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Relevant Catholic Divine Inspirations and Holy Lights
El Divino Pastor, nuestra Oveja de Dios
El Divino Pastor, nuestra Oveja de Dios
El Divino Pastor, nuestra Oveja de Dios
 
 
 


 
 
 
La Parbola de la Oveja Perdida

De Las Visiones de Mara Valtorta* (1897-1961)
De las Obras de Maria Valtora, Primera Parte sobre Mara Magdalena [4-233-27 (4-94-577)]
*(En Ingls llamada "El Poema del Hombre-Dios" y "El Evangelio como se me ha sido revelado")

"Y tus noventa-y-nueve buenas hermanas se regocijarn ante tu regreso, porque os digo, mi pequeitas obejitas perdidas, las cuales he buscado, viendolas desde lejos: las v y rescat; os digo que hay ms dicha entre los buenos sobre una que est perdida y que ha sido encontrada, que sobre las noventa-y-nueve que nunca dejaron al rebao."

- Jess completando la Parbola de la Oveja Perdida, sabiendo que Mara Magdalena lo est escuchando, escondida atrs de un rbol.


232.     Jess est hablando a la gente. Desde encima del borde arbolado de un riachuelo, est hablando a numerosa gente esparcida por un campo de trigo ya recogido hace poco, que presenta el desolador aspecto de los rastrojos. Declina la tarde. La luna empieza a salir. Es un atardecer bello y claro de los primeros das de verano. Los rebaos regresan a sus rediles y se oye el din-don de los cencerros, que se mezcla con el cantar de los grillos y de las chicharras, un intenso cri, cri, cri. Jess se inspira en los rebaos que estn pasando.

Dice: Vuestro Padre Celestial es como un pastor solcito. Qu hace un buen pastor? Busca pastos buenos para sus ovejas, donde no haya ni cicuta ni hierbas venenosas, sino dulces trboles, buenas hierbas y races amargas aunque saludables. Busca lugares donde, adems de comida, haya tambin un riachuelo fresco y puro, y sombra de rboles, y que no surjan las vboras entre el pasto. No trata de buscar los pastos de hierba alta, porque sabe que en ellos es fcil encontrar peligrosas culebras y hierbas nocivas; prefiere, ms bien, los pastos montanos, de hierba no muy alta, donde el roco limpia y da frescura a la tierna hierba y el sol la limpia de reptiles, donde el aire es fresco, ligero y no cargado y malsano, como en la llanura. El buen pastor observa a cada una de sus ovejas. Si estn enfermas, las cuida; si heridas, las cura; llama a la que es demasiado glotona y corre el peligro de enfermarse; a la que enfermara por estar demasiado expuesta a la humedad, o demasiado al sol, le dice que vaya a otro lado; y, si una est desganada y no come, trata de buscarle hierbas aciduladas y aromticas para despertarle el apetito, y se las da con su propia mano, hablndole como a una persona amiga. As hace el Padre que est en los Cielos con sus hijos que andan errantes por la tierra. Su amor es el cayado que los rene; su voz, la gua; sus pastos, su Ley; su redil, el Cielo.

Pero, he aqu que una oveja le abandona. Cunto le amaba! Era joven, limpia, cndida, como una nubecilla en el cielo de abril. El pastor la vea con ojos llenos de amor, al pensar lo que poda hacer por ella. Pero sta le abandona Es que ha pasado, a lo largo del camino que bordea los pastos, un tentador. No tiene la casaca austera, sino un vestido de mil colores. No lleva cinturn de cuero de donde penden hacha y cuchillo, sino cinturn de oro del que penden cascabeles de plata, melodiosos cual canto de ruiseor, y ampollas de perfumes embriagadores No lleva tampoco bastn, como el pastor bueno, con que reunir y defender a las ovejas, y, si el bastn no fuera suficiente, las defender solcito con el hacha y el cuchillo y hasta con su vida. No, este tentador que pasa, tiene en sus manos un incensario brillante de piedras preciosas de donde emana un humo que es hedor y perfume al mismo tiempo, pero que aturde; de la misma forma los tornasoles de las joyas qu falsas! deslumbran. Pasa cantando mientras deja caer puados de sal, de una sal que brilla en el camino oscuro Noventa y nueve ovejas miran, pero permanecen donde estn; la oveja nmero cien, la ms joven y estimada, da un salto y desaparece detrs del tentador. El pastor la llama, pero ella no vuelve. Va ms veloz que el viento para tratar de alcanzar al que ha pasado. Para tener fuerzas en su carrera, gusta aquella sal. La sal le entra dentro, le produce un extrao delirio que la abrasa. Por ello, siente necesidad de aguas profundas y verdes de una espesura tenebrosa, donde, siguiendo al tentador, se hunde y penetra, sube y baja y cae una, dos, tres veces; y una, dos, tres veces siente alrededor de su cuello el contacto viscoso de reptiles. Queriendo beber, bebe aguas contaminadas; queriendo alimentarse, come hierbas brillantes por las babas asquerosas que las cubren.



 
La Parbola de la Oveja Perdida

De Las Visiones de Mara Valtorta* (1897-1961)
De las Obras de Maria Valtora, Primera Parte sobre Mara Magdalena [4-233-27 (4-94-577)]
*(En Ingls llamada "El Poema del Hombre-Dios" y "El Evangelio como se me ha sido revelado")

"Y tus noventa-y-nueve buenas hermanas se regocijarn ante tu regreso, porque os digo, mi pequeitas obejitas perdidas, las cuales he buscado, viendolas desde lejos: las v y rescat; os digo que hay ms dicha entre los buenos sobre una que est perdida y que ha sido encontrada, que sobre las noventa-y-nueve que nunca dejaron al rebao."

- Jess completando la Parbola de la Oveja Perdida, sabiendo que Mara Magdalena lo est escuchando, escondida atrs de un rbol.


232.     Jess est hablando a la gente. Desde encima del borde arbolado de un riachuelo, est hablando a numerosa gente esparcida por un campo de trigo ya recogido hace poco, que presenta el desolador aspecto de los rastrojos. Declina la tarde. La luna empieza a salir. Es un atardecer bello y claro de los primeros das de verano. Los rebaos regresan a sus rediles y se oye el din-don de los cencerros, que se mezcla con el cantar de los grillos y de las chicharras, un intenso cri, cri, cri. Jess se inspira en los rebaos que estn pasando.

Dice: Vuestro Padre Celestial es como un pastor solcito. Qu hace un buen pastor? Busca pastos buenos para sus ovejas, donde no haya ni cicuta ni hierbas venenosas, sino dulces trboles, buenas hierbas y races amargas aunque saludables. Busca lugares donde, adems de comida, haya tambin un riachuelo fresco y puro, y sombra de rboles, y que no surjan las vboras entre el pasto. No trata de buscar los pastos de hierba alta, porque sabe que en ellos es fcil encontrar peligrosas culebras y hierbas nocivas; prefiere, ms bien, los pastos montanos, de hierba no muy alta, donde el roco limpia y da frescura a la tierna hierba y el sol la limpia de reptiles, donde el aire es fresco, ligero y no cargado y malsano, como en la llanura. El buen pastor observa a cada una de sus ovejas. Si estn enfermas, las cuida; si heridas, las cura; llama a la que es demasiado glotona y corre el peligro de enfermarse; a la que enfermara por estar demasiado expuesta a la humedad, o demasiado al sol, le dice que vaya a otro lado; y, si una est desganada y no come, trata de buscarle hierbas aciduladas y aromticas para despertarle el apetito, y se las da con su propia mano, hablndole como a una persona amiga. As hace el Padre que est en los Cielos con sus hijos que andan errantes por la tierra. Su amor es el cayado que los rene; su voz, la gua; sus pastos, su Ley; su redil, el Cielo.

Pero, he aqu que una oveja le abandona. Cunto le amaba! Era joven, limpia, cndida, como una nubecilla en el cielo de abril. El pastor la vea con ojos llenos de amor, al pensar lo que poda hacer por ella. Pero sta le abandona Es que ha pasado, a lo largo del camino que bordea los pastos, un tentador. No tiene la casaca austera, sino un vestido de mil colores. No lleva cinturn de cuero de donde penden hacha y cuchillo, sino cinturn de oro del que penden cascabeles de plata, melodiosos cual canto de ruiseor, y ampollas de perfumes embriagadores No lleva tampoco bastn, como el pastor bueno, con que reunir y defender a las ovejas, y, si el bastn no fuera suficiente, las defender solcito con el hacha y el cuchillo y hasta con su vida. No, este tentador que pasa, tiene en sus manos un incensario brillante de piedras preciosas de donde emana un humo que es hedor y perfume al mismo tiempo, pero que aturde; de la misma forma los tornasoles de las joyas qu falsas! deslumbran. Pasa cantando mientras deja caer puados de sal, de una sal que brilla en el camino oscuro Noventa y nueve ovejas miran, pero permanecen donde estn; la oveja nmero cien, la ms joven y estimada, da un salto y desaparece detrs del tentador. El pastor la llama, pero ella no vuelve. Va ms veloz que el viento para tratar de alcanzar al que ha pasado. Para tener fuerzas en su carrera, gusta aquella sal. La sal le entra dentro, le produce un extrao delirio que la abrasa. Por ello, siente necesidad de aguas profundas y verdes de una espesura tenebrosa, donde, siguiendo al tentador, se hunde y penetra, sube y baja y cae una, dos, tres veces; y una, dos, tres veces siente alrededor de su cuello el contacto viscoso de reptiles. Queriendo beber, bebe aguas contaminadas; queriendo alimentarse, come hierbas brillantes por las babas asquerosas que las cubren.



 
 
 


 
La Parbola de la Oveja Perdida

De Las Visiones de Mara Valtorta* (1897-1961)
De las Obras de Maria Valtora, Primera Parte sobre Mara Magdalena [4-233-27 (4-94-577)]
*(En Ingls llamada "El Poema del Hombre-Dios" y "El Evangelio como se me ha sido revelado")

"Y tus noventa-y-nueve buenas hermanas se regocijarn ante tu regreso, porque os digo, mi pequeitas obejitas perdidas, las cuales he buscado, viendolas desde lejos: las v y rescat; os digo que hay ms dicha entre los buenos sobre una que est perdida y que ha sido encontrada, que sobre las noventa-y-nueve que nunca dejaron al rebao."

- Jess completando la Parbola de la Oveja Perdida, sabiendo que Mara Magdalena lo est escuchando, escondida atrs de un rbol.


232.     Jess est hablando a la gente. Desde encima del borde arbolado de un riachuelo, est hablando a numerosa gente esparcida por un campo de trigo ya recogido hace poco, que presenta el desolador aspecto de los rastrojos. Declina la tarde. La luna empieza a salir. Es un atardecer bello y claro de los primeros das de verano. Los rebaos regresan a sus rediles y se oye el din-don de los cencerros, que se mezcla con el cantar de los grillos y de las chicharras, un intenso cri, cri, cri. Jess se inspira en los rebaos que estn pasando.

Dice: Vuestro Padre Celestial es como un pastor solcito. Qu hace un buen pastor? Busca pastos buenos para sus ovejas, donde no haya ni cicuta ni hierbas venenosas, sino dulces trboles, buenas hierbas y races amargas aunque saludables. Busca lugares donde, adems de comida, haya tambin un riachuelo fresco y puro, y sombra de rboles, y que no surjan las vboras entre el pasto. No trata de buscar los pastos de hierba alta, porque sabe que en ellos es fcil encontrar peligrosas culebras y hierbas nocivas; prefiere, ms bien, los pastos montanos, de hierba no muy alta, donde el roco limpia y da frescura a la tierna hierba y el sol la limpia de reptiles, donde el aire es fresco, ligero y no cargado y malsano, como en la llanura. El buen pastor observa a cada una de sus ovejas. Si estn enfermas, las cuida; si heridas, las cura; llama a la que es demasiado glotona y corre el peligro de enfermarse; a la que enfermara por estar demasiado expuesta a la humedad, o demasiado al sol, le dice que vaya a otro lado; y, si una est desganada y no come, trata de buscarle hierbas aciduladas y aromticas para despertarle el apetito, y se las da con su propia mano, hablndole como a una persona amiga. As hace el Padre que est en los Cielos con sus hijos que andan errantes por la tierra. Su amor es el cayado que los rene; su voz, la gua; sus pastos, su Ley; su redil, el Cielo.

Pero, he aqu que una oveja le abandona. Cunto le amaba! Era joven, limpia, cndida, como una nubecilla en el cielo de abril. El pastor la vea con ojos llenos de amor, al pensar lo que poda hacer por ella. Pero sta le abandona Es que ha pasado, a lo largo del camino que bordea los pastos, un tentador. No tiene la casaca austera, sino un vestido de mil colores. No lleva cinturn de cuero de donde penden hacha y cuchillo, sino cinturn de oro del que penden cascabeles de plata, melodiosos cual canto de ruiseor, y ampollas de perfumes embriagadores No lleva tampoco bastn, como el pastor bueno, con que reunir y defender a las ovejas, y, si el bastn no fuera suficiente, las defender solcito con el hacha y el cuchillo y hasta con su vida. No, este tentador que pasa, tiene en sus manos un incensario brillante de piedras preciosas de donde emana un humo que es hedor y perfume al mismo tiempo, pero que aturde; de la misma forma los tornasoles de las joyas qu falsas! deslumbran. Pasa cantando mientras deja caer puados de sal, de una sal que brilla en el camino oscuro Noventa y nueve ovejas miran, pero permanecen donde estn; la oveja nmero cien, la ms joven y estimada, da un salto y desaparece detrs del tentador. El pastor la llama, pero ella no vuelve. Va ms veloz que el viento para tratar de alcanzar al que ha pasado. Para tener fuerzas en su carrera, gusta aquella sal. La sal le entra dentro, le produce un extrao delirio que la abrasa. Por ello, siente necesidad de aguas profundas y verdes de una espesura tenebrosa, donde, siguiendo al tentador, se hunde y penetra, sube y baja y cae una, dos, tres veces; y una, dos, tres veces siente alrededor de su cuello el contacto viscoso de reptiles. Queriendo beber, bebe aguas contaminadas; queriendo alimentarse, come hierbas brillantes por las babas asquerosas que las cubren.

 


 
 
 
Entre tanto qu hace el buen pastor? Deja cerradas en lugar seguro las noventa y nueve fieles y se pone en camino. No deja de caminar hasta que encuentra huellas de su oveja perdida. Y como ella no regresa a l, a pesar de que sigue invitndole con sus gritos, l va a donde ella. La ve desde lejos, ebria, atrapada entre lazos de reptiles, tan ebria que no siente siquiera la nostalgia del rostro que la ama; antes bien, se burla de l. De nuevo la ve, culpable de haber penetrado cual ladrona en casa ajena, tan culpable que ya no se atreve a mirarle... Y, a pesar de todo, el pastor no se cansa... y contina... la busca, la busca, la sigue, la acosa. Va llorando sobre las huellas de la oveja perdida: mechones de lana: pedazos de alma; manchas de sangre: crmenes diversos; suciedades: pruebas de su lujuria; l sigue adelante y la alcanza.

Te he encontrado, amada. Te he alcanzado! Cunto he caminado por ti, para llevarte de nuevo al redil. No agaches la frente humillada. Tu pecado est sepultado en mi corazn. Nadie, fuera de M que te amo, lo conocer. Te defender de las crticas de los dems, te cubrir con mi persona como escudo contra las piedras de tus acusadores. Ven! Ests herida? Oh mustrame tus heridas! Las conozco pero quiero que me las muestres con la confianza que tenas conmigo cuando eras pura y me mirabas a M, tu pastor y Dios, con ojos inocentes. Aqu estn las heridas. Todas tienen nombre.

Qu profundas son! Quin te ha hecho estas heridas tan profundas en el fondo del corazn? Lo s: el Tentador. Es el que no tiene bastn ni hacha, pero que causa mucho mal con su mordisco envenenado, y despus de l hieren tambin las joyas falsas de su incensario que te sedujeron con su brillante colory que eran en realidad piedras de azufre de infierno, sacadas a la luz para abrasarte el corazn. Mira! Cuntas heridas! Tu lana est desecha, tiene sangre, tiene cardos.

Oh pobre pequea alma engaada! Pero dime: si Yo te perdono, me amars? Pero dime; si tiendo a ti los brazos, vendrs a ellos? Dime: tienes sed del amor bueno? Entonces ven y renace. Regresa a los pastos santos. Llora. Tu llanto y el mo lavan las huellas de tu pecado. Y Yo para alimentarte, pues ests enflaquecida por el mal en que has ardido, me abro el pecho, me abro las venas, y te digo: "Alimntate y vive!". Ven, te tomar en mis brazos. Iremos ms veloces a los pastos santos y seguros. Olvidars todo lo sucedido en esta hora desesperada. Tus noventa y nueve hermanas, las buenas, se alegrarn con tu regreso. S, porque Yo te lo aseguro - ovejita ma perdida a quien he buscado desde tierras muy lejanas, a quien he encontrado y he salvado - que los buenos hacen ms fiesta por uno que, habindose extraviado, regresa, que no por noventa y nueve justos que jams se han alejado del redil.

Jess, en todo este tiempo, en ninguna ocasin se ha vuelto a mirar al camino que tiene a sus espaldas, a donde lleg, entre la penumbra del atardecer, Mara Magdalena, todava elegantsima, pero al menos vestida y cubierta con un velo oscuro que no deja traslucir sus rasgos y sus contornos. Cuando Jess dice: "Te he encontrado, amada", Mara se lleva sus manos bajo el velo y llora, con un llanto silencioso y continuo.

La gente no la ve porque ella est a este otro lado de la orilla del ro, que bordea el camino. La ven solo la luna que ya est alta y el espritu de Jess....



 
 
 
Entre tanto qu hace el buen pastor? Deja cerradas en lugar seguro las noventa y nueve fieles y se pone en camino. No deja de caminar hasta que encuentra huellas de su oveja perdida. Y como ella no regresa a l, a pesar de que sigue invitndole con sus gritos, l va a donde ella. La ve desde lejos, ebria, atrapada entre lazos de reptiles, tan ebria que no siente siquiera la nostalgia del rostro que la ama; antes bien, se burla de l. De nuevo la ve, culpable de haber penetrado cual ladrona en casa ajena, tan culpable que ya no se atreve a mirarle... Y, a pesar de todo, el pastor no se cansa... y contina... la busca, la busca, la sigue, la acosa. Va llorando sobre las huellas de la oveja perdida: mechones de lana: pedazos de alma; manchas de sangre: crmenes diversos; suciedades: pruebas de su lujuria; l sigue adelante y la alcanza.

Te he encontrado, amada. Te he alcanzado! Cunto he caminado por ti, para llevarte de nuevo al redil. No agaches la frente humillada. Tu pecado est sepultado en mi corazn. Nadie, fuera de M que te amo, lo conocer. Te defender de las crticas de los dems, te cubrir con mi persona como escudo contra las piedras de tus acusadores. Ven! Ests herida? Oh mustrame tus heridas! Las conozco pero quiero que me las muestres con la confianza que tenas conmigo cuando eras pura y me mirabas a M, tu pastor y Dios, con ojos inocentes. Aqu estn las heridas. Todas tienen nombre.

Qu profundas son! Quin te ha hecho estas heridas tan profundas en el fondo del corazn? Lo s: el Tentador. Es el que no tiene bastn ni hacha, pero que causa mucho mal con su mordisco envenenado, y despus de l hieren tambin las joyas falsas de su incensario que te sedujeron con su brillante colory que eran en realidad piedras de azufre de infierno, sacadas a la luz para abrasarte el corazn. Mira! Cuntas heridas! Tu lana est desecha, tiene sangre, tiene cardos.

Oh pobre pequea alma engaada! Pero dime: si Yo te perdono, me amars? Pero dime; si tiendo a ti los brazos, vendrs a ellos? Dime: tienes sed del amor bueno? Entonces ven y renace. Regresa a los pastos santos. Llora. Tu llanto y el mo lavan las huellas de tu pecado. Y Yo para alimentarte, pues ests enflaquecida por el mal en que has ardido, me abro el pecho, me abro las venas, y te digo: "Alimntate y vive!". Ven, te tomar en mis brazos. Iremos ms veloces a los pastos santos y seguros. Olvidars todo lo sucedido en esta hora desesperada. Tus noventa y nueve hermanas, las buenas, se alegrarn con tu regreso. S, porque Yo te lo aseguro - ovejita ma perdida a quien he buscado desde tierras muy lejanas, a quien he encontrado y he salvado - que los buenos hacen ms fiesta por uno que, habindose extraviado, regresa, que no por noventa y nueve justos que jams se han alejado del redil.

Jess, en todo este tiempo, en ninguna ocasin se ha vuelto a mirar al camino que tiene a sus espaldas, a donde lleg, entre la penumbra del atardecer, Mara Magdalena, todava elegantsima, pero al menos vestida y cubierta con un velo oscuro que no deja traslucir sus rasgos y sus contornos. Cuando Jess dice: "Te he encontrado, amada", Mara se lleva sus manos bajo el velo y llora, con un llanto silencioso y continuo.

La gente no la ve porque ella est a este otro lado de la orilla del ro, que bordea el camino. La ven solo la luna que ya est alta y el espritu de Jess....



 
 
 
 
 


 
Entre tanto qu hace el buen pastor? Deja cerradas en lugar seguro las noventa y nueve fieles y se pone en camino. No deja de caminar hasta que encuentra huellas de su oveja perdida. Y como ella no regresa a l, a pesar de que sigue invitndole con sus gritos, l va a donde ella. La ve desde lejos, ebria, atrapada entre lazos de reptiles, tan ebria que no siente siquiera la nostalgia del rostro que la ama; antes bien, se burla de l. De nuevo la ve, culpable de haber penetrado cual ladrona en casa ajena, tan culpable que ya no se atreve a mirarle... Y, a pesar de todo, el pastor no se cansa... y contina... la busca, la busca, la sigue, la acosa. Va llorando sobre las huellas de la oveja perdida: mechones de lana: pedazos de alma; manchas de sangre: crmenes diversos; suciedades: pruebas de su lujuria; l sigue adelante y la alcanza.

Te he encontrado, amada. Te he alcanzado! Cunto he caminado por ti, para llevarte de nuevo al redil. No agaches la frente humillada. Tu pecado est sepultado en mi corazn. Nadie, fuera de M que te amo, lo conocer. Te defender de las crticas de los dems, te cubrir con mi persona como escudo contra las piedras de tus acusadores. Ven! Ests herida? Oh mustrame tus heridas! Las conozco pero quiero que me las muestres con la confianza que tenas conmigo cuando eras pura y me mirabas a M, tu pastor y Dios, con ojos inocentes. Aqu estn las heridas. Todas tienen nombre.

Qu profundas son! Quin te ha hecho estas heridas tan profundas en el fondo del corazn? Lo s: el Tentador. Es el que no tiene bastn ni hacha, pero que causa mucho mal con su mordisco envenenado, y despus de l hieren tambin las joyas falsas de su incensario que te sedujeron con su brillante colory que eran en realidad piedras de azufre de infierno, sacadas a la luz para abrasarte el corazn. Mira! Cuntas heridas! Tu lana est desecha, tiene sangre, tiene cardos.

Oh pobre pequea alma engaada! Pero dime: si Yo te perdono, me amars? Pero dime; si tiendo a ti los brazos, vendrs a ellos? Dime: tienes sed del amor bueno? Entonces ven y renace. Regresa a los pastos santos. Llora. Tu llanto y el mo lavan las huellas de tu pecado. Y Yo para alimentarte, pues ests enflaquecida por el mal en que has ardido, me abro el pecho, me abro las venas, y te digo: "Alimntate y vive!". Ven, te tomar en mis brazos. Iremos ms veloces a los pastos santos y seguros. Olvidars todo lo sucedido en esta hora desesperada. Tus noventa y nueve hermanas, las buenas, se alegrarn con tu regreso. S, porque Yo te lo aseguro - ovejita ma perdida a quien he buscado desde tierras muy lejanas, a quien he encontrado y he salvado - que los buenos hacen ms fiesta por uno que, habindose extraviado, regresa, que no por noventa y nueve justos que jams se han alejado del redil.

Jess, en todo este tiempo, en ninguna ocasin se ha vuelto a mirar al camino que tiene a sus espaldas, a donde lleg, entre la penumbra del atardecer, Mara Magdalena, todava elegantsima, pero al menos vestida y cubierta con un velo oscuro que no deja traslucir sus rasgos y sus contornos. Cuando Jess dice: "Te he encontrado, amada", Mara se lleva sus manos bajo el velo y llora, con un llanto silencioso y continuo.

La gente no la ve porque ella est a este otro lado de la orilla del ro, que bordea el camino. La ven solo la luna que ya est alta y el espritu de Jess....



 
 
 


Ecstasa de Mara Magdalena de Giovanni Gioseffo dal Sole (1654 - 1719); alrededor de los 1700s;
commons.wikimedia.org
 
 
 
El Segundo Domingo despus del Domingo de Pascuas - El Domingo del Buen Pastor - El Divino Pastor, nuestra Oveja de Dios - La Parbola del Buen Pastor - de las Visiones de Mara Valtorta (1897-1961)

 
 

Este sitio es dedicado a Nuestro Seor Jesucristo
en la Santsima Virgen Mara
para la Gloria de Dios

  La Bendicin Apostlica de la Santa Sede en Roma se imparta (28 de Octubre, 2013)
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OUR FATHER

Our Father, Who Art In Heaven
Hallowed Be Thy Name.
Thy Kingdom come,
Thy Will be done
On earth as it is in Heaven.
Give us this day our daily bread
And forgive us our trespasses
As we forgive those who trespass against us.
Liberate us from all temptation[*]
And deliver us from all evil. Amen



[*] Liberate us is in keeping with the original Latin text.
       God usually does not "lead us" to temptation
       (unless we are tested),
       but gives us the grace to overcome and/or resist it
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HAIL MARY

Hail Mary, full of grace
The Lord is with thee.
Blessed art though among women,
And blessed is the fruit
Of thy womb, Jesus.
 
Holy Mary, Mary of God
Pray for us sinners
Now, and in the hour
Of our death. Amen


 
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APOSTLE'S CREED
I believe in God, the Father Almighty
Creator of Heaven and earth;
And in Jesus Christ, His Only Son, our Lord;
Who was conceived by the
[work and grace of the] Holy Ghost,[*]
Born of the Virgin Mary,
Suffered under Pontius Pilate,
Was crucified, died and was buried.
He descended into the Dead.[**]
On the third day, He rose again;
He ascended into Heaven,
And sits at the right hand of God,
the Father Almighty.
From thence he shall come to judge
the living and the dead.
 
I believe in the Holy Ghost,[*]
The Holy Catholic Church,
The communion of saints,
The forgiveness of sins.
The resurrection of the body,
And life everlasting. Amen

[*] Holy Ghost: may be substituted with the current Holy Spirit.
[**] the Dead: "inferi", the underworld or the dead in Latin.
X
GLORIA

Glory be to the Father, and to the Son,
and to the Holy Ghost[*],
as it was in the beginning, is now,
and ever shall be, world without end.
Amen

[*] Holy Ghost: may be substituted with the current Holy Spirit.
X
DE PROFUNDIS

Out of the depths I have cried to Thee, O Lord:
Lord, hear my voice.
Let Thine ears be attentive
to the voice of my supplication.

If thou, O Lord, wilt mark iniquities:
Lord, who shall abide it.
For with Thee there is merciful forgiveness:
and because of Thy law,
I have waited for Thee, O Lord.

My soul hath waited on His word:
my soul hath hoped in the Lord.
From the morning-watch even until night,
let Israel hope in the Lord.

For with the Lord there is mercy:
and with Him plenteous redemption.
And He shall redeem Israel
from all her iniquities.

Glory be to the Father, and to the Son,
and to the Holy Ghost[*],
as it was in the beginning, is now,
and ever shall be, world without end.
Amen

[*] Holy Ghost: may be substituted with the current Holy Spirit.
X
DE PROFUNDIS

Out of the depths I have cried to Thee, O Lord:
Lord, hear my voice.
Let Thine ears be attentive to the voice
of my supplication.

If thou, O Lord, wilt mark iniquities:
Lord, who shall abide it.
For with Thee there is merciful forgiveness:
and because of Thy law,
I have waited for Thee, O Lord.

My soul hath waited on His word:
my soul hath hoped in the Lord.
From the morning-watch even until night,
let Israel hope in the Lord.

For with the Lord there is mercy:
and with Him plenteous redemption.
And He shall redeem Israel
from all his iniquities.

V. Eternal rest give unto them, O Lord.
R. And let perpetual light shine upon them.
V. From the gate of hell.
R. Deliver their souls, O Lord.
V. May they rest in peace.
R. Amen.
V. O Lord, hear my prayer.
R. And let my cry come unto Thee.
V. The Lord be with you.
R. And with Thy Spirit.

(50 days indulgence to all who pray the De Profundis with V. and R.
"Requiem aeternam" (Eternal Rest) three times a day.
Pope Leo XIII, February 3, 1888)


Let us pray:
O God, the Creator and Redeemer of all
the faithful, we beseech Thee to grant
to the souls of Thy servants the remission
of their sins, so that by our prayers
they may obtain pardon for which they long.
O Lord, who lives and reigns,
world without end. Amen

May they rest in peace. Amen

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PADRE NUESTRO

Padre Nuestro,
que estas en los Cielos
Santificado sea Tu Nombre;
Venga a nosotros tu Reino;
Hgase Tu Voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada da;
Perdona nuestras ofensas,
Como tambin nosotros
perdonamos a los que nos ofenden,
No nos dejes caer en la tentacin,
y lbranos del mal. Amén
 
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AVE MARA

Dios te salve, Mara,
llena eres de gracia;
El Seor es Contigo;
Bendita T eres
entre todas las mujeres,
Y bendito es el fruto
De tu vientre, Jess.
 
Santa Mara,
Madre de Dios,
Ruega por nosotros
pecadores,
Ahora y en la hora
De nuestra muerte.
Amn
 
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CREDO
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
Su nico Hijo, Nuestro Seor,
Que fue concebido por obra
y gracia del Espritu Santo,
Naci de la Santa Mara Virgen;
Padeci bajo el poder de Poncio Pilato,
Fue crucificado, muerto y sepultado,
Descendi a los infiernos,
Al tercer da resucit de entre los muertos,
Subi a los cielos
Y est sentado a la derecha de Dios,
Padre Todopoderoso.
Desde all ha de venir a juzgar
a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espritu Santo,
La Santa Iglesia Catlica,
La comunin de los santos,
El perdn de los pecados,
La resurreccin de la carne
Y la vida eterna. Amn
 
 
CERRAR
DE PROFUNDIS

Desde lo hondo a Ti grito, Seor; Seor,
escucha mi voz;
Estn Tus oidos atentos
a la voz de mi splica.

Si llevas cuenta de los delitos, Seor,
quin podr resistir?
Pero de ti procede el perdn,
y as infundes respeto.
Mi alma espera en el Seor.

Espera en su palabra;
mi alma aguarda al Seor,
ms que el centinela la aurora.
Aguarda Israel al Seor.

Como el centinela la aurora;
porque del Seor viene la misericordia.
la redencin copiosa;
y l redimir a Israel de todos sus delitos.

Gloria al Padre, al Hijo y al
Espritu Santo,
como es desde el principio,
es ahora y ser por los siglos de los siglos.
Amn

X
GLORIA

Gloria al Padre, al Hijo y al
Espritu Santo,
como es desde el principio,
es ahora y ser por los siglos de los siglos.
Amn

CERRAR
DE PROFUNDIS y QUE DESCANSEN EN PAZ

Desde lo hondo a Ti grito, Seor;
Seor, escucha mi voz;
Estn Tus oidos atentos a
la voz de mi splica.

Si llevas cuenta de los delitos, Seor,
quin podr resistir?

Pero de ti procede el perdn,
y as infundes respeto.
Mi alma espera en el Seor.

Espera en su palabra;
mi alma aguarda al Seor,
ms que el centinela la aurora.
Aguarda Israel al Seor.

Como el centinela la aurora;
porque del Seor viene la misericordia,
la redencin copiosa;
y l redimir a Israel de todos sus delitos.

V. Dadles, Seor, a todas las almas
el descanso eterno.
R. Y haced lucir sobre ellas
vuestra eterna luz.
V. Que en paz descansen.
R. Amn.