El Seor nos dice: "Yo soy la luz del mundo; aquel que me sigue no caminar en la oscuridad, sino que tendr la luz de la vida."

Con estas pocas palabras l nos da un mandamiento y una promesa.

Hagmos lo que nos manda para que no nos pongamos colorados al codiciar lo que l promete y en vez de escucharlo, comportarnos de tal forma que nos tenga que decir, en el dia del juicio final: "Yo establec ciertas condiciones para obtener mis promesas. Las has cumplido?"

Si respondes: "Que mandaste hacer, Seor nuestro Dios?" l te dir: "Te mand que Me siguieras."

Tu pediste consejo en como entrar a la vida. Que vida, si no la vida de la cual est escrito: Contigo est la fuente de la vida?

Entonces, hagamos ahora lo que l nos pide.

Sigamos las huellas del Seor.

Descartemos las cadenas que nos impiden seguirlo.

Quien puede quitarse las cadenas sin la ayuda de aquel que nos pronunci estas palabras: Acaso, has roto tus cadenas?! Otro salmo nos dice de l: El Seor libera a los encadenados. El Seor alza a los abatidos.

Aquellos que han sido liberados y alzados siguen la luz.

La luz que ellos siguen, les habla: "Yo soy la luz del mundo; aquel que Me sigue no andar en la oscuridad."

El Seor d luz al ciego.

Hermanos, esa luz ya brilla en nosotros, ya que nuestros ojos han sido ungidos con el ungento de la fe.

Su saliva fue mezclada con el barro para ungir al hombre que naci ciego.

Somos del linaje de Adn, ciegos desde nacimiento; lo necesitamos para darnos luz.

Mezcl saliva con tierra, y as fue profetizado: La verdad ha brotado de la tierra. l mismo ha dicho: "Yo soy el camino, la verdad y la vida."

Tendrmos posecin de la verdad cuando podamos ver, cara a cara.

Esta es Su promesa para nosotros. Quien se atrevera a esperar por algo que Dios en su bondad decidi no prometer o otorgar?

Podramos ver cara a cara, dice el Apstol: Ahora s parcialmente, oscuramente a travs de un espejo, pero luego, ser de cara a cara.

Juan el apstol dice en una de sus cartas: Queridos amados, somos ahora nios de Dios, y an no se nos ha revelado lo que hemos de ser. Si sabemos que, cuando l sea revelado seremos como l, ya que lo veremos como l realmente es. Esta es una grandiosa promesa.

Si me amas, sgueme. "Yo si Te amo," protestas; "pero, como he de seguirte?"

Si el Seor tu Dios te dice: "Yo soy la verdad y la vida," en tu deseo por la verdad, en tu amor por la vida, seguramente le pedirs que Te muestre el camino para alcanzarlas.

Te diras a t mismo: "La verdad es una gran realidad; la vida es una gran realidad; si solo fuera posible para mi alma, encontrarlas!"