Contrarrestando la "Globalizacin de la Indiferencia" con el Ave Mara y el Santo Rosario
"El Rosario es el libro de los ciegos, donde las almas ven y ah enactan
el drama mas grande de amor que el mundo haya visto; es el libro del
sencillo, quien con el se inicia en los misterios y conocimientos mas
gustosos que la educaci$n de los hombres; es el libro del anciano, cuyos
ojos se cierran ante las sombras de este mundo, y se abren en la
sustancia del porvenir. El poder del Rosario va mas all de lo que se pueda describir."
"El Rosario es una de las mejores terpias para las almas inquietas, infelices, miedosas y frustradas, precisamente porque involucra el uso simultaneo de tres poderes: fsico, vocal y espiritual."
Arzobispo Fulton J. Sheen
"El Rosario es una de las mejores terpias para las almas inquietas, infelices, miedosas y frustradas, precisamente porque involucra el uso simultaneo de tres poderes: fsico, vocal y espiritual."
Arzobispo Fulton J. Sheen
"Los diablos tienen un temor abrumador del Rosario.
El Saludo Angelical los hace volar y hace que
tiemble el Infierno entero."
San Bernardo
La 17a Rosa -El Ave Mara - Frutas del Ave
El Secreto del Rosario de San Luis Maria Grignon de Montfort
Entre las cosas admirables que la Santsima Virgen revel al Beato Alano de la Roche -y sabemos que este gran devoto de Mara confirm con juramento sus revelaciones-, hay tres ms notables: la primera, que es seal probable y prxima de eterna reprobacin tener negligencia, tibieza y aversin a la salutacin anglica, que ha reparado el mundo.
Todos los herejes, que son hijos del diablo, y que llevan las seales evidentes de la reprobacin, tienen horror al avemara; aprenden el padrenuestro, pero no el avemara y preferiran llevar sobre s una serpiente antes que un Rosario.
Entre los catlicos, los que llevan el signo de la reprobacin no se cuidan apenas del Rosario, son negligentes en rezarlo o lo rezan con fastidio y precipitadamente.
Aunque yo no aceptara con fe piadosa lo revelado al Beato Alano
de la Roche, mi experiencia me basta para estar persuadido de
esta terrible y dulce verdad. Yo no s, ni veo con claridad cmo
es que una devocin aparentemente tan pequea puede ser seal
infalible de eterna salvacin, y su defecto, signo de reprobacin;
y no obstante, nada ms cierto.
Nosotros mismos vemos que quienes en nuestros das profesan las doctrinas nuevas condenadas por la Iglesia, a pesar de su piedad aparente, descuidan la devocin del Rosario y con frecuencia lo separan del corazn de quienes les rodean, con los pretextos ms hermosos del mundo. Se guardan muy bien de condenar abiertamente el Rosario y el escapulario, como hicieron los calvinistas; pero su manera de conducirse es tanto ms perniciosa cuanto ms sutil.
Mi avemara, mi Rosario, son mi oracin y mi muy segura
piedra de toque para distinguir a los que van dirigidos por
El espritu de Dios de los que estn bajo la ilusin del
espritu maligno. He conocido almas que parecan volar,
como las guilas, hasta las nubes, por su sublime contemplacin,
y que, no obstante, eran desdichadamente engaadas por el demonio,
y slo pude descubrir sus ilusiones al verlas rechazar el avemara
como algo que resultaba poco para ellas.
El avemara es un roco celeste y divino que, al caer en el alma de un predestinado, le comunica admirable fecundidad para producir toda clase de virtudes; y cuanto ms regada est el alma por esta oracin, ms se ilumina su espritu, ms se abrasa su corazn y fortifica contra sus enemigos.
El avemara es un dardo penetrante e inflamado, que, unido por un predicador a la palabra de Dios que anuncia, le da fuerza para atravesar y convertir los corazones ms duros, aun cuando no tenga el orador extraordinario talento natural para la predicacin.
sta fue la secreta arma que, como dejo dicho, enseo
la Santsima Virgen a Santo Domingo y al Beato Alano para
convertir a los herejes y a los pecadores.
ste es el origen de la prctica de los predicadores de rezar un avemara al principio de sus predicaciones, segn asegura San Antonino.
ste es el origen de la prctica de los predicadores de rezar un avemara al principio de sus predicaciones, segn asegura San Antonino.
Una punta est en nuestras manos y la otra est en las manos de la Santa Virgen Mara ...
La oracin del Rosario sube como incienso a los pies del Todopoderoso.
Mara responde de inmediato como si fuera un roco benigno, trayendo vida nueva a los corazones humanos."
Santa Teresa del Nio Jess de Lisieux
El Papa nos advierte sobre la Globalizacin de la Indiferencia en su mensaje para la Cuaresma
27 de Enero, 2015 - Radio Vaticana
Tambin como individuos tenemos la tentacin de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imgenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. Qu podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia? En primer lugar, podemos orar en la comunin de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oracin de tantas personas.
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en la Santsima Virgen Mara
para la Gloria de Dios
La Bendicin Apostlica de Su Santidad Papa Francisco se imparta (28 de Octubre, 2013)
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