe se debilite, y por esto, ahora mismo, en el tiempo presente, os aseguro que algunos de los aqu presentes no morirn, sin haber visto al Hijo del hombre presentarse con la gloria de su Padre.
Y el evangelista, para mostrar que el poder de Cristo estaba en armona con su voluntad, aade: Seis das despus, Jess tom consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llev aparte a un alto monte, y se transfigur en su presencia; su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se aparecieron Moiss y Elas conversando con l.
stas son las maravillas de la presente solemnidad, ste es el misterio, saludable para nosotros, que ahora se ha cumplido en el monte, ya que ahora nos rene la muerte y, al mismo tiempo, la festividad de Cristo. Por esto, para que podamos penetrar, junto con los elegidos entre los discpulos inspirados por Dios, el sentido profundo de estos inefables y sagrados misterios, escuchemos la voz divina y sagrada que nos llama con insistencia desde lo alto, desde la cumbre del monte.
Debemos apresurarnos a ir hacia all - as me atrevo a decirlo - como Jess, que all en el cielo es nuestro gua y precursor, con quien brillaremos con nuestra mirada espiritualizada, renovados en cierta manera en los trazos de nuestra alma, hechos conformes a su imagen, y, como l, transfigurados continuamente y hechos participes de la naturaleza divina, y dispuestos para los dones celestiales.
Corramos hacia all, animosos y alegres, y penetremos en la intimidad de la nube, a imitacin de Moiss y Elas, o de Santiago y Juan. Seamos como Pedro, arrebatado por la visin y aparicin divina, transfigurado por aquella hermosa transfiguracin, desasido del mundo, abstrado de la tierra; despojmonos de lo carnal, dejemos lo creado y volvmonos al Creador, al que Pedro, fuera de s, dijo: Seor, qu bien estara quedarnos aqu.
Ciertamente, Pedro, en verdad qu bien estara quedarnos aqu con Jess, y permanecer aqu para siempre. Hay algo ms dichoso, ms elevado, ms importante que estar con Dios, ser hechos conformes con l, vivir en la luz? Cada uno de nosotros, por el hecho de tener a Dios en s y de ser transfigurado en su imagen divina, tiene derecho a exclamar con alegra: Qu bien estara quedanos aqu, donde todo es resplandeciente, donde est el gozo, la felicidad y la alegra, donde el corazn disfruta de absoluta tranquilidad, serenidad y dulzura, donde vemos a (Cristo) Dios, donde l, junto con el Padre, pone su morada y dice, al entrar: Hoy ha venido la salud a esta casa, donde con Cristo se hallan acumulados los tesoros de los bienes eternos, donde hallamos reproducidas, como en un espejo, las imgenes de las realidades futuras.
ORACIN
Seor Dios, que en la gloriosa transfiguracin de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moiss y de Elas, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopcin filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos a ser un da sus coherederos en la gloria. Por nuestro Seor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn
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